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Paz y Ciencia
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martes, 8 de marzo de 2022

PARANOIA Y MARIHUANA

 



Incluso las personas usuarias de cannabis sienten algo de paranoia inducida por marihuana de vez en cuando. Gracias a la leyenda del rock and roll Neil Young, conocemos una solución súper simple para ese asunto.

No, Neil Young no soltó ningún dato relacionado con la paranoia en sus sabias y narrativas letras. En vez de eso, fue durante una entrevista del 2014 con Howard Stern. Stern expresó que no fuma yerba porque lo “pone paranoico”.

Neil Young, relajado y echado sobre el respaldar, respondió sugiriendo que intentase “masticar granos de pimienta negra si te sientes paranoico.” Indicó mascar dos o tres unidades en esos casos, “lo descubrí yo mismo. Inténtalo.” Pero: ¿cómo algo tan simple como un condimento que todo el mundo tiene en su casa puede calmar la ansiedad y paranoia inducida por cannabis?

Resulta que Neil Young estaba 100% en lo correcto, la ciencia lo avala. Cuando uno consume una flor de cannabis, hay una reacción compleja entre varios cannabinoides como el THC y CBD. Estos se mezclan con otros componentes de la planta como los terpenos para producir aquello que se denomina “efecto séquito”.

En términos sencillos, el efecto séquito ocurre cuando diferentes elementos de la planta funcionan juntos para potenciar sus efectos. Es por ello que el CBD aislado no tiene tanto efecto como el de espectro-completo, que contiene porcentajes de THC y otros cannabinoides presentes en la planta de cannabis.

Otros componentes de la planta que juegan un rol sobre los efectos son los terpenos, que le dan a cada cepa de cannabis su aroma y sabor único. Los terpenos no están solo en la cannabis, si no, en miles de especies de plantas alrededor del planeta. Según el artículo de “Taming THC” del 2011 publicado en la British Journal of Pharmacology: Cannabinoides en Biología y Medicina, Parte 1, científicos han descubierto más de 100 terpenos en la planta de cannabis.

El reporte establece que estos terpenos “podrían contribuir de manera significativa en los efectos séquito de extractos medicinales basados en cannabis.” Esto significa que mientras los terpenos afectan el sabor y aroma de una cepa, también afectan las sensaciones fisiológicas y efectos que obtenidos de la cannabis.

Según el Chicago Tribune, comer un mango entre 45 y 60 minutos previo a una sesión prolongará tu elevada, manteniendo los efectos del THC intactos por más tiempo de lo usual. Esto se debe a que el mango contiene un terpeno llamado mirceno que también se encuentra en la cannabis. Este terpeno expande los niveles de saturación máximo en nuestros receptores endocannabinoides.

De acuerdo con el Cannabis Digest, el terpeno alfa-pineno es “alerta,” lo que significa que es un potente inhibidor que ralentiza la reacción química que segrega nuestro cerebro al momento de estresarse, ponerse ansioso o paranoico. Pero: ¿dónde consigues un poco de alfa-pineno? En la pimienta negra, por supuesto. La próxima vez que sientas que esos pensamientos intrusivos empiezan a aparecer, mastica un poco de pimienta negra y experimenta los resultados por ti mismo.

viernes, 18 de febrero de 2022

VOLUNTAD



Voluntad

Definición:

La voluntad es la capacidad de los seres humanos que les mueve a hacer cosas de manera intencionada.

Es la facultad que permite al ser humano gobernar sus actos, decidir con libertad y optar por un tipo de conducta determinado

 

Todo acto voluntario requiere de dos supuestos:

1) Tener conciencia de una situación en la que hay, al menos, dos alternativas distintas de elección.

2) La elección tiene lugar tras haber reflexionado y tomado en cuenta los pro y contra de cada elección.


Términos relacionados:

Abulia e hipobulia

Estos términos hacen referencia a la falta de voluntad o a la disminución de ésta, entendiendo por voluntad la posibilidad de decidir entre dos o más tendencias distintas (Kurt Schneider). En el paciente hipobulico disminuye la capacidad de tomar decisiones, la capacidad de iniciar acciones por sí mismo, de esta manera predomina en él lo automático y lo impulsivo. En cierto modo la hipoabulia está presente en todas las enfermedades mentales, pero predomina en las esquizofrenias residuales, formando parte de los denominados síntomas negativos.


Automatismo

Entendemos por automatismo la ejecución de actos sin que intervenga la voluntad. Puede haber un automatismo normal o patológico.


