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Paz y Ciencia

domingo, 20 de mayo de 2012

La contribución de Harry Stack Sullivan a la idea psicoanalítica del hombre



Sullivan empezó de una manera interesante y convicente su labor con los psicóticos. Trabajando en el hospital "Santa Isabel" de Washington, pidió que le permitiesen hacer un experimento, concediéndole un pabellón para sus pacientes, en el que solo habría -era una condición suya- enfermos seleccionados e instruidos para tratar humanamente a los pacientes. En aquel entonces, no había psicoterapia ni fármacos, y él lo único que hizo fue poner en juego su personalidad, que era de grandísimo respeto entre los pacientes psicóticos, un comportamiento distinto. Y he aquí que aumentó considerablemente el número de curaciones espontáneas. Con solo no tratar mal a los pacientes, no humillarlos y tratarlos como personas, aquellos mejoraron. Así quedó a todas luces evidente que una psicosis no es algo físico, orgánico, y un cambio psicológico de este tipo puede provocar la curación de un paciente que, en un manicomio de aquella época, no habría hecho más que empeorar y hacerse crónico.
La importancia de Sullivan está en haber reconocido que lo decisivo no es la libido, el instinto sexual, sino la relación de una persona con otra, lo que él llamaba la relación interpersonal. Mientras que, para Freud, el meollo del problema era la atracción sexual del niño, o sea, el complejo de Edipo, Sullivan y sus discípulos no creían que este fuese el problema principal, ni que en realidad fuese el problema en absoluto. Su problema era lo patológico, lo peculiar de las relaciones personales de su familia que pudiera causar esquizofrenia. Aparte de Sullivan, otros brillantes estudios, especialmente de Ronald D. Laing, han mostrado cómo es en realidad la familia esquizogénica, que no es una familia particularmente malvada. Es una familia en la que reina un aburrimiento absoluto, un vacío absoluto, mortecina, sin relación verdadera de unos con otros. Y el niño padece hambre de relación personal.
Hoy todo el mundo sabe, en especial por haberlo confirmado los experimentos con animales, que el niño sufre un grave perjuicio para su desarrollo si desde el principio no tiene contacto físico con la madre o una sustituta. Es de necesidad vital para el niño. Esto todo el mundo lo sabe y lo acepta, pero muchos olvidan que la necesidad de este tipo de estímulo interpersonal al que se pueda reaccionar es igual de grande, y dura más tiempo, que esta necesidad primera de contacto físico con la madre. Si falta, el niño no muere, como en los casos extremos que ha descrito René Spitz, no se produce ese tremendo efecto fisiológico, pero sí es grave, y el niño se hace tan frágil, tan esquizoide y tan falto de relación que, al sufrir cierto grado de tensión, se quebranta y se convierte en esquizofrénico manifiesto.
Harry Stack Sullivan creó una terapéutica que no se basaba en entender la esquizofrenia como una enfermedad orgánica, sino como consecuencia de un proceso psicológico. Pues bien, esta ha sido una de las mayores reformas de la teoría freudiana. Freud declaró que no se puede ayudar al psicótico, que no se puede psicoanalizar al psicótico; en su opinión, es tan narcisista que no se puede crear una transferencia, él no entrará en esta relación de transferencia con el terapeuta. En realidad, sí puede decirse que un psicótico es una persona con un grado elevadísimo de narcisismo, es decir, que para él lo único real es lo que hay en su interior, lo que atañe a sus ideas y a su personalidad y no es real nada que corresponda al mundo exterior. Pero el esquizofrénico es también extremadamente sensible y muy capaz de reaccionar a los demás: con la condición de que seamos más sensibles que el término medio; entonces, él reaccionará. Incluso los catatónicos graves se enteran de lo que pasa y reaccionan a su manera, de modo que, después, cuando han salido de ello, cuentan lo que experimentaron y cómo entendieron lo que pasaba.
Sullivan fue el primero que devolvió a los psicóticos la dignidad de personas, y este es un nuevo aspecto importantísimo del psicoanálisis. Al fin y al cabo, tuvo que llegar la Revolución Francesa para verse liberados de sus cadenas, pero en algunos manicomios actuales tampoco les va mucho mejor, aunque no los tengan encadenados. Hoy todavía se considera a los psicóticos, y los consideran la mayoría de los psiquiatras tradicionales, unos chiflados, personas totalmente diferentes, que están en las nubes. Pocos psiquiatras son capaces de entender que todos nosotros tenemos algo de maniaco-depresivos. Y ciertamente, todos nosotros tenemos algo de paranoicos. Todos lo somos en parte, porque precisamente la paranoia es un estado simplemente con diferencias de grado. Hasta cierto punto, la llamamos normal y, si no la podemos soportar, la llamamos enfermedad. De modo que ninguno de estos estados psicóticos es de veras tan diferente, ni produce divisiones tan grandes entre las personas. Y un paciente psicótico, ni está deshumanizado, ni es inhumano, ni diferente del llamado paciente normal.

Erich Fromm: "El Arte de Amar". Paidós. 2012, Barcelona. Pp.: 65-68.

Sobre este escrito no tengo que poner ningún pero, desgraciadamente la concepción social y psiquiátrica con respecto a esta enfermedad no ha cambiado. Solo matizaré una cosa, es verdaderamente difícil hacer psicoterapia con una persona que está delirando. No puede pensar con claridad y, por tanto,  es más que complicado que pueda cambiar aquellas cuestiones de su modo de pensar que le llevan a sufrir. Por otro lado ese "narcisismo" de sobras conocido entre los clínicos es otro bastión con el que hay que lidiar. Son personas heridas y miradas socialmente de un modo inquisitivo que estimula su paranoia. Por otro lado, el hecho relacionado con que vivan más en su mundo interno que en el externo, es interesante en cuanto a que es como escuchar un sueño de un paciente normal, dicho lo cual, apelo a las últimas palabras de Fromm: " un paciente psicótico, ni está deshumanizado, ni es inhumano, ni diferente del llamado paciente normal". Atenderlos como personas, como seres humanos, que es lo que son, fue una conquista muy tardía. Sullivan y Laing, entre otros, lucharon por romper las cadenas metafóricas y de acero que aprisionaban a estas personas. Todavía hay que seguir luchando al respecto. Añadiré una cosa más, como psicólogo he tenido muchas experiencias al respecto y siempre lucho hasta el límite, momento en el cual, la persona desarrolla una transferencia primitiva muy intensa que acaba en algo muy difícil de manejar, sobre todo, trabajando con teléfono móvil. También han investigado mis datos fiscales y otras cuestiones así. En general, como con otros pacientes-personas, tengo que decir que la expreiencia es muy gratificante.
También debo decir que estas comunidades de Sullivan o Laing no se pueden hacer, aunque se trabaje en un hospital. Por lo menos en España. Quizá Fernando Colina siga intentándolo.
Por eticidad, prefiero que la persona con una de las muchas esquizofrenias, tantas como sujetos singulares que presentan el síndrome psiquiátrico, tomen medicación. Por una razón muy simple: esto mejora su calidad de vida. A veces sucede que el paciente se toma esto como que le estás tildando de loco, chiflado y todo este campo semántico de herencia antiquísima. Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo y Psicoterapeuta.

1 comentario:

Anónimo dijo...

que seria un paciente normal para el? y que anormal? grx.