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martes, 16 de marzo de 2021

Amor: Vidas Desperdiciadas

 


Zygmunt Bauman, por Gusi Bejar

Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo y Psicoterapeuta. [Online Y Offline] Zaragoza Teléfono: (+34) 653 379 269  rcordobasanz@gmail.com Página Web: Zaragoza Psicólogo


¿Liquidez o liquidación del amor? ¿Hemos acabado con el amor a base de conferirle flexibilidad, falta de consistencia y duración a nuestros vínculos afectivos? En esta nueva entrega de sus atinadas observaciones sobre los cambios de actitud y mentalidad que comporta la sociedad globalizada, Bauman escoge como protagonista principal a las relaciones humanas, profundizando en las paradojas del eros contemporáneo, siempre avaro de seguridad en el trato con los demás, derrochador en la búsqueda de oportunidades más atractivas y, al mismo tiempo, temeroso de establecer lazos fuertes.

Es la angustia ambivalente del querer “vivir juntos y separados” lo que constituye para el prestigioso sociólogo polaco uno de los elementos más destacados de la condición humana actual, que aquí examina con lujo de detalles, del sexo sin compromiso a las parejas semiadosadas.

Pero Bauman hace algo más que limitarse a constatar esta situación o a divagar acerca de las peculiaridades del amor y la sexualidad en nuestros días, por más que su libro tenga un confesado carácter fragmentario. Sus consideraciones sobre esta nueva fragilidad de los vínculos amorosos pretenden ser, ante todo, una llamada de atención acerca del preocupante desmoronamiento de la solidaridad en una sociedad cada vez más individualizada, donde el amor al prójimo se ve sustituido por el miedo al extraño.
Con el análisis de dichas paradojas del amor en tiempos de fuerte disolución de los vínculos sociales, Bauman vuelve así a ejemplificar diversos pormenores de su conocido diagnóstico sobre la ambigöedad inherente a esta etapa de la modernidad que él suele calificar como “líquida”. La novedad de su libro, publicado originalmente en inglés en 2003, lo es, por tanto, más por extensión del campo de aplicación de sus tesis que por intensión, puesto que Bauman ya había definido suficientemente esta especificidad de nuestro tiempo en obras anteriores como Modernidad líquida (2000). Allí, en efecto, se había referido ya al contraste entre la primera modernidad o modernidad en su fase “sólida” -donde la labor ilustrada de desintegración de las autoridades y lealtades tradicionales se efectuó básicamente a fin de dejar sitio a principios más sólidos y duraderos- y la nueva fase desplegada a lo largo del siglo XX, donde la emancipación de la economía de sus antiguas ataduras propició la extensión de una racionalidad instrumental, guiada por el puro cálculo de beneficios, a todos los ámbitos de la vida. Amparada en una presunta defensa de la libertad individual, la creciente desregulación o “flexibilización” de mercados y puestos de trabajo ha venido desposeyendo desde entonces a los antiguos Estados-nación de su capacidad para intervenir frente a los poderes económicos globales, al tiempo que la quiebra del viejo núcleo de creencias compartidas por la totalidad social ha ido forzando a los individuos a buscar soluciones privadas a los problemas públicos, generando ese nuevo territorio de lo que Bauman llama “políticas de la vida”, donde florecen alianzas tenues e intercambios fugaces.

Disueltos los nexos entre elecciones personales y acciones colectivas, el espacio de la modernidad se fluidifica y vuelve inestable. La liquidez de la modernidad es resultado, así pues, de su privatización y es por este motivo por lo que Bauman analiza la especial fragilidad que revisten hoy día los vínculos humanos como un caso destacado de la lógica del consumo que rige esta sociedad.