Delirio paranoico

Constituye el delirio de la paranoia de Emil Kraepelin. Este autor, en la octava edición de su tratado describió la paranoia como el desarrollo insidioso, originado por causas internas, de un sistema delirante permanente e inamovible, que cursa con plena conservación de la claridad y del orden del pensamiento, en la voluntad y en la conducta. De la misma manera que los delirios parafrénicos, la clasificación francesa la incluye dentro de los denominados delirios crónicos. En el DSM-IV TR y en la CIE 10, la paranoia para a llamarse trastorno delirante (paranoide) y trastorno de ideas delirantes, respectivamente. Para Henry Ey este delirio, que forma parte de lo que la escuela francesa llama psicosis delirantes sistematizadas, se caracteriza por: 1) La continuidad del delirio paranoico y de la personalidad. El carácter constitucional del delirio. Hay íntimas relaciones entre la personalidad y el delirio. 2) El tema dramático fundamental es el tema de la persecución. Incluso cuando el tema sea megalomaníaco, la persecución siempre estará presente, se le perseguirá porque se le envidia su grandeza. Sin embargo este carácter persecutorio no existe en el tipo somático de este delirio. 3) El desarrollo de este delirio es coherente y sistemático. De ahí que las interpretaciones de tipo psicoanalítico hayan abundado para explicar este delirio. 4) Ausencia de evolución demencial. No obstante con el tiempo el delirio pierde actividad, se empobrece, es lo que Henry Ey llama cristalización del delirio. Su estructura es afectiva. 5) Ausencia de un trastorno paralógico del pensamiento. En todo momento el delirio va a tener el aspecto del pensamiento normal. Los delirios paranoicos pueden clasificarse en los siguientes tipos: 1) Tipo erotomaníaco. Sinónimo: De Clérambault (síndrome de). El tema predominante es la idea delirante de que una persona, generalmente de una condición social o económica más alta, está enamorada del sujeto. Son frecuentes los intentos de contactar con la persona objeto del delirio a través de cartas, llamadas de teléfonos, visitas o incluso el acecho y la vigilancia. La mayoría de los sujetos con este delirio son mujeres. 2) Tipo de grandiosidad. En el que el tema predominante es una sobrevaloración del poder propio, los conocimientos propios, el haber hecho un descubrimiento importante, o una relación especial con una persona famosa o una divinidad. 3) Tipo celotípico. Sinónimo: Otelo (síndrome de) .El tema fundamental es la infidelidad de la pareja. El sujeto suele intervenir coartando la libertad de la pareja, siguiéndola en secreto o agrediéndola. 4) Tipo persecutorio. En el que el tema central es que la persona delirante o alguien cercano a ella es objeto de persecución, es engañado, seguido, envenenado, calumniado. A veces adquiere la forma de paranoia querulante, es decir el sujeto cree que ha sido objeto de una injusticia que se intenta remediar con continuas apelaciones a los tribunales. 5) Tipo somático. Sinónimo: delirio hipocondríaco. El delirio está centrado en la convicción de que se tiene un defecto o enfermedad física. Los más frecuentes son la creencia de que se emite un olor insoportable, que se tiene una infestación por insectos dentro o fuera de la piel, que tiene un parásito interno, que hay partes de su cuerpo que no funcionan, que tiene una parte del cuerpo (nariz, genitales, etc.) deformes cuando esto no es lo que se observa. 6) Tipo inespecífico. Cuando no se ajusta a los anteriores.


Fenómenos fantásticos

Fenómenos intermedios entre la percepción y la representación. Se producen estando el sujeto con los ojos cerrados, son independientes de la voluntad, desaparecen cuando la atención deja de dirigirse a ellos o bien cuando se abre los ojos.


Hiperbulia

Término que hace referencia al aumento de la voluntad.


Hipobulia

Debilidad de la voluntad.


Pensamiento en tropel

Sinónimo: incontinencia en el pensar (Honorio Delgado). Tipo de pensamiento que puede aparecer en las esquizofrenias. Durante unos minutos u horas las ideas aparecen de forma incontenible. Un paciente de Honorio Delgado describe sus pensamientos en tropel como oleadas de ideas que afluyen a la mente con una fuerza incontrastable, donde la actitud crítica, la voluntad, la lógica, etc., representan representan una minúscula resistencia y hasta desaparecen.


Personalidad narcisista

 Información

Sinónimo: carácter fálico-narcisista (W. Reich, 1926), Don Juanes del triunfo (O. Fenichel, 1945), complejo de Premio Nóbel (H. Tartakoff, 1966). Son personas que se consideran seres especiales, únicos.

El narcisismo es el amor que se dirige un sujeto a sí mismo. Alude al mito de narciso, que se ahogó al intentar besar su propia imagen reflejada en el agua.

Utilizan a los demás como objeto de satisfacer sus deseos, su autoestima. Carecen de empatía. Animosos, optimistas, decididos. Se creen personas dignas de admiración y únicas. Piensan que son objeto de endivia. Suelen emplear la racionalización como mecanismo principal de defensa. R. C. Cloninger señala que, en las dimensiones de su temperamento, estas personas presentan una alta búsqueda de sensaciones o novedades, una alta evitación de daño y una alta dependencia de recompensa.

Si bien se puede aludir a una serie de rasgos propios de la personalidad normal, el narcisismo puede también manifestarse como una forma patológica extrema en algunos desórdenes de la personalidad, como el trastorno narcisista de la personalidad, en que el paciente sobrestima sus habilidades y tiene una necesidad excesiva de admiración y afirmación.

El trastorno de personalidad narcisista (uno de varios tipos de trastornos de la personalidad) es un trastorno mental en el cual las personas tienen un sentido desmesurado de su propia importancia, una necesidad profunda de atención excesiva y admiración, relaciones conflictivas y una carencia de empatía por los demás. Sin embargo, detrás de esta máscara de seguridad extrema, hay una autoestima frágil que es vulnerable a la crítica más leve.

Los signos y síntomas del trastorno de la personalidad narcisista y la gravedad de los síntomas son variables. Las personas con este trastorno pueden:

- Tiene un sentido grandioso de su propia importancia, prepotente y arrogante.
- Lo absorben fantasías de éxito ilimitado, poder, brillantez, belleza, o amor ideal
- Se considera especial y único: solo puede ser comprendido por, y solo debería asociarse con, otras personas especiales o de alto estatus personal o institucional.
- Requiere excesiva y constante admiración (es un síntoma que denota una baja autoestima y una gran preocupación por hacer bien el trabajo y por cómo son vistos por los demás). Espera que se reconozca su superioridad, incluso sin logros que la justifiquen y para ello exagera los logros y los talentos
- Tiene un sentido exagerado y no equitativo de sus propios derechos. Piensa que se le debe todo. Tiene un sentido de superioridad con irrazonables expectativas de un trato especialmente favorable o de una aceptación automática de sus deseos. Puede monopolizar las conversaciones y despreciar o mirar con desdén a personas que ellos perciben como inferiores.
- En sus relaciones interpersonales es explotador. Se aprovecha de los demás para conseguir sus propios fines (espera que se les dé todo lo que desee, sin importar lo que ello suponga para los demás, y puede asumir que los demás están totalmente interesados en su bienestar).
- Carece de empatía, por incapacidad o por falta de voluntad y es reacio a reconocer o identificar las necesidades y sentimientos de los demás.
- Es frecuentemente envidioso de los demás o cree que los demás le tienen envidia (pueden llegar a devaluar a personas que hayan recibido una felicitación al pensar que ellos son más merecedores de la misma). Por ellos se comporta de manera arrogante o altanera, dando la impresión de engreídos, jactanciosos y pretenciosos.

