7 metáforas terapéuticas que nos ayudarán a entenderlo todo mejor
Las metáforas son un recurso muy extendido en terapia. Según Stephen R Lankton una metáfora es una forma lingüística que hace una comparación implícita entre dos entidades diferentes. Se ha comprobado que en el contexto terapéutico, las metáforas son un elemento esencial para que los cambios en el paciente se produzcan antes y a un nivel más profundo.
Ahora bien, estos recursos tan originales han de albergar una serie de características para que sean eficaces en el contexto clínico. En primer lugar, la metáfora ha de ser entendida por el paciente, por lo que su relato debe estar adaptado a su nivel de comprensión.
Por otro lado, se busca que la persona se vea reflejada en ella, de manera que entienda lo que le está ocurriendo y esta comprensión le motive a realizar el cambio terapéutico necesario.
A su vez, también debe tener una estructura de acción, de forma que en la narración se reflejen los pasos necesarios que el paciente tiene que emprender si quiere conseguir el cambio.
Debe ofrecer por último una solución o salida al problema, de forma que el paciente vea con claridad que los pasos que tiene que dar le van a llevar, si los hace de forma correcta, a solucionar el problema por el que está en consulta.
Las metáforas presentan al paciente una situación conocida, o mejor aún, vivida por él, que se asocia con el problema que presenta en la actualidad y que, además, ofrece una solución al mismo.
Algunas metáforas que podemos usar en terapia
El uso de las metáforas es habitual en la terapia de aceptación y compromiso (ACT). Estudios como el llevado a cabo por los doctores
Imagina que tu terapeuta y tú sois dos escaladores, cada uno subiendo por una montaña distinta, pero cercanas. El terapeuta puede ver un camino que puede ayudarte a subir mejor tu montaña. Ahora bien, pero no porque sea más listo que tú, ni porque la haya subido antes, sino porque está en una posición desde donde puede ver cosas que ahora mismo tú no puedes ver.
Finalmente, aunque el terapeuta indique el camino, tú eres el que tiene que subir la montaña. Por lo tanto, la ventaja del terapeuta respecto al paciente es la perspectiva.
El terapeuta puede ofrecerle una perspectiva al paciente con la que este no cuenta; será el paciente el que tenga que integrar esta información, con la que él ya tiene, para avanzar
Como su nombre indica, los pensamientos automáticos negativos aparecen en nuestra mente de forma automática porque han sido repetidos y repetidos durante mucho tiempo. Así, hemos creado un hábito de pensamiento.
Una metáfora que se utiliza mucho en terapia para explicar este fenómeno mental tiene que ver con algo que alguna vez nos ha pasado. ¿Qué ocurre cuando se funde una bombilla o se va la luz? Que entramos en una habitación y, a sabiendas de que la luz no va a encenderse, apretamos el interruptor. Pasa lo mismo que con los pensamientos, es algo que tenemos automatizado.
¿Una casa deja de tener valor si sus muebles son viejos, feos o están estropeados? La respuesta es no. La casa, tiene valor, independientemente de los muebles que contenga. La casa no son sus muebles. De la misma forma, el ser humano es valioso independientemente de sus pensamientos o sus actos puntuales.
La ansiedad es como estar sobre arenas movedizas: cuanto más luchamos en contra de ellas para salir de ahí, más ansiosos nos atrapa la ansiedad y más desesperada y enérgica es esa lucha.
Así, lo que recomienda esta metáfora es que cuando te encuentres en un estado de ansiedad debes tratar de relajarte, de actuar en contra de lo que “te pide el cuerpo”. Las adicciones son resultado de un intento de combatir la ansiedad que acaba produciendo más ansiedad.
Te han invitado a una gran fiesta: la boda de tu mejor amigo. Evidentemente, tienes muchas ganas de asistir, pero te has enterado de que va a ir alguien que no te agrada demasiado. Se trata de un compañero de trabajo del novio que te presentaron una vez y te cae bastante mal.
¿Vas a dejar de ir a la boda por ello? Supongo que tu respuesta será que no, ya que tienes muchas otras personas con las que disfrutar.
De la misma forma, las emociones negativas son como ese invitado: no porque ellas también hayan sido invitadas a la fiesta de nuestra vida tenemos que dejar de hacer cosas que nos importan.
Las emociones negativas son como el calor: muy desagradables. Seguro que no te dices a ti mismo que tener calor es horrible, insoportable o la guerra nuclear. Es molesto, pero sabemos que de vez en cuando hemos de pasar por ello, sobre todo en verano. No le damos más valor.
De la misma forma, las emociones negativas, existen y a veces las vamos a tener que experimentar. ¿Por qué no somos tan indulgentes con nuestros propios estados emocionales? Las emociones, al igual que el calor, un dolor de cabeza o un grano en la nariz, no son más que estados fisiológicos fastidiosos, pero no tienen mayor trascendencia que la de facilitarnos información.
Rodrigo Córdoba. Psicólogo y Psicoterapeuta. Página Web: www.rcordobasanz.es Asesoramiento Filosófico, Tratamiento de Trastornos de Personalidad, Dependencia Emocional, Ansiedad, Depresión.
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