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Paz y Ciencia

miércoles, 11 de junio de 2014

Lacan: exégesis de lo críptico



Su enseñanza está animada por un ideal de sencillez, como lo muestra la reducción del material que realizó progresivamente sobre el vocabulario freudiano, hasta introducir –en un número restringido- los términos de un álgebra, que son los conocidos matemas, algo muy cómodo en cuanto se conoce su manejo.

Evidentemente, su escritura es a menudo aforística, es decir, que de cierta manera esconde la articulación del razonamiento. Ocurre también que Lacan moviliza todos los recursos retóricos, homofónicos de la lengua cuando escribe. Ilustrando así en la forma misma de su discurso, la primacía del significante.

Es indiscutible que es difícil seguir el discurso de Lacan, y en parte eso se debe al contraste que existe entre la alta sistematicidad de su pensamiento, que refundió todos los términos sobre los cuales se apoya; y su estilo, que es un estilo de hallazgos, un estilo a la vez disgresivo y repentino. Si se quiere, uno nunca está seguro cuando Lacan emplea una palabra si hay que entenderla según el uso habitual, corriente de la lengua.

Es que él operó una refundición en el lenguaje que efectivamente exige un estudio. Además sus referencias teóricas son de gran amplitud y diversidad, tanto en la literatura como en la ciencia, en la topología y en la lógica. Efectivamente hay que seguir sus referencias, hay que leerlo, de a poco, sin prisa. Y no quiero desanimarlos con esto, al contrario. Hay que animarse.

La teoría de Lacan además presenta un carácter de sucesión, de continuidad que hace difícil captarla en sus pormenores, más aún si consideramos que es una obra que se desarrollo en 30 años, casi sin discontinuidad.

Es difícil distinguir estratos en este pensamiento (por eso siempre se recurre a estratificar de alguna manera una “primera enseñanza de Lacan”, su “última enseñanza”, etc.)

Es que se pasa a veces tan insensiblemente de un movimiento a otro en su enseñanza, que algunos pensadores proclaman su cambio de opinión haciendo de eso algo “negativo” -o al menos es un punto de cuestionamiento conocido. Pero aún así Lacan transforma su teoría sin desgarramiento, como por una deformación de tipo topológico. Y claro que ésta es una de sus dificultades.

Pero por otro lado, al mismo tiempo que existen estos deslizamientos, existen sin embargo esquemas, fórmulas, grafos, que constituyen topes que los frenan. Lacan pasa y vuelve a pasar por los mismos puntos, dándoles sucesivamente diferentes lecturas.

Entonces se tilda la teoría lacaniana como “imposible de conocer”. Y enhorabuena! Si pretendemos conocer algo de esta teoría no tenemos que pensar esto como un obstáculo, ya que el conocimiento no es la ciencia.

Esta es una diferencia fundamental en la epistemología de Lacan. Y acá se pueden abordar varios puntos que exigirían varios artículos aparte.


Pero sí quiero decirles uno: la teoría del conocimiento en sí siempre tuvo en la historia del pensamiento el ideal de unión entre sujeto y objeto. La teoría del conocimiento clásica supone un sujeto que conoce y un objeto conocido en una relación co-natural. La ciencia se distingue de entrada del conocimiento, aunque sólo sea por el hecho que construye su objeto. Y este es un principio que es específicamente lacaniano.


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