Al mismo tiempo, a las personas con trastorno de la personalidad narcisista les cuesta enfrentar cualquier cosa que consideren una crítica y pueden:

- Ser impacientes o enojarse cuando no se las trata de manera especial
- Tener notables problemas interpersonales y ofenderse con facilidad
- Reaccionar con ira o desdén y tratar con desprecio a los demás, para dar la impresión de que son superiores
- Tener dificultad para regular las emociones y la conducta
- Tener grandes problemas para enfrentar el estrés y adaptarse a los cambios
- Sentirse deprimidos y temperamentales porque no alcanzan la perfección
- Tener sentimientos secretos de inseguridadvergüenza, vulnerabilidad y humillación

Tratamiento
La psicoterapia puede ayudar a la persona a relacionarse con otros en una forma más positiva y compasiva.


Expectativas (pronóstico)
El resultado del tratamiento depende de la gravedad del trastorno y de qué tanto quiera la persona cambiar.


Posibles complicaciones pueden incluir:

alcoholismo o consumo de otras drogas


- Trastornos de estado de ánimo y ansiedad

- Problemas en las relaciones interpersonales, laborales y familiares

 




Ribot, Théodule Armand (1839-1916)

 El psiquiatra francés Pierre Pichot lo calificó como el padre de la psicología científica francesa. Destacan sus estudios sobre la memoría, la voluntad y los trastornos de la personalidad. Su obra principal fue Enfermedades de la memoria (1881).


Síntomas fundamentales o fisiógenos de E. Bleuler

Los síntomas fundamentales de la esquizofrenia eran para Eugen Bleuler: relajación de las asociaciones del pensamiento (incoherencia); alteraciones de la afectividad (paratimias); alteración de la vivencia subjetiva de la personalidad (despersonalización); autismo; ambivalencia afectiva, intelectual y/o de la voluntad.


martes, 2 de febrero de 2021

Paranoia

 



Qué es Paranoia:

La paranoia, también conocida como trastorno de ideas delirantes o trastorno delirante, es un trastorno psicótico que se caracteriza por delirios recurrentes o ideas fijas y obsesivas en torno a un tema o asunto. Como tal, la palabra proviene del griego παράνοια (paránoia), de παρά (pará), que significa ‘al lado’, ‘contra’ o ‘fuera’, y νόος (nóos), que traduce ‘espíritu’, ‘mente’.

Entre sus causas, se asocia la aparición del trastorno delirante o paranoia a personas ególatras, con conductas marcadamente narcisistas, que han enfrentado situaciones de gran frustración.

Otros rasgos comunes que han podido observarse en individuos que padecen paranoia son una baja autoestima, frialdad emocional, inflexibilidad, autoritarismo y desconfianza, con propensión a los resentimientos y a las depresiones.

Para Sigmund Freud, la paranoia se presentaba como un mecanismo de defensa frente a un impulso homosexual que para el individuo era inaceptable.

Algunas de las consecuencias más graves de la paranoia son un aislamiento social que puede volverse muy pronunciado, y el abandono o descuido de las actividades laborales o escolares del individuo.

Características de la paranoia

Algunas de las características o síntomas más evidentes que se manifiestan en una persona con trastorno delirante o paranoia son:

  • Ideas recurrentes de hallarse en peligro y búsqueda de pruebas que lo demuestren.
  • Actitud persistente de desconfianza y recelo hacia los demás: piensan que le ocultan cosas o pretenden utilizarlos.
  • Aislamiento social fundado en la desconfianza hacia las demás personas.
  • Dos tipos de conductas diferenciadas: una frente a la familia y amigos y otra ante los desconocidos.
  • Frialdad, desapego emocional y evitación de la intimidad.
  • Hostilidad hacia su entorno.
  • Egocentrismo, narcisismo: conductas donde muestran una exagerada valoración por sus virtudes y logros.
  • Rigidez, inflexibilidad y autoritarismo.
  • Problemas para relacionarse con otras personas y para el trabajo en equipo.
  • Intolerancia a las críticas y manifiestas dificultades para practicar la autocrítica.
  • Necesidad de crear antagonistas exteriores.
  • Episodios depresivos.
  • Proyección hacia los demás de aquello que les causa molestias, frustraciones y tensiones en sí mismos.

Tipos de paranoia

Existen diferentes tipos de paranoias o trastornos delirantes de acuerdo con el objeto de los delirios:

  • Paranoia megalomaníaca: el individuo cree poseer talentos o poderes superiores, se relaciona con seres divinos o personas famosas o poderosas, y está en el mundo porque le fue encomendada una alta misión.
  • Paranoia celotípica: el individuo tiene la sospecha recurrente de que su pareja le es infiel.
  • Paranoia de delirio persecutorio: el individuo está obsesionado con la idea de que es perseguido, espiado, vigilado, y de que las personas de su entorno participan en un complot en su contra.
  • Paranoia de tipo somático: el individuo cree que sufre una enfermedad o tiene algún defecto o problema físico.
Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo y Psicoterapeuta. N° Col.: A-1324 Zaragoza rcordobasanz@gmail.com Tfno.: 653 379 269 Página Web: www.rcordobasanz.es 

jueves, 12 de marzo de 2015

Paranoia

En el Seminario de “Narcisismo y Paranoia”, nos hemos encontrado muy interesados en el estudio de un concepto, de un trastorno, de un fenómeno caracterológico; o de una entidad nosológica diferente; cuyo estudio parte del libro titulado “Algunas consideraciones útiles para la investigación sobre paranoias” del Dr. Aramoni.

