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Paz y Ciencia

domingo, 6 de septiembre de 2009

El día que Nietzsche lloró VI

Breuer y Nietzsche van avanzando no sin avatares. El filósofo escéptico y algo desconfiado de la ayuda se ve sometido en ese "tratamiento coloquial" que pensaba implementar Breuer. El filósofo sufre de migrañas que le dejan incapacitado durante días. La última después de despedirse de Breuer. Dato curioso; Breuer esto lo interpreta desde el punto de vista psicológico, como que la tensión ha desencadenado la enfermedad. Sin embargo, el filósofo, apostilla que ya había tenido una premonición viajando a Viena, queriendo mantenerse ajeno a aquello que escribe. Que todo filósofo ha de estar limpio de sus problemas emocionales para no enturbiar su obra.
Breuer se salta toda ortodoxia y plantea una solución ajustada a la idiosincrasia del ingobernable Nietzsche, a quien se le pueden poner muchas etiquetas y ninguna da buena cuenta de su excelente calidad humana y especial naturaleza humana. Paranoico, obsesivo, hiponcondríaco, etc. Todo esto es molicie de la ciencia burocrática que deja de ser útil en el fértil campo de una novela escrita por un psicólogo de profesión, Irving D. Yalom.
La propuesta que le hace Breuer a Nietzsche es que el primero se encargará de su cuerpo en una clínica de reposo y que el filósofo se encargará de curarle su desesperación. El filósofo fascinado, aunque no sin reservas acepta la propuesta.
Puede ser Breuer un pájaro como los que experimentaba éste para sus investigaciones sobre el equilibrio, trasladando sus descubrimientos a animales y humanos.
El filósofo ocupa una habitación bien iluminada y orientada para poder escribir y leer las cartas. Así como para poder descansar, lejos de la habitación de las enfermeras. Ambos la aprueban, Nietzsche escribe una carta para informar de su permanencia en Viena. Y comienza lo dicho, Breuer será el médico del cuerpo de Nietzsche y él procurará aliviar el sufrimiento de Breuer, quien ve su matrimonio caer y su ilusión trocarse en angustia. Exagera pero no se aleja de la verdad incómoda.
Quizá sea una forma de que Nietzsche pueda desarrollar una filosofía como asesor filosófico y ampliar su obra, aun, en esa época marginal. Él escribía para que le leyeran en el 2000.
Humano, demasiado humano.

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