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Paz y Ciencia

viernes, 12 de marzo de 2010

El bebé con su madre

"Cada palabra es el centro de un universo". Thomas Elliot
"...Una cosa es contar cuentos de los entes y otra es apresar el ser de los entes. Para esta última tarea faltan no sólo en la mayoría de los casos las palabras, sino, ante todo, la gramática." M. Heidegger, El ser y el tiempo.


...Pero el infans vuelve a despertar...y la madre toma nuevamente al bebé entre sus brazos y lo deja hacer...Su manito le araña el rostro, repentinamente vuelve la cabeza hacia el brazo que roza su mejilla, se ofusca produciendo breves interjecciones -resoplidos de exasperación: se afana en frotar el hocico en la blusa de su madre. Un segundo antes de que su excitación llegue a cierto clímax, ella le ofrece el pecho: lo pone allí, a una distancia desde donde su olor y cálida temperatura se hace inconfundible para el niño. El pequeño Picasso "no busca, encuentra...", pero encuentra exactamente -descubrimiento pocas veces repetible en el futuro- lo que buscaba. La cosa no queda ahí, mera orientación apremiante que la urgencia de su carne le impone a su gesto, y la disposición oportuna de la madre que puso allí un pecho, quedó la experiencia de un encuentro... Ese encuentro es ya desposesión: una boca puede más que unas manitas que se pierden en una aleteo disperso, y un pecho queda en la boca que lo produce y succiona con furia. En torno a esa boca y a ese pecho, una tarea organiza dos subproductos: una madre con su bebé. La madre respeta esa frágil organización que la furia ordena, un pecho organiza los márgenes de un primer espacio, luego lo va sacando de su excitación y le facilita el descanso, organiza así los ritmos de una incipiente temporalidad.

Daniel C. Ripesi. "Quemar las naves. Ensayos winnicottianos." Letra Viva.

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