Este seminario, este grupo de estudio acerca de un tema tan “definido, estudiado e identificado” como lo es la paranoia en primer plano y el narcisismo en segundo, nos ha resultado de gran interés debido a la idea propuesta por el doctor Aramoni acerca de unas evidentes e innegables características muy específicas y claramente comunes que podemos encontrar tanto en la Esquizofrenia de tipo Paranoide (F20.0x Tipo paranoide [295.30]), como en el (F60.0 Trastorno paranoide de la personalidad [301.0]) –ambas, entendiéndolas desde la descripción y el punto de vista psiquiátrico-; así como también, podemos encontrar estas características comunes y muy específicas en casos de Narcisismo, en alteraciones de la percepción del esquema corporal como lo ocurre en los trastornos alimenticios; así como también, en sociopatías, celotipias y megalomanía; entre otras tantas.

También hemos encontrado estas características comunes y específicas en ejemplos de personajes literarios, históricos, cinematográficos, casos clínicos, y en un sin fin de ejemplos cotidianos que podemos encontrar en prácticamente cualquier ámbito.

Entre los personajes “paranoicos” que hemos revisado, podemos destacar al gobernante de los persas Jerjes, con sus narcisistas, delirantes y paranoicos azotes, castigos, engrilletamiento e insultos al mar; al propio Narciso, cuya fascinación mítica, válgame decir narcisista, lo llevo a la muerte; o por ejemplo, el personaje literario de El licenciado Vidriera, de Cervantes; quien así como Otelo de Shackpeare; y el personaje Antonio de la película española Te doy mis ojos sufren de una profunda celotipia, injustificada desde la óptica de la realidad y por ende, totalmente paranoica y delirante. Otro ejemplo es el personaje Gabriel Lima, el padre de familia de la cinta El castillo de la pureza, quien vivía una vida fuertemente paranoica y paranoizante hacia su familia, respecto al mundo, a la sociedad, a la “plaga infestiva” de las ratas, a quienes manifiestamente odia y busca destruir por completo, así como a la libertad y a la posibilidad de su familia de tener contacto con el mundo exterior y real.

También podemos encontrar estas características en un importante número de casos clínicos; donde vemos a pacientes altamente funcionales en lo que a sus estudios, trabajo y a otros ámbitos sociales se refiere; pero que ciertamente, viven encadenados a una idea delirante y narcisista sin cumplir de ninguna manera los criterios que el DSM-IV y el CIE-10 marcan para el diagnóstico de los trastorno psiquiátricos antes mencionados. Esto lo podemos ver, por ejemplo, en los pacientes que desde la más tierna infancia han sido aleccionado, educados y tratados como príncipes o princesas, como seres superiores, de modo tal, que esto afecta fuertemente su estructura yoica, especialmente cuando este castillo delirante es derrumbado ante los embates de la rotunda y contundente realidad al enfrentarse a situaciones en las que en lugar de la aceptación casi reverente hacia esta persona, se encuentra con rechazo, critica y malos tratos debido a su altivez, y monárquica soberbia; lo cual, le implica un profundo dolor, ya que esto la confronta con otro mundo, con otra realidad completamente diferente a la vivida desde su nacimiento. Un ejemplo es el caso de una paciente, quien es la tercera hija por parte de su madre y la primogénita del padre, y por tanto su único amor y su “princesa”, única heredera del trono narcisista del padre en tanto rey, quien obligaba por distintos medios, a que la madre, y los primeros hijos de ésta, trataran a la paciente como a una princesa, cediendo siempre ante sus deseos; contando con derechos exclusivos y superiores a los de ellos, con juguetes superiores, con protección superior (ella era la única a la que la mamá no golpeaba, ni regañaba; a diferencia de la enérgica forma con que lo hacía con sus primeros dos hijos; ya que eso le hubiera generado importantes problemas con su esposo.

Esta vida, este sentido de vida, esta falsa y delirante alcurnia y poder monárquico, económico, social, y cultural; totalmente irreal, y opuesto a las condiciones económicas, sociales y culturales reales-verdaderas de la paciente, caerían dentro de una especie de paranoia, de una paranoia más bien narcisista; de algo que no es propiamente ni una esquizofrenia paranoide, ni un trastorno paranoide de la personalidad, ni un trastorno delirante –por que en cierta forma, los golpes de la realidad le hacen posible percibir y diferenciar lo real y lo no real de su situación económica, social y cultural-; sin embargo, la paciente no podía dejar de percibirse con esta sensación monárquica de princesa. Respecto al trastorno narcisista de la personalidad, si podemos encontrar aspectos que ciertamente presenta la paciente; sin embargo, el cuadro clínico de la paciente presenta también aspectos clínicos y dinámicos que van más allá de los descritos desde el punto de vista psiquiátrico respecto al trastorno narcisista de la personalidad.

Ahora bien, como hemos mencionado, esta característica, o características comunes, específicas y organizadas están íntimamente interrelacionadas con la substancia de la paranoia, del narcisismo, del delirio; y sin embargo no lo podemos reducir específicamente a ninguno de ellos.

Veamos, en el caso de la celotipia, donde la persona está muy segura acerca de la infidelidad y el engaño de su pareja, encuentra –gracias a su pensamiento delirante- las pruebas, las razones y hasta las intenciones del supuesto engaño; organizando y sosteniendo una ideación paranoica de este engaño, así como de las razones persecutorias, ruines y hostiles de la pareja para hacerlo; es decir, para dañarlo “a él”, precisamente “a él”.

En el caso de la anorexia, podemos apreciar una percepción errónea, desagradable, deplorable y por ende persecutoria del cuerpo; es decir, una imagen del esquema corporal representacional, edificante y visual, falsa, no real y por ende, delirante; narcisisticamente desagradable y desaprobatoria acerca de “su cuerpo – de ella”.

