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Paz y Ciencia

domingo, 23 de noviembre de 2008

El analista, el psicoterapeuta y su sutil apariencia de supuesto saber

Winnicott era un tipo entrañable, sin embargo podía hacer intervenciones aburridas, largas... "fruto del cansancio". Ser un analista bueno no tiene porque ser lo mismo que ser un buen analista-terapeuta. El indagar sobre los contenidos de la fantasía, los datos de la realidad empírica, los conflictos internos y externos en definitiva no es sencillo. Por ello creo que hay que medir la cercanía, desde un polo analítico ortodoxo de asepsia y neutralidad emotiva, practicamente imposible y un terapeuta actuante, posible en función del estilo pero también poco práctico. El seguir los fundamentos de Echegoyen supone ser un analista sobrio, distante casi diría. Esto en la práctica no me parece apropiado. Winnicott, por otro lado, el mismo Ferenczi y sus revoluciones técnicas sugieren modular la personalidad del analista creando un clima para trabajar la intersubjetividad. El espacio encima de la mesa o "entre los dos" participantes del encuentro terapéutico debe ser trabajado, es material de análisis. Las proyecciones, las pruebas, los ataques inconscientes al encuadre deben ser registrados y empleados para ayudar a trabajar el "insight" del paciente. El modelo ortodoxo tiende a interpretar provocando una reacción negativa en muchos pacientes. Señalarlo es pertinente, ir más allá puede ser vivido como un ataque, nótese que digo puede, nunca que sea así. Debemos de operar en función del otro y esto cambia el marco fijo de trabajo. Situar unos límites es fundamental para no perder en el setting el principio de realidad. Debe de quedar claro que es un trabajo diseñado para esclarecer y resolver el sufrimiento del consultante. Para ello trabajar a través de la palabra, reconstruyendo, interviniendo de una manera pausada, en función del momento. Sin embargo hoy quiero dejar claro que el análisis-terapia debe llegar un poquito más lejos del potencial analítico actual del consultante, si no es así estamos constriñiendo la capacidad de pensar el conflicto. De esa forma el paciente cae en repetir y no elaborar. Así que en ocasiones no contadas el analista debe intervenir para ampliar el campo de contemplación del conflicto y el potencial de salud. Esto incluye incluir en el campo de análisis e intervención a otros sujetos con los que interactúa el consultante, aunque tampoco sea ortodoxo. Está claro que la psicoterapia quizás, teóricamente, tenga objetivos más austeros que el psicoanálisis pero opera con mayor número de estructuras por lo que sistematizar un modelo de trabajo que aune la perspectiva del psiquiatra o psicólogo general con la del psicoanalista es más abarcativo y rico. Existen problemas, muchos que no son analizables, si queremos atender a las personas que nos llaman, de diversa condición, debemos dejar de ser remilgados intelectuales en búsqueda de la realización en base a un ideal introyectado durante años de desarrollo personal. No es buen consejero el negro sobre blanco. Ahora bien, no dejemos que los pacientes, tampoco eso, determinen la psicoterapia al gusto porque deben de entender que hay otro que piensa, siente, se comporta y además tiene unos conocimientos sobre el marco en el que se trabaja, parte de su actitud se deriva del afán por ayudarle(te). Resulta vital transmitir esta idea en pequeños fragmentos, pedacitos que puedan ser metabolizados sin que haya un escape, fuga, acting o como acuerden llamarlo. En este breve escrito se plantean muchas ideas al vuelo que pueden ser integradas por usted mismo, le dejo abrochar el concepto. Atentamente. Rodrigo Córdoba Sanz.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Al acudir a su consulta porque me la recomendaron, consciente de que necesitaba ayuda, no esperaba encontrar a una persona tan humana y preparada siendo tan joven. A pesar del dolor y esfuerzo que supone pensar, recordar, plantear, hablar y librar batallas contra temores y desconfianzas, lo logrado hasta ahora le tiene que llenar de satisfacción. Le doy las gracias a través de su blog por saber escuchar, controlar, enseñar y atender. Seguro que habrá más logros.

Psicoletra dijo...

¡Qué emocionante!