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Paz y Ciencia

viernes, 18 de septiembre de 2009

La mirada en espejo


En un sentido, el otro oficia como parte de nuestra identidad primaria. Poco a poco el bebé advierte vagamente que aquellos a los que más adelante reconocerá como personas no lo reflejan en forma impersonal como esa superficie de cristal azogado que llamamos espejo. Sería cierto lo que Winnicott destaca acerca de qque hay todo un proceso histórico en el individuo que depende de haber sido visto. Basta recordar su conocida cita: "Cuando miro soy visto, por lo tanto existo (...) ahora miro creativamente."...
Gracias a ese proceso recibimos y concedemos permiso para la iniciativa, para la tolerancia frente a la diferencia y para sentir la libertad de poder convertirnos en nosotros mismos. Lic. Psic. Adriana Anfusso. "Importancia de la función de espejo de la madre y de la familia en el desarrollo del individuo. Reflejos." Dentro del libro "¿De qué hablamos cuando hablamos de Winnicott?". Adriana Anfusso y Verónica Indart.

La cuestión del cara a cara frente al diván tiene relación inexorablemente con este apunte de Winnicott, que fue compartido con Lacan. Winnicott dice "El niño se ve a través de los ojos de la madre".
Freud escribe lo siguiente sobre la técnica del diván: "Mantengo el consejo de hacer que el enfermo se acueste sobre un diván mientras uno se sienta detrás, de modo que él no lo vea. Esta escenografía tiene un sentido histórico... En primer lugar, a causa de un motivo personal, pero que quizás otros compartan conmigo. No tolero permanecer bajo la mirada fija de otro ocho horas (o más) por día. Y como mientras escucho, yo mismo me abandono al decurso de mis pensamientos inconscientes, no quiero que mis gestos ofrezcan al paciente material para sus interpretaciones o lo influyan en sus comunicaciones."

Adriana Anfusso recibe esta carta con un libro: "Mamá me dio la vida, Abuela me dio el alimento y Ud. me dio la luz. Gracias para siempre, Muriel."
Se trataba de un encuadre cara a cara, a pedido, por ser eso que llaman ahora un "paciente difícil", que fue el objeto de estudio e inspiración de Winnicott.

El rostro fijo e inerte produce perplejidad y despierta lo que los kleinianos llamarían tánatos, instinto de muerte. Winnicott no gustaba de este concepto y prefería el de Elan Vital o fuerza vital, siguiendo a Bergson.
El paciente tiene unas mitologías que han sido interiorizadas en el seno de su trayectoria familiar y social, necesita de un terapeuta que esté allí, mirándole, dejándole crear a través de mirar a los ojos de ese otro que le abre la posibilidad de romper esa mitología, desgranar lo vivido y sintetizarlo en un todo, el ser.
La fragilidad de los pacientes winnicottianos, por así decir, invita a la prudencia, a, como decía él, "yo procuro adaptarme al principio (sic)". Es una cuestión de humanismo, sin romanticismos baldíos, entre el "poner en juego mucho de su propia individualidad", que en en ocasiones lo hizo, como con Margaret Little y la opacidad del analista ortodoxo que funciona de manera especular, reflejando sólo lo que el paciente le trae a consulta, esto último era el consejo de Freud.
Se procura entonces hacer un análisis más fresco, más cercano, sin sensiblerías ni sentimentalismos, como Winnicott decía esto último es una forma de negar la agresividad.
Aunque tengamos que dar contención a los impulsos agresivos de los analizandos el fruto vivo está en poder ver la cara de quien te devuelve a la vida, como dice aquella carta que recibe la Lcda Anfusso. Existen cartas parecidas en todo consultorio de un good enough psychoanalyst

Winnicott lo decía así:

"...nunca se destacará lo suficiente que es mejor adherir al principio de reflejar el material presentado, en vez de pasarse al otro extremo, el de las interpretaciones {inteligentes} que, por más que sean exactas, pueden llevar al paciente más allá de lo que permite la confianza transferencial, de modo tal que cuando el paciente deja al analista, la casi milagrosa revelación que representa la interpretación se convierte de pronto en una amenaza, pues toca un estadio del desarrollo emocional que el paciente todavía no ha alcanzado, al menos como personalidad todal". Winnicott, D.W. (1991) Exploraciones Psicoanalíticas. Buenos Aires : Paidós, p. 255.

"Podemos considerar a la cara de la madre como el prototipo de espejo. El bebé se ve a sí mismo en la cara de su madre. Si la madre está deprimida, o preocupada por algún otro asunto, entonces, por supuesto, lo único que ve el bebé es una cara." Winnicott, D.W. (1989). Los bebés y sus madres. Buenos Aires. Paidós, P. 133

http://www.slideshare.net/anfusso/winnicott-datos-biograficos-con-imagenes-1725129

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