Por su parte, el sociópata encuentra las razones delirantes, narcisistas y paranoicas que justifican sus acciones violentas y destructivas y lo alejan de la culpa. Esto lo podemos encontrar en el fanatismo, el nacionalismo, el militarismo; así como en la violencia y la discriminación social, racial, clasista y sexista, entre otras, traduciéndose en delitos como la homofobia, la violencia hacia la mujer, los niños, y los ancianos, entre otros.

Ahora bien, resultaría de suma importancia poder mencionar algunas divergencias que existen entre la Paranoia Narcisista y los trastornos psiquiátricos antes mencionados.

Comencemos con la Esquizofrenia paranoide; la cual, para poder diagnosticarla, se debe empezar por cumplir los criterios de la esquizofrenia propiamente dicha, y en un segundo momento, los criterios del “tipo paranoide”. La esquizofrenia propiamente dicha difiere de la Paranoia-Narcisista en cuanto a las alucinaciones, el lenguaje desorganizado, el comportamiento catatónico o gravemente desorganizado y los síntomas negativos, como lo son el aplanamiento afectivo, la alogia o la abulia –y solo tienen en común a las ideas delirantes, aunque probablemente en un nivel menor. Por su parte, con el tipo paranoide, se tiene en común la preocupación por una o más ideas delirantes referentes a persecución, grandeza o ambas, aunque también pueden presentarse ideas delirantes con otra temática como por ejemplo celos, religiosidad o somatización; ideas que también se presenta en la Paranoia-Narcisista pero a un nivel significativamente menor y sin las alucinaciones auditivas frecuentes, ni las alteraciones importantes en el lenguaje, comportamiento y afectividad.

La Paranoia-narcisista resulta muy similar al tipo paranoide de la esquizofrenia (de eje I) y al de los trastorno de la personalidad (del eje II) en cuanto a la desconfianza, a la suspicacia y a las ideas delirantes o persistentes, así como también, a la forma en que las intenciones de los demás son interpretadas. Sin embargo, para hablar de Paranoia-narcisista debemos analizar, que definitivamente no se cumplan los criterios para la esquizofrenia ni para el trastorno de la personalidad; ya que como hemos dicho, la Paranoia-narcisista es algo muy similar a estos aspectos paranoides, pero definitivamente, sin ser, una esquizofrenia ni un trastorno de la personalidad.

Por su parte, el F60.8 Trastorno narcisista de la personalidad [301.81], es descrito en el DSM-IV (2002) como: “Un patrón general de grandiosidad (en la imaginación o en el comportamiento), una necesidad de admiración y una falta de empatía, que empiezan al principio de la edad adulta y que se dan en diversos contextos” lo que nos hace evidente la importancia de este aspecto, de este marcado y constante elemento narcisista en la Paranoia-Narcisista; la cual, como hemos estado revisando, tiene aspectos que también van más allá de este trastorno psiquiátrico de la personalidad.

De esta muy breve revisión, podemos concluir que estos trastornos “Psiquiátricos” son muy parecidos a la Paranoia-Narcisista; sin embargo, esta última presenta algunas características marcadamente diferentes y particulares que la diferencian de los trastornos anteriormente revisados en tanto al cumplimiento de los criterios, o a la intensidad, o a la duración, o al inicio, o a que sencillamente, las descripciones de estos trastornos no alcanzan a explicar ese “algo” común de la Paranoia-narcisista; ya que ésta, parece más bien pertenecer a una situación o a un campo de índole mas bien “existencial” y psicodinámico, que de índole psiquiátrico.

En el libro y en el seminario antes mencionado, se ha planteado la idea de que este tipo particular de Paranoia está ubicada en algún punto del espectro o del continuo entre el narcisismo y la paranoia “La paranoia es, en cierta forma, la cumbre del narcisismo, la cúspide del logro narcisista.” (Aramoni, 2010, p. 25).

Reflexionado acerca de esto, creo que puedo entender que cuando la persona con importantes rasgos narcisistas no está tan confrontada con la realidad frustrante, amenazante, contundente y abrumadora; y en tanto pueda manejar esta situación, esta persona continúa “estable”; sin embargo, cuando se ve enfrentada a la implacable fuerza de la realidad, y ésta se le impone a un nivel más allá del que las defensas narcisistas pueden manejar o contener, se pone en marcha el mecanismo de la proyección en un sentido que por definición es delirante, erróneo y fuera de la realidad, y que juega un papel central en la Paranoia-narcisista y en los síntomas de los que hemos estado hablado, como lo son la celotipia, las alteraciones somato-corporales, entre otras.

Para estudiar este mecanismo de proyección en la paranoia, revisemos lo que el Dr. Sigmund Freud, nos dice en su artículo “Sobre un caso de paranoia descrito autobiográficamente (Schreber)”:

“En la formación de síntoma de la paranoia es llamativo, sobre todo, aquel rasgo que merece el título de proyección. Una percepción interna es sofocada, y como sustituto de ella adviene a la conciencia su contenido, luego de experimentar cierta desfiguración, como una percepción de afuera. En el delirio de persecución, la desfiguración consiste en una mudanza de afecto; lo que estaba destinado a ser sentido adentro como amor es percibido como odio de afuera. Uno estaría tentado de postular este asombroso proceso como lo más sustantivo de la paranoia y absolutamente patognomónico de ella” (Freud, 1911. p. 61).

Freud afirma que junto con el estudio de la proyección, se estaría dando luz al mecanismo de la formación paranoica de síntoma en general.

Freud (1911) explica que el paranoico reconstruye su mundo y su realidad, de modo tal, que al menos pueda volver a vivir dentro de él. “Lo edifica de nuevo mediante el trabajo de su delirio. Lo que nosotros consideramos la producción patológica, la formación delirante, es, en realidad, el intento de restablecimiento, la reconstrucción.” (p. 65).