Ello, unido a la ya mencionada fragmentariedad del discurso, puede desorientar un tanto al lector no familiarizado con la obra de Bauman, quien en el primer capítulo inscribe sus reflexiones en una larga y venerable tradición, que, de Platón a Freud, ha indagado en la naturaleza última del amor. Muchas de las apreciaciones de ese primer capítulo parecen oponer a las “relaciones de bolsillo” de nuestro tiempo (relaciones que uno se guarda sin cultivarlas a diario, sólo para sacarlas cuando hace falta), con inequívoco tono de reproche, un modelo de amor “eterno” algo trasnochado. Conviene no olvidar, sin embargo, que el objetivo final de Bauman es dilucidar cómo la urgencia consumista, al permear todas las esferas de nuestra existencia, distorsiona igualmente el terreno de los afectos, forzándonos a pensar las relaciones en términos de costes y beneficios. Quiere inspirar una ética responsable y solidaria, sin que el suyo sea el discurso de un moralista escandalizado por la promiscuidad actual. Precisamente el hecho de haber intentado afinar la esquemática distinción entre modernidad y postmodernidad nos advierte de que Bauman es consciente de que la crisis y fluidificación de las relaciones afectivas es un fenómeno experimentado desde la primera modernidad.

Tal fue ya, por remontarnos a un ejemplo destacado, el tema de la gran novela de Goethe, Las afinidades electivas, que exploró cómo la extraña química del deseo impulsaba a algunas parejas a disolver sus otrora firmes lazos amorosos y a entablar nuevas relaciones. El trágico desenlace de los personajes arrebatados por la pasión era una advertencia del gran poeta del clasicismo alemán para que el individuo se contuviera en los límites de una personalidad armoniosa, con una identidad centrada en sus compromisos sociales y profesionales, tal como luego teorizara Max Weber en La ética protestante y el espíritu del capitalismo. Hoy, en cambio, la ética del trabajo y la fidelidad a la profesión han sido reemplazadas por una estética del consumo y su diversidad de ofertas (comerciales, laborales, sentimentales).

Esto es verdaderamente lo que preocupa a Bauman: lo que se esconde tras tanta fluidez e inconstancia. No el que nuestros deseos fluctúen o el que vivamos varias historias de amor, sino más bien el que todas esas vidas e historias posean el carácter de simulacros, de “vidas desperdiciadas” también, al fin y al cabo como las de otros parias de la modernidad, porque en ningún caso estamos dispuestos a asumir un compromiso duradero. Aquí radica el punto doliente de los amores líquidos del presente, en el hecho de que el arte de romper las relaciones y salir ileso de ellas supere ampliamente al arte de componer las relaciones, según se aprecia en las páginas de tantas revistas del corazón o en las recetas de tantos gabinetes de autoayuda, que nos adiestran sobre el nuevo espíritu de los vínculos afectivos. Simplemente se trata de aprender a preservarnos, como consumidores de otros que no quieren gastarse a sí mismos. El auge de esos consultorios para la vida feliz -tema sobre el que también acaba de publicar un libro excelente Francisco Vázquez García (Tras la autoestima. Variaciones sobre el yo expresivo en la modernidad tardía), la fascinación por los contactos a distancia que permiten las nuevas tecnologías o la obsesión por la fama inmediata de los más celebrados concursos televisivos (que destilan un único mensaje: competir e imponerse al resto es la clave del éxito) son algunos ejemplos destacados de esta nueva sensibilidad. Mediante ellos, Bauman explica la importancia decisiva que hoy adopta el tema de las “relaciones”, así como la extrema ambivalencia y ansiedad con que nos enfrentamos a ellas.

Con su habitual talento, buena pluma y agudeza crítica, Bauman ha escrito un nuevo capítulo de esa historia oculta de nuestra modernidad tardía, que Erich Fromm describió en términos de “miedo a la libertad”. Deudor del análisis de la sociedad disciplinaria de los frankfurtianos y Foucault, ha acertado a desenmascarar la rigidez que sigue latiendo en esta sociedad aparentemente tan flexible y le ha puesto nuevo, rotundo título: miedo al amor.

