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Paz y Ciencia

miércoles, 7 de octubre de 2020

Walter Riso. Soledad

 


Walter Riso nos enseña que el apego es una vinculación obsesiva hacia alguien o algo. Cuando nos apegamos, tenemos la tendencia a creer que esa persona u objeto nos hará totalmente felices, nos dará seguridad y además es lo que aportará sentido a nuestra vida.

“Si no eres capaz de amarme como merezco, mejor vete, ya habrá quien sea capaz de disfrutar lo que soy”

-Walter Riso-

En realidad esta es una idea falsa, producto del hiperromanticismo, que puede llevar a la persona a sufrir de celos patológicos, dependencia emocional, falta de identidad… Hay varias maneras de saber si estamos apegados a alguien o algo:

  • Saber ver si tu deseo es o no insaciable: si no te sacias nunca y necesitas más, estás sufriendo de apego.
  • Si has perdido el autocontrol: si ya no eres dueño de tu propia conducta, sino que eres un esclavo de ese apego.
  • En el momento en que estar sin ese objeto de deseo te provoca un malestar intenso.
  • Si persistes apegado a ese algo, a sabiendas de que es dañino para ti.

2. Diferenciar el ser del tener

Una de las claves del crecimiento personal es saber valorarnos por lo que somos, por nuestros valores, nuestros principios, nuestra esencia, y no por lo que tenemos. Cuando nos valoramos según lo que poseemos ponemos la felicidad en el exterior, por lo que siempre seremos dependientes. Hay que ser conscientes de que somos más de lo que tenemos y tenemos valor por quienes somos.

3. Diferenciar el Yo ideal del Yo real

Nuestra inseguridad nace siempre de la distancia entre el yo real y el yo ideal. El yo real es lo que soy, mientras que el yo ideal es quien queremos llegar a ser. El problema es que muchas veces ese yo real está distorsionado y tendemos a fustigarnos.

Por eso, nos fijamos solo en nuestros defectos sin ser capaces de percibir nuestras virtudes. Por otro lado, también tendemos a crearnos metas irrealistas y demasiado exigentes, por lo que la distancia entre el yo real y el ideal se hace demasiado larga.

4. No confundir amor con obsesión

El “solo pienso en ti”, “todo me huele a ti” o “no puedo vivir sin ti” denotan obsesión y no amor, y cuando hay obsesión el amor deja de funcionar.

Se hace necesario que los amantes comprendan que han de disfrutar con el otro, entusiasmarse con él, pero sin depender de él y desde luego, sin llegar a perder nuestra propia identidad. Somos individuos que hemos decidido anudarnos con otra persona y que mañana nos podemos desanudar.

“Sabrás que te aman de verdad cuando puedas mostrarte como eres y sin miedo a que te lastimen”

-Walter Riso-

6. Enamorarnos primero de nosotros mismos

La sociedad nos enseña que hay que sacrificarse y cuidar de los demás antes que de nosotros mismos y Riso nos inculca que realmente somos nosotros el punto de referencia.

Hacerse amigo de la soledad afectiva

Nos han querido vender que estar solo es como estar incompleto y hemos llegado incluso a sentir lástima cuando hemos visto a personas ir sola al cine o tomando un café. Pero la soledad no es mala, la soledad nos permite estar con nosotros mismos, tener nuevas ideas, tener libertad absoluta…

La soledad, en realidad, solo te puede doler cuando tú piensas que tu realización personal depende de tener a una pareja a tu lado y esto no es más que una falsa idea, perpetuada por la sociedad. Por lo tanto, es bueno pasar por momentos en los que nosotros seamos nuestra única compañía, aunque tengamos pareja, practicarla y hacerse amigo de ella, sin miedos.

"La soledad impuesta es desolación, la soledad elegida es liberación". Walter Riso

Nos han querido vender que estar solo es como estar incompleto y hemos llegado incluso a sentir lástima cuando hemos visto a personas ir sola al cine o tomando un café. Pero la soledad no es mala, la soledad nos permite estar con nosotros mismos, tener nuevas ideas, tener libertad absoluta…

La soledad, en realidad, solo te puede doler cuando tú piensas que tu realización personal depende de tener a una pareja a tu lado y esto no es más que una falsa idea, perpetuada por la sociedad. Por lo tanto, es bueno pasar por momentos en los que nosotros seamos nuestra única compañía, aunque tengamos pareja, practicarla y hacerse amigo de ella, sin miedos.

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