Revisemos cómo Freud explica el mecanismo de la proyección en un ejemplo clásico de paranoia, esto con la finalidad de que nos ayude a entender la dinámica que posiblemente pueda acaecer en la Paranoia-narcisista; esto, a través del estudio del mecanismo de proyección en los diferentes casos donde podemos encontrar aspecto paranoicos.

En este ejemplo de paranoia, Freud explica la defensa contra la homosexualidad a través de la proyección:

«Yo [un varón] lo amo [a un varón]»

A esta oración la contradice:

a. El delirio de persecución, proclamando en voz alta: «Yo no lo amo – pues yo lo odio».

En esta contradicción, Freud explica que en lo inconsciente no podría rezar de otro modo, ya que “no puede devenirle consciente al paranoico en esta forma, dando lugar al mecanismo de la formación de síntoma en la paranoia, exigiendo que la percepción interna, el sentimiento, sea sustituida por una percepción de afuera. Así, la frase «pues yo lo odio» se muda, a través del mecanismo de proyección, en: «El me odia (me persigue), lo cual le justificará para entonces odiarlo». De modo tal, que finalmente el sentimiento inconsciente que pulsiona aparece como consecuente de una percepción exterior: «Yo no lo amo – pues yo lo odio - porque ÉL ME PERSIGUE»” (Freud, 1911. p. 58).

Podemos entender que Freud nos explica que el carácter paranoico reside en que para defenderse de una cierta fantasía se reacciona, precisamente, con un delirio de persecución de esa misma clase.

Valdría la pena estudiar el mecanismo de proyección en los diferentes casos en los que podemos encontrar paranoia-narcisista (celotipia, fanatismos, trastornos de alimentación, etc.) ya que la proyección, es uno de los puntos importantes que nos pueden dar luz y profundidad en el estudio del cómo y el porqué, cuando algo no es tolerable para el narcisismo, este algo se proyecta hacia algún objeto externo, que, en tanto intolerable, puede tornarse perseguidor, de modo que ya estaríamos hablando de algo paranoico.

Recordemos que de acuerdo a Freud (1911) “la mayoría de los casos de paranoia muestran un poco de delirio de grandeza, y que este último puede constituir por sí solo una paranoia. De ahí inferiremos que en la paranoia la libido liberada se vuelca al yo, se aplica a la magnificación del yo.” […] “Así se vuelve a alcanzar el estadio del narcisismo, conocido por el desarrollo de la libido, estadio en el cual el yo propio era el único objeto sexual. En virtud de ese enunciado clínico supondremos que los paranoicos conllevan una fijación en el narcisismo, y declaramos que el retroceso desde la –patología en cuestión- hasta el narcisismo indica el monto de la regresióncaracterística de la paranoia” (p. 67). Lo cual coincide con lo discutido en el Seminario.

Hipotetizando, tal vez podríamos pensar, que en el caso de la anorexia, lo que se proyecta hacia afuera, ese algo intolerable y posteriormente perseguidor, trata del esquema corporal interno, proyectado hacia afuera en una percepción deformada externa, es decir, una deformación perceptual del juicio heterocrítico, ya sea en personas, o en objetos como lo puede ser el espejo, o la bascula en este caso.

En su libro, el Dr. Aramoni (2010) nos explica que están transformando a los niños “en una especie de monstruo, que al mirar hacia todos lados ve enemigos potenciales, competidores dispuestos a dañarlo con el fin de no permitirle elegir. Debe defenderse de todos, contra todos; no debe disminuir la permanente atención a esa guerra constante para sobrevivir. Precisa la lucha a brazo partido en plano competitivo”. (p. 25). Esto, me parece una explicación etiológico-dinámica muy pertinente en el desarrollo de la Paranoia-narcisista.

En este mismo texto, más adelante, el Dr. Aramoni (2010) propone como solución a la paranoia que: “un individuo podría caer fácilmente en la paranoia si no intenta la salud, que aquí sería la madurez social de inteligencia, de implicación política, de objetividad, de capacidad de amar. Así podría salvarse de la paranoia un individuo con productividad” (p. 27) así mismo, junto con esto el Dr. sugiere que la forma socialista de pensar sugerido por Marx, Meister Eckhart y Fromm tiene propuestas racionales que podrían resultar útiles y adecuadas.

Finalmente, cabe mencionar, que a lo largo de los seminarios, hemos encontrado un par de importantes propuestas complementarias a las anteriores junto con la productividad; y estas son la fe y la confianza; hemos estudiado que si un paranoico logra tener fe y confianza en alguien, como lo puede ser su terapeuta, la persona podrá dar pasos importantes en el camino a superar su paranoia.


Bibliografía:


-          American Psychiatric Association (2002). DSM-IV-TR. Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. Texto revisado. Barcelona: Masson

-          Aramoni, A. (2010). Algunas consideraciones útiles para la investigación sobre paranoias.México: DEMAC.

-          Cervantes, M. (1983). Novelas ejemplares. Madrid: Castalia.

-          Freud. S (1911 [1910]) Puntualizaciones psicoanalíticas sobre un caso de paranoia (Dementia paranoides) descrito autobiográficamente. En: Obras completas. Volumen 12. Buenos Aires: Amorrortu Editores.

-          García, S. y González, E. (Productores) y Bollaín, I. (Director). (2003). Te doy mis ojos[Película]. España: Alta Producción.

-          Ortíz, A. (Productor) y Ripstein, A. (Director). (1972). El castillo de la pureza [Película]. México: Estudios Churubusco.

