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Paz y Ciencia

jueves, 23 de octubre de 2008

La raíz última de los males sociales: La Soberbia


Y Thomas More diría así: "Ésta (la soberbia) no mide la prosperidad por sus propias ventajas, sino por las desventajas ajenas. Ésta no querría siquiera que la hiciesen diosa como no quedasen miserables a los que mandar e insultar" pág. 206
"Lo que vuelve ávido y rapaz es, en el reino todo de los vivientes, el temor a la privación, o, en el hombre, la sola soberbia que tiene a gloria el sobrepujar a los demás en la ostentación de lo superfluo". pág. 144.
En ambos pasajes añade acto seguido que en Utopía se ha erradicado este vicio de las instituciones o merced a sus instituciones. Hasta aquí: Utopía, Biblioteca Literaria (Akal), Madrid, 1997.
En Introducción al Narcisismo (1914), Freud habla de narcisismo para referirse también a ésto: la envidia de los bienes del otro. Fragmento del tomo XIV de Amorrortu: “El narcisismo, en este sentido, no sería una perversión, sino el complemento libidinoso del egoísmo inherente a la pulsión de autoconservación, de la que justificadamente se atribuye una dosis a todo ser vivo” (pág. 71-72).
“Dos cuestiones que nos ponen en el centro de las dificultades del tema [se refiere al narcisismo]. La primera: ¿Qué relación guarda el narcisismo, de que ahora tratamos, con el autoerotismo, que hemos descrito como estado temprano de la libido?
La segunda: Si admitimos para el yo una investidura primaria con libido, ¿por qué seguiríamos forzados a separar una libido sexual de una energía no sexual de las pulsiones yoicas?
Sobre la primera pregunta, hago notar: Es un supuesto necesario que no esté presente desde el comienzo en el individuo una unidad comparable al yo; el yo tiene que ser desarrollado. Ahora bien, las pulsiones autoeróticas son iniciales, primordiales; por tanto, algo tiene que agregarse al autoerotismo, una nueva acción psíquica, para que el narcisismo se constituya” (pág. 74).
Por otro lado, en posteriores trabajos, Anna Freud, Margaret Mahler, Melanie Klein, Donald Winnicott, Alexander Lowen y actuales como Juan Manzano y Francisco Palacio Espasa ("La dimensión narcisista de la personalidad") se estudia el narcisismo en su dimensión libidinal y objetal. Uniéndolo al desarrollo evolutivo, donde se parte de un narcisismo primario donde toda la líbido está para dentro y se va vinculando al objeto gradualmente. Para Klein y sus seguidores desde el principio mismo hay relación de objeto y pulsiones de vida y muerte.
En un sentido psico(pato)lógico existe una excesiva polisemia del concepto. Otto Kernberg y Heinz Kohut son los que han estudiado y clasificado mejor dichas estructuras psico(pato)lógicas.
En definitiva, existen muchos significados de narcisismo, estudiar el narcisismo es estudiar la historia de la psicología y de la psiquiatría, y entender el narcisismo de un individuo puede que sea conocer también su historia, sus relaciones, sus síntomas, el concepto de sí mismo (self) y los trastornos cognitivos.
En el texto "La dimensión narcisista de la personalidad", de recomendable lectura, prologado por Jorge L. Tizón, se hace una distinción: el narcisismo persecutorio y el narcisismo maníaco.
Cito piezas de las páginas 74 y 75. Editorial Herder, 2008.
Desde el punto de vista pulsional, constatamos que en el narcisismo persecutorio la agresión y la destructividad hacia sí y hacia el objeto prevalecen sobre el investimiento libidinal, y esto se debe a un temor enorme a la dependencia, así como a la tan amenazadora angustia de abandono que ésta implica. De ello deriva una tendencia a ignorar el objeto con comportamientos agresivos, denigrantes y humillantes. En cambio, en el narcisismo maníaco, la líbido predomina en la catexis de sí y del objeto, lo que suscita una catexis de la actividad fantasmática y de la representación. Las ideas de grandeza y la megalomanía proceden en este caso de la sobrecatexis libidinal de sí identificada con el aspecto idealizado del objeto.
Desde el punto de vista de la relación de objeto, el narcisismo persecutorio se caracteriza por la ignorancia destructiva y/o denigrante; atacar activamente los aspectos del otro percibidos como idealizados es evitar tomar conciencia del lamentable sentimiento de envidia -muy kleiniano-.
En cuanto a la estructura, ambos tipos clínicos presentan una escisión del yo narcisista y del objeto en una parte idealizada y una parte desvalorizada. En el narcisismo persecutorio, la escisión del yo y del objeto es más marcada (menos integración) y los aspectos desvalorizados proyectados y evacuados sobre el objeto son atacados violentamente.
La regulación de la autoestima, deriva esencialmente en el narcisismo persecutorio, de esta identificación con el objeto idealizado-perseguidor y de la denigración activa de los aspectos buenos e idealizados del otro (autarquía); en el narcisismo maníaco, procede de la identificación-fusión con el objeto idealizado, reforzado por la admiración de los otros.
EL funcionamiento cognitivo del narcisismo persecutorio es obstaculizado y empobrecido por el ataque permanente del pensamiento; el del narcisismo maníaco lo es por la "creencia" en la no-diferencia entre sí y el objeto.

Sobre el mito: http://es.wikipedia.org/wiki/Narciso_(mitolog%C3%ADa)
Arriba "Narciso" de Caravaggio. 1595. Palacio Barberini de Roma.

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