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Paz y Ciencia

miércoles, 6 de agosto de 2008

Las versiones del consumo


El consumo de drogas supone quiebras en la identidad, en la personalidad, en la familia, en los vínculos, en la sociedad, en el sistema y en el cerebro, esto último ha sido investigado por la psiquiatría biológica y todo lo anterior es vivido en el seno de familias que progresivamente van deteriorándose, acompañando el vals de la muerte del propio cuerpo.

Empecemos con la identidad; se empieza a consumir en épocas donde se esta moldeando el autoconcepto, el self, la imagen que se tiene de sí mismo, las drogas desenfocan y descentran de lo que uno es en potencia y acto, alejando del núcleo del yo la vista y dirigiéndola a objetos, llamémosle alucinados, en un sentido laxo.

La personalidad, como corolario del temperamento y el carácter va siendo forjada por lo biológico y lo psicosocial, la droga destroza núcleos neuronales y produce efectos, secuelas y focos irritativos, en definitiva sensibiliza el órgano y la función. Y deforma la personalidad, acentuando la impulsividad, la baja tolerancia a la frustración, la inestabilidad, la tendencia antisocial y otros rasgos que pueden cristalizar en un trastorno de personalidad.

La familia se ve arrasada, generalmente es un problema difícil de gestionar, salidas intempestivas, comportamiento errático, agresividad, peleas, hurtos. Todo ello mina la confianza en los miembros de la familia, ataca al narcisismo sano que pueda existir y va edificando una muralla de narcisismo maligno construido con la propia sustancia, por tanto son mimbres perversos que llevan a la destrucción del propio sistema y de los individuos que la componen.

Las relaciones más importantes se acaban degradando, el amor deja de tener importancia, sólo opera el amor a uno mismo a través del fetiche droga, quien sirve como recuerdo simbólico de ese algo de lo que no se puede proveer en la vida real, por otro lado el refugio en la droga puede acabar siendo una defensa maniaca (Klein, Winnicott). La droga, como sustancia, no tiene ninguna connotación, es el consumo tamizado (difícil en la mayoría de drogas) lo que provoca, sin lugar a dudas el holocausto psicológico, familia y social. Es de destacar que aquellos que barajan datos de patología dual (adicción-trastorno mental), conectado a la teoría de la automedicación, unida, a su vez, al consumo como refugio. Si somos un pelín delicados atenderemos al mundo interno de la persona que consume, allí podremos comprobar el grado de soledad y persecución vívida, unos antiagonistas jamás serán eficaces allá. Sería interesante llevar a estadísticas los sueños truncados de quienes consumen. Abre los ojos.

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