-          Shakespeare, W. (2003) Otelo. México: Grupo Editorial Tomo

jueves, 21 de agosto de 2014

Locuras razonantes: pinceladas psicopatológicas



Desde Pinel a las actuales clasificaciones, se describe un cuadro 
clínico caracterizado por un sistema delirante más o menos 
sistematizado y lógico, de evolución crónica, pocas alucinaciones 
y sin evolución deteriorante, que Kraepelin ha estructurado con 
fuerza bajo el nombre de Paranoia. 

Si bien el término fue utilizado desde la antigüedad, 
el concepto de Paranoia, tal como lo conocemos ahora, 
fue delimitado entre el último cuarto del siglo XIX y el primero 
del actual. 

En el siglo XIII, los árabes ya mencionaban un cuadro clínico 
similar a la Paranoia sin llamarla de este modo, pero el 
paradigma lo constituían personajes de la literatura e 
históricos; así se dice que eran paranoicos Otelo y Don Quijote, 
como también Schumann, Rousseau y Mozart, de quien se dice que 
escribió su "réquiem" pensando en un complot para matarlo. 

En este trabajo, abordaremos lo imprescindible de la 
psicopatología y centraremos la atención en el desarrollo 
descriptivo del concepto en dos escuelas: la alemana y la 
francesa; dejando un poco de lado los importantes aportes de la 
escuela italiana y la anglosajona, hasta llegar apenas a la 
psiquiatría moderna con sus clasificaciones internacionales. 

Por otro lado, excede los alcances de este escrito, el desarrollo 
de la Paranoia en el campo analítico, que pensamos avanzó por el 
lado psicopatológico, entre otros, allí donde la psiquiatría 
había hecho tope. A partir de Freud y fundamentalmente con el 
psicoanalista francés J. Lacan, se dará nuevo impulso a esta 
estructura. 