Vidas desperdiciadas
El análisis de los miedos e incertidumbres que atenazan al hombre contemporáneo emprendido en Amor líquido tiene su continuación en la temática de Vidas desperdiciadas, obra recientemente traducida también al castellano. Para Bauman, la paradoja suprema de la cultura de los residuos en que vivimos se resume en la circunstancia de que esos productos de consumo que desechamos a diario simbolizan asimismo nuestra propia obsolescencia y desechabilidad. La angustia de sentirnos superfluos, inútiles y rechazados debería incitarnos a una búsqueda más humilde y solidaria del abrazo humano, sugiere este profesor emérito de las Universidades de Leeds y Varsovia. Sin embargo, el homo oeconomicus y consumens de nuestro tiempo, que todo lo valora en términos de rendimiento y beneficio, ha distorsionado por completo ese precepto fundante de toda civilización que exige amar al prójimo. Temeroso él mismo de ser consumido y luego arrojado a la basura, se parapeta tras los muros de la privacidad y procura que nada, ni siquiera el amor, le altere y le haga sentir extraño, entablando con los demás una versión más de ese juego de la convivencia humana que a diario nos enseñan los diferentes programas estrellas de la tele-realidad, donde la supervivencia es la meta y ganar dicho juego pasa por saberse servirse de los otros para explotarlos en beneficio propio, evitando el destino final de los desechados.


lunes, 1 de julio de 2013

Erich Fromm en la posmodernidad

 

Rescatar a Fromm


Por Alejandro Vainer - Publicado en Agosto 1998

I-
Estos "Tiempos (pos)modernos", que nos convencen de la fascinación por los últimos gritos de la moda (ya sean nuevas tecnologías o el último fármaco milagroso), trabajar sobre Erich Fromm pareciera un anacronismo. Para muchos todo lo que no es "nuevo" se debiera desechar. Pero quizá no todo lo que nos antecede sea para descartar, y ni siquiera viejo. Resistir a esa tendencia hegemónica actual, marcando la vigencia de cierto pasado es el objetivo de estas líneas.

II-
Las múltiples ideas de Erich Fromm nunca llegaron a atravesar fuertemente al medio "psi" argentino. Fue un autor leído hasta 1966 en la naciente Facultad de Psicología pero en ese año, con "la noche de los bastones largos" quedó por fuera de la bibliografía.
Su entrada había sido a manos de la sociología, vía Gino Germani (prologador nacional de "El miedo a la libertad"). Pero se fue convirtiendo (dentro del medio psi) en un "psicoanálisis aplicado de divulgación", muy leído a lo largo de varios años. Tenía casi todo para convertirse en un innombrable (para los "psi" locales): psicoanalista "culturalista" americano (o "neofreudiano"), marxista, judío creyente y humanista (varias "malas palabras" juntas para las sucesivas hegemonías del campo).
Más allá de eso, Fromm sí atravesó la cultura (y no sólo argentina) de toda una época. La cuestión hoy es: ¿Quién se acuerda de los planteos y acciones de Erich Fromm? ¿Tienen vigencia sus desarrollos teóricos y técnicos?

III-
Fromm nació con el siglo en Frankfurt, Alemania, en el seno de una familia judía tradicional. La imborrable influencia de su niñez y adolescencia fue la tradición judía ortodoxa, con un estilo de vida ligado a sus antepasados rabínicos. Un mundo lleno de dichas lecturas, y alejado de los ideales capitalistas de aquella época. Sus maestros talmúdicos sellaron una marca indeleble. Hasta mediados de los años ’20 se interesó por las tradiciones y maestros del judaísmo. Los profetas fascinaron a Fromm a lo largo de su vida y su obra, fueron su primera fuente de pensamiento.. Su concepción de humanismo derivó en parte de estas experiencias.
Realizó estudios de psicología, filosofía y sociología en Heidelberg. Se graduó a los 22 años con una tesis doctoral: "La ley judía. Una contribución a la sociología de la diáspora". En esta formación lo impactaron Aristóteles, Spinoza, pero especialmente Karl Marx, segunda y fundamental fuente de sus ideas. Pero un Marx que siempre estará dentro de la Teoría Crítica de la llamada Escuela de Francfurt.
En la mismo ciudad conoció a quien sería su primera analista, luego su primera esposa: Frieda Reichmann. Ella lo introdujo en el psicoanálisis, la tercera y tal vez decisiva fuente de sus pensamientos. Había abierto un "sanatorio que era una especie de pensionado y de hotel judeo psicoanalítico en el que imperaba una ‘atmósfera casi de culto’ y donde todos eran analizados por Frieda Reichmann" Ellos dos abandonarían posteriormente la praxis religiosa. Pero no fue sólo el psicoanálisis el que contribuyó a que Fromm dejara la ortodoxia; paralelamente entra en contacto con el budismo en 1926, al que sientió como una especie de revelación. Posteriormente se contactaría con la obra de D.T. Suzuki, con quien luego de muchos años escribiría "Budismo Zen y Psicoanálisis".
Fromm prosiguió y culminó la formación analítica en el prestigioso Instituto de Berlín, donde se relacionó con muchos de sus futuros compañeros y rivales.
Desde fines de la década del ’20 intentó la síntesis del citado judaísmo, marxismo y psicoanálisis con una obra tan vasta como consistente. Quizá los intentos de síntesis propia y creativa de estos pensamientos fueron el camino que construyó a lo largo de toda su trayectoria.
Varios hechos se sucedieron en su vida: integra el Instituto de Investigación Social, (con M. Horkheimer y otros), dentro de la cual realiza una de las primeras investigaciones sociopsicológicas: sobre la postura política de los trabajadores y empleados de la República de Weimar, además de comenzar con sus estudios sobre el autoritarismo. En 1931 enfermó de tuberculosis pulmonar, lo que lo llevó a estar un año en Suiza para su cura. En ese momento se divorció. En 1933 K. Horney lo invitó a Chicago para dar unas conferencias. En 1934 se mudó a Nueva York, en vista de la situación existente en Alemania. Vivió allí hasta 1949, año en que se traslada a México (a raíz de la enfermedad de su segunda mujer), donde luego fundó la Sociedad Mexicana de Psicoanálisis. Pero siempre siguió manteniendo contacto con los Estados Unidos. En la década del ’70 se mudó a Suiza ,por problemas de salud, donde falleció en 1980.