viernes, 25 de julio de 2014

Memorias de un enfermo de los nervios



En la traducción de Ramón Alcalde, el presidente Schreber está otra vez entre nosotros, esta vez acompañado por un dream team que incluye a Sigmund Freud, al escritor italiano Roberto Calasso y al premio Nobel Elías Canetti, más una serie de documentos y apéndices que se fueron filtrando a lo largo de los años, cuando el presidente de Sala (en retiro) del Tribunal Superior de la provincia de Dresde ya era uno de los cinco casos clínicos del maestro vienés, y la familia del paranoico más famoso de la historia había renunciado a conocer el paradero de algunos de los (varios) ejemplares de la edición de las Memorias de un enfermo de nervios que en su momento (la familia) compró en bloque, se supone que con el objeto de hacer desaparecer al jurista de la memoria de sus contemporáneos o acaso de la memoria de los humanos.
Daniel Paul Schreber nació en Alemania en 1942, en el seno de una familia protestante y tradicional. Jurista casi por obligación, en 1884 fue objeto de los primeros síntomas de trastorno mental. Atendido por el neurólogo Paul Flechsig, consiguió mantener las formas, pero propuesto a presidente del Tribunal Superior en 1893, las perdió, y fue internado (por segunda vez), e inhabilitado siete años después. Entonces, redactó las Memorias…, publicadas en 1903. Esos siete años de delirio fecundo son la materia prima de las reseñas y del libro que conoce el psiquiatra suizo Carl Gustav Jung, que a su vez entera a Freud, quien escudado en su previo interés por la paranoia, lee, interpreta y con ellas sienta los fundamentos de una teoría general de la psicosis, contra la opinión de Jung y de Bleuler, pero con el asentimiento de Sabina Spielrein, una joven de origen ruso que analizada por el primero, se convierte en su amante y en psicoanalista, seducida por las hipótesis freudianas.
La publicación de las Memorias… permitió a Schreber salir del asilo y recuperar sus bienes, no por haber demostrado que no estaba loco sino porque su locura no era razón para justificar el encierro (o en los términos de Alcalde, las Memorias como “producto singular de un trabajo de escritura prolongado a través de distintas remodelaciones durante ocho años en una zona aledaña de la literatura; como un artefacto retórico-persuasivo; como proyecto práctico de alguien que recurrió al escribir y publicar para modificar en su favor una situación dada”).
Este libro sirvió también para desatar las disidencias que incubaba Jung respecto del “pansexualismo” freudiano. Y a Freud aclarar los puntos oscuros respecto del suizo: su gusto por el ocultismo, la mitología y la teoría de los arquetipos, fundamento del inconsciente colectivo. Jung no aceptó jamás la teoría de la libido freudiana. Y acaso esa posición operara como excusa para distanciarse del vienés.
Lo otro de la razón
Esa posición, deudora de un romanticismo tardío, también le impidió a Jung entender que la locura, la paranoia particularmente, está sostenida en una serie de premisas (una lógica estructural) que, sin importar la conclusión, porque lo que importa es menos la operatoria que el contenido, implica una racionalidad tan estricta para el sujeto que la soporta como para el que la escucha, pero no para todas las personas de buena voluntad arropadas bajo una simbología de universalidad improbable. Por el contrario, es en ese punto que Canetti transforma al delirio de Schreber en una oportunidad, para diferenciarse de la masa y para confrontar al poder.
Memorias de un enfermo de nervios, pagado por el propio Daniel Paul Schreber, fue publicado por el editor Oswald Mutze, de Leipzig, en 1903. Enseguida, desapareció de librerías y dispensarios, pero dos reseñas –informa Calasso– en 1903 y 1904, habrían llamado la atención de Jung, entonces residente en la clínica del Burgholzli, bajo la dirección, durante esos años, de Eugen Bleuler. La edición acá comentada incluye el texto de Freud (en la versión de López Ballesteros, no en la de John Strachey), que nada cambia de los conceptos puestos en juego por el inventor del psicoanálisis, excepto para ciertos profesores que imaginan a Calasso un aficionado que, como editor, no se habría tomado el trabajo de incluir la versión de Strachey, supuestamente más ajustada, de Observaciones psicoanalíticas de un caso de paranoia.
Es posible que Calasso sea un aficionado, pero en este caso no tiene demasiada importancia. Porque lo que sí tiene importancia, y los profesores no subrayan o directamente ignoran, es que esos conceptos componen una trama, aplastada por una psicología que Jacques Lacan devolvió a los cuarteles policiales para volver a los textos de Schreber y de Freud y encontrar la forma de proponer una cuestión preliminar al tratamiento de las psicosis, retomando también ciertos protocolos de la psiquiatría clásica –en la que se había formado– con el objeto de formular sus propias hipótesis al respecto, sin abandonar a Freud, incorporando hallazgos de Gaetan de Clérambault (voces, ecos, automatismo mental: fenómenos elementales capaces de desencadenar una psicosis), y manteniendo un silencio irónico sobre las interpretaciones que daban por hecho que en su escrito Schreber no decía nada de valor sino disparates, delirios, locura.
Calasso persigue, lee y ordena la cronología teórica de esa locura, con una sutileza que la reacción ilustrada, en cambio, entiende solo como una flor venenosa crecida en el pacífico jardín de la normalidad burguesa.
Estas Memorias…, prologadas e interpretadas, constituyen también un casus belli para la historia del psicoanálisis y más particularmente, para la historia de la cultura occidental y sus representaciones de la locura, considerada como “lo otro de la razón”.
La psiquiatría decimonónica piensa que el alienado no tiene arreglo. Si no tiene arreglo, es lo mismo que esté encerrado, arrastrando grilletes o abandonado. Pero si no tiene arreglo por otras razones, se está reconociendo que en la locura opera una racionalidad que está por descubrirse.
En ese intento se juegan Jean-Marie Charcot, Bleuler (su discípulo), Karl Abraham, Jung y Freud. “Hay tres maneras de pensar el fenómeno de la locura, una vez arrancado al universo de la magia o la religión –reza el Diccionario de psicoanálisis elaborado por Elizabeth Roudinesco y Michel Plon–. La primera consiste en hacerla entrar en el marco nosológico construido por el saber psiquiátrico, y considerarla una psicosis; la segunda apunta a elaborar una antropología de sus diferentes manifestaciones en las distintas culturas (etnopsiquiatría, etnopsicoanálisis, sociología, psiquiatría transcultural); la tercera, finalmente, propone abordar la cuestión desde el ángulo de una escucha transferencial de la palabra, del deseo o la vivencia del hombre loco (psiquiatría dinámica, análisis existencial, fenomenología, psicoanálisis, antipsiquiatría)”.
El psicoanálisis incorpora así, de esa manera, otro nombre: Lacan, que no dice de la locura más que lo que escucha en las presentaciones en Saint Anne. Al contrario que los antipsiquiatras ingleses –empujados por el aire de época–, el diktat represivo del capitalismo de posguerra, Ronald Laing, David Cooper y Morton Schatzman se convencen de que la familia es una estructura tóxica, que merece desaparecer porque –como en el caso de Schreber– puede hacer estragos.
El antropólogo Claude Lévi-Strauss, inmunizado contra entusiasmos efímeros, dice en alguna entrevista que esos muchachos han confundido la familia con el átomo de parentesco. ¿Alguien lo escucha? En 1973, Schatzman publica El asesinato del alma, dando por sentado que es la relación entre el padre de Schreber, un pedagogo e higienista formado en los principios de la moralidad prusiana, y el hijo, la que produce la locura del segundo.
Sin querer (o sin saber), el psiquiatra británico convierte al loco en un oráculo (como los niños prefreudianos), y desatiende la estructura narrativa de las Memorias…, de un rigor notorio, que avanza por afuera de la novela familiar del neurótico para dar lugar a una reflexión sobre el universo (de discurso) usando una retórica jurídico-mística sin par.
Frente a ese rasgo, Freud no cede pero reconoce sus límites. Escribe Calasso: “En efecto, si Freud ha sentido la necesidad de excusarse, en su ensayo sobre Schreber, por la monotonía de las interpretaciones psicoanalíticas, derivadas de una supuesta monotonía de la sexualidad, es porque también él se ha dado cuenta, en este caso, de la desproporción entre el material a interpretar y el resultado de la interpretación”.
La enfermedad del poder
Masa y poder, el libro al que Canetti dedicó buena parte de su vida, incluye a Schreber: la paranoia sería una enfermedad del poder, y si escribe “enfermedad” es porque el antagonista, en este caso, es Dios, la invención más sofisticada para sojuzgar a los humanos, subrogado la mayoría de las veces bajo las formas del complot o de la conspiración dirigidos contra las excepción a la masificación, Schreber, para el caso. Pero ¿cómo entender entonces este enunciado: “Nadie tiene una mirada más aguda que el paranoico o el poderoso, que, como ahora tal vez ya se querrá admitir, son lo mismo en el fondo”? Sólo por la tendencia, en uno y otro caso, a ser los únicos, “o bien, en la forma más suave, más frecuentemente admitida, el deseo de servirse de los demás para volverse el único con su ayuda”. Si así fueran las cosas, lo que Canetti no dice, no porque no lo sepa sino porque su tesis también pretendería ser única, es que para volverse único con la ayuda de los otros, también hace falta su complicidad, consciente o inconsciente. A menos que al Otro se lo nombre Dios.
La perspectiva de Freud es otra, no tanto respecto a la masa o el poder sino sobre la paranoia, esa mecánica supletoria que estabilizada por la escucha, quizá logre de un sujeto una producción que le permita estar en el mundo con las mismas garantías a las de quienes, conformes con alguna identidad, son capaces de despertar, después de una noche apacible y reconocerse los mismos del día anterior. Este libro es una referencia clínica y política capaz de orientar la exploración por el abismo de esa nada, sea nombrada como delirio o como poder.

http://zeitschriftpsicologia.zoomblog.com/archivo/2012/02/03/sobre-el-libro-de-Schreber.html