IV-
Las críticas de Fromm al psicoanálisis "oficial" comenzaron a partir de la década del ’30.
Por un lado su conocido abandono de la teoría de la libido (cuya discusión merecería otro trabajo), para poder entender al individuo más allá de los conflictos libidinales. En ese punto acentuó las determinaciones económicas y sociales, "abandonando" a la libido. Pero debemos considerar que en ese momento la libido era pensada meramente como una fuerza biológica, a la cual oponían como términos antitéticos y excluyentes los determinantes sociales.
Pero por otro lado, siendo este hecho mucho menos conocido, Fromm vivió practicando el psicoanálisis. Tras 10 años de práctica "ortodoxa" del psicoanálisis, lentamente comenzó con cambios en su forma de trabajo acordes a las nuevas ideas que iba produciendo. No se encuentran muchos escritos sobre este tema, pero sabemos que Fromm dedicó las tardes de su vida a la práctica clínica. Es desde allí donde fue elaborando las concepciones que leemos en sus textos.
En este sentido fue consecuente con sus propias ideas (desarrolladas en su obra) y su trabajo analítico. Se fue oponiendo a una práctica intelectual, de reconstrucciones históricas, predominante de la época. Su técnica fue tornándose más activa: "La meta más importante de su terapia psicoanalítica es hacer que el paciente experimente su realidad inconsciente, antes que teorizar sobre la misma" Su idea era que el psicoanálisis penetre rápidamente hacia el centro de la vida del paciente (no que espere la resistencias, sino que se encuentre con lo resistido), y para ello rechazaba la idea de un psicoanalista silencioso y pasivo. Era un psicoanalista comprometido. Desde ya, y en concordancia con las ideas que desarrolló desde "El miedo a la libertad", no será la adaptación la meta del proceso terapéutico. Por el contrario, Fromm apostará a promover el proceso de individuación y la consecuente libertad, que implican necesariamente soledad y angustia por el encuentro con sí mismo y con los otros.
Como se notará, está en las antípodas de lo que en Argentina se conoce como "psicoanálisis norteamericano" (al que erróneamente se identifica con una de sus ramas: la psicología del yo). Esta ignorancia iguala ideas y prácticas que en realidad se oponen. Porque ese tipo de psicoanálisis (adaptacionista)será el que Fromm atacará a lo largo de su vida.

V-
Hay ciertas actitudes de Fromm que vale recordar:
En la década del ’30 se fueron produciendo las ideas que se convertirán en el primer libro de Fromm, "El miedo a la libertad" (1941); libro que publicará antes de "terminar" sus ideas, a raíz del momento histórico (la posibilidad que triunfe el fascismo en el mundo). El texto es una apuesta política: "Los actuales sucesos políticos y los peligros que ellos entrañan para las más preciadas conquistas de la cultura moderna –la individualidad y el carácter singular y único de la personalidad -, me decidieron a interrumpir el trabajo relativo a aquella investigación más amplia para concentrarme en uno de sus aspectos, de suma importancia para la crisis social y cultural de nuestros días: el significado de la libertad para el hombre moderno" Por lo tanto, el compromiso de Fromm contra el fascismo le hace anticipar sus ideas sobre la estructura del carácter del hombre moderno. Desde ese entonces, fue uno de los pocos psicoanalistas que sostuvo su implicación (y no una supuesta "neutralidad")con la sociedad en que vivía.
Es interesante recordar que Fromm luchó también incansable e infructuosamente (fuera y dentro de varias instituciones que debió ir abandonando) por la aceptación del ejercicio del psicoanálisis para los no médicos en Estados Unidos. Allí exclusivamente los médicos podían ser psicoanalistas (otro de los benditos "modelos" importados por nuestro país). Siempre fue un obstáculo su propia condición de "lego", y mantuvo su insistencia en la formación de psicoanalistas no médicos, siendo absolutamente freudiano en ese caso. En ese sentido es llamativo que la mayoría de los psicoanalistas emigrados a los Estados Unidos, - y maestros allí- no hayan sido médicos.
Fromm había sido excluido de la Sociedad Psicoanalítica Alemana por su condición de judío en 1934. Luego descubrió que también había sido excluido de la IPA , aunque era miembro de la Sociedad Psicoanalítica de Washington (y de la más alta categoría). Para volver a la IPA debía solicitar nuevamente el ingreso y someterse al Comité de Selección (en 1951, Congreso de Amsterdam). Su negativa al proceso lo excluyó definitivamente de las discusiones dentro de la IPA, y del psicoanálisis oficial. En 1953 envió una carta de protesta diciendo: "En verdad no se trata tanto de la cuestión de querer convertirme en miembro de la IPA, sino más bien de enterarme de las razones por las cuales he perdido mi condición de miembro".
También es poco conocida su diversa participación política. En la década del ’50 se afilió al Partido Socialista de los Estados Unidos, pero renunció tras notar que la burocracia desatendía a las bases del Partido. Luego tomó otras políticas como la publicación y difusión de posiciones sobre problemas de la época. Militó posteriormente en Movimientos por la paz y el desarme. Su libro "¿Podrá Sobrevivir el Hombre?" sintetiza sus posturas y propuestas.
En 1968 apoyó activamente la campaña por la nominación para la presidencia del senador demócrata E. MacCarthy (reconocido humanista, según Fromm), acompañando su campaña con variados discursos y textos. Un infarto lo obligó a abandonar dicha actividad.
Por último, en la década del ’70 se opuso a la utilización de la violencia como instrumento de cambio social, ante el pedido de entrevistarse y ayudar a detenidos políticos alemanes.

VI-
En estos tiempos no podemos darnos el lujo de dejar de lado trabajar pensadores del psicoanálisis y sociedad como E. Fromm. Su descripción del tipo de sociedad que resultó triunfante a fin de siglo es tan actual que sorprende. Tal vez debamos repensar sus teorizaciones y propuestas, pero su observación es implacable:
"¿Qué tipo de hombre, pues, requiere nuestra sociedad para poder funciona bien, sin roces? Necesita hombres con los que se pueda cooperar fácilmente en grupos grandes, que quieran consumir cada vez más y que tengan gustos normalizados, fáciles de prever e influir. Necesita hombres que se crean libres e independientes, no sometidos a ninguna autoridad, ni principio, ni moral, pero que estén dispuestos a recibir órdenes, que hagan lo que se espera de ellos y que encajen sin estridencias en la maquinaria social; hombres gobernables sin el empleo de la fuerza, obedientes sin jefes y empujados sin más meta que la de seguir en marcha, funcionar, continuar..."
"En esta nueva sociedad de la segunda revolución industrial, el individuo desaparece. Queda completamente enajenado. Está programado por los principios de la máxima producción, el máximo consumo y el mínimo roce. Y trata de aliviar su aburrimiento con toda clase de consumo, comprendido el consumo de sexualidad y estupefacientes. Y de esto se servirá la tentativa de dar un buen funcionamiento al hombre como parte de la mega máquina, junto con la posibilidad de utilizar la neurología y la fisiología para hacerle cambiar de sentimientos, además de manipular su pensamiento mediante las técnicas de sugestión."
Estas certeras descripciones sobre la subjetividad actual no dejan de impactar. ¿Un Erich Fromm para el 2000? El rescate recién comienza.
Quizás - como en el psicoanálisis -, nuestro futuro lo encontremos en hacer trabajar algo del pasado olvidado.

http://youtu.be/4BxTsqrlBZM La mejor balada de Barón Rojo -Hijos de Cain-

viernes, 24 de mayo de 2013

El Miedo a la Libertad



EL MIEDO A LA LIBERTAD

Una vez que hallan sido cortados los vinculos primarios que proporcionaban seguridad al individuo, una vez que este, como entidad completamente separada, debe enfrentar al mundo exterior, se le abren dos distintos caminos para superar el insoportable estado de soledad e impotencia del que forzosamente debe salir.

Siguiendo uno de ellos, estar en condiciones de progresar hacia la "LIBERTAD POSITIVA"; puede establecer expontaneamente su conexion con el mundo en el amor y el trabajo, en la expresion genuina de sus facultades emocionales, sensitivas e intelectuales: de este modo volver a unirse con la humanidad, con la naturaleza y consigo mismo, sin despojarse de la integridad e independencia de su yo individual. El otro camino que se le ofrece es el de retroceder, abandonar su libertad y tratar de superar la soledad eliminando la brecha que se ha abierto entre su personalidad individual y el mundo. Este segundo camino no consigue nunca unirlo con el ambiente de aquella misma manera en que lo estaba antes de emerger como "individuo", puesto que el hecho de su separacion ya no puede ser invertido; es una forma de evadir una situacion insoportable que de prolongarse, haria imposible su vida.

Este camino, por lo tanto, se caracteriza por su caracter compulsivo, tal como ocurre con los estallidos de terror frente a alguna amenaza; tambien se distingue por la rendicion mas o menos completa de la individualidad y de la integridad del yo. No se trata asi de una solucion que conduzca a la felicidad y a la libertad positiva; por el contrario, representa, en principio, una pauta que puede observarse en todos los fenomenos neuroticos. Mitiga una insoportable angustia y hace posible la vida al evitar el desencadenamiento del pa nico en el individuo; sin embargo, NO SOLUCIONA EL PROBLEMA subyacente y exige en pago la adopcion de un tipo de vida que, a menudo, se reduce unicamente a actividades de cara cter automatico o compulsivo.


Quien era?
Erich Fromm Psicoanalista norteamericano de origen alemán. Murió en Muralito, Tesino, 1980. Miembro de la escuela de Frankfort. Preconizó la adaptación del psicoanálisis a la dinámica social y presentó sus concepciones del hombre y de la sociedad como una síntesis de Marx y Freud(Alemania, 1900)

lunes, 12 de noviembre de 2012

A menudo es más seguro estar encadenado que ser libre

Erich Fromm (1900-1980) fue un psicólogo y filósofo alemán de origen judío, como Kafka, que escribió entre otras obras El miedo a la libertad. En ella el autor estudia la situación del hombre en la sociedad de su época, que es totalmente aplicable a la sociedad de nuestros días. El ser humano se ha liberado del vasallaje de la Edad Media, pero pierde la libertad individual al caer en el consumismo de la sociedad actual. El autor divide al ser humano en dos partes: - Su instinto animal que le permite sobrevivir. - La incapacidad de adaptarse a la sociedad en la que le ha tocado vivir. Lo ideal sería combinar estas dos dimensiones: no renuncies a nuestros instintos, a lo más puro que anida en nosotros, repetando al mismo tiempo la libertad de los demás. Cuando logramos esto en el amor, nuestra pareja puede pervivir de forma ilimitada. Deberíamos cambiar las cómodas cadenas por un libre caminar juntos, sumando cada instinto y perspectiva. Erich Fromm: "El credo de un humanista"