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Paz y Ciencia

viernes, 30 de mayo de 2014

Biografía de Melanie Klein

Biografía de Melanie Klein

Klein Melanie, nacida en Reizes (1882-1960). Pionera del 
Psicoanálisis británico
Melanie Klein fue la principal guía intelectual de la segunda generación psicoanalítica mundial. Ella dio origen a una de las grandes corrientes del freudismo (el kleinismo) y, gracias a Ernest Jones, que la llevó a Gran Bretaña, contribuyó a la xpansión considerable de la escuela inglesa de psicoanálisis. Transformó profundamente la doctrina freudiana clásica, y no sólo creó el psicoanálisis de niños, sino también una nueva técnica de la cura y del análisis didáctico, lo cual la convirtió en jefa de escuela. Su obra, compuesta esencialmente por una cincuentena de artículos y un libro (El psicoanálisis de niños), ha sido traducida a unos quince idiomas y reunida en cuatro volúmenes. A ellos se sumauna autobiografía inédita y una importante correspondencia. La traducción francesa realizada en parte por Marguerite Derrida es de una calidad excepcional. A Melanie Klein se le han dedicado numerosas obras, entre ellas las de Harmah Segal, su principal comentadora, y la de Phyllis Grosskurth, su biógrafa. En 1991, R. D. Hinshelwood realizó un diccionario de los conceptos kleinianos. Melanie Klein nació en Viena el 30 de marzo de 1882, hija de un judío polaco originario de Lemberg, Galitzia, que se convirtió en médico clínico al precio de una ruptura con padres tradicionalistas, y de una judía eslovaca, cuya familia, erudita y cultivada, era dominada por un linaje de mujeres. Melanie fue el cuarto vástago, poco deseado, de esa pareja que se entendía poco. Cuando a su vez se convirtió en madre, siguió sufriendo en su vida privada las intrusionesde Libussa, su propia madre, personalidad tiránica, posesiva y destructora. La juventud de Melanie Klein estuvo marcada por una serie de duelos, muy probablemente responsables del sentimiento de culpa cuyas huellas se encuentran en su obra teórica. Melanie tenía 4 años cuando su hermana Sidonie murió de tuberculosis a la edad de 8; tenía 18  años cuando desapareció el padre, físicamente disminuido desde mucho antes, dejándola sola frente a la madre; tenía finalmente 20 años cuando murió, agotado por la enfermedad, las drogas y la desesperación, su hermano Emmanuel, quien ejercía una fuerte influencia sobre ella y al cual estaba ligada por una relación de acentos incestuosos. Phyllis Grosskurth observa que Melanie se casó poco después de ese deceso, del que se sentía culpable, lo cual, añade la biógrafa, "fue probablemente el objetivo de Emmanuel".
Las dificultades económicas que siguieron a la muerte del padre parecen haber sido la causa de su renuncia a los estudios de medicina, que había decidido realizar para convertirse en psiquiatra. Esas mismas dificultades explican también su matrimonio precipitado, en 1903, con Arthur Klein, un ingeniero de carácter desconfiado que había conocido dos años antes, y del que se divorció en 1922. En 1910, por insistencia de Melanie, crónicamente depresiva, la pareja, cuyas desaveniencias eran mantenidas por las incensantes intervenciones de Libussa, se estableció en Budapest. En 1914 murió la madre y nació el tercer vástago, Erich Klein (futuro Eric Chyne), a quien Melanie analizaría, lo mismo que a Hans y Melitta, el hermano y la hermana mayores. Pero ese año de 1914 fue también el de su primera lectura de un texto de Sigmund Freud, Sobre el sueño, y de su primera entrada en análisis con Sandor Ferenczi.
Muy pronto Melanie Klein comenzó a participar en las actividades de la Sociedad Psicoanalítica de Budapest, de la que se convirtió en miembro en 1919. Antes, el 28 y 29 de septiembre de1918, bajo la presidencia de Karl Abraham, en esa ciudad, que Freud consideraba el centro del movimiento psicoanalítico, se había reunido el V Congreso de la International Psychoanalytical Association (IPA). Ésa fue la primera vez que Melanie Klein vio a Freud: lo escuchó leer en la tribuna su comunicación "Nuevos caminos de la terapia psicoanalítica" y, fuertemente impresionada, tomó conciencia de su deseo de dedicarse al psicoanálisis. En 1919, impulsada por Ferenczi, presentó en la Sociedad Psicoanalítica de Budapest su primer estudio de un caso, dedicado al análisis de un niño de 5 años, que en realidad era su propio hijo Erich. Una versión refundida de esa intervención, en la cual enmascaró la identidad del joven paciente llamándolo Fritz, se convirtió en su primer escrito, publicado en el Internationale Zeitschrift für Psychoanalyse. Un año después, una tercera versión de ese mismo trabajo apareció en lmago: "El niño del que se trata, Fritz, es hijo de miembros de mi familia que habitan en mi vecindad inmediata. Esto me ha permitido encontrarme a menudo, de modo natural, cerca de él. Además, como la madre sigue todas mis recomendaciones, puedo ejercer una gran influencia sobre la educación de su hijo."
El terror blanco y la ola de antisemitismo que se abatieron sobre Budapest después del fracaso de la dictadura comunista de Bela Kun (1886-1937) obligaron a los Klein a dejar la capital, y después a exiliarse. En 1920 Melanie Klein participó en La Haya en el Congreso Internacional de la IPA. Allí conoció a Hermine von Hug-Hellmuth y, sobre todo gracias a la recomendación de Ferenczi, a Karl  Abraham. Éste, con la ayuda de Max Eitingon, acababa de fundar el famosoPoliclínico del Berliner Psyc hoanalytisches Institut (BPI), donde se atendía a numerosos pacientestraumatizados por la guerra. Atraída por la personalidad de Abraham y la vitalidad del grupo de  analistas que lo rodeaba, Melanie Klein se instaló en 1921 en la capital alemana. Un año después pasó a ser miembro de la Deutsche Psychoanalytische Geselischaft (DPG) y, en septiembre de 1922, asistió al VII Congreso de la IPA, en cuyo transcurso participó en las primeras escaramuzas sobre la cuestión de la sexualidad femenina, después de la impugnación de las tesis freudianas por Karen Horney.
A principios de 1924, Melanie Klein emprendió un segundo análisis con Karl Abraham, de quien iba a tomar algunas ideas para desarrollar su propia perspectiva sobre la organización del desarrollo sexual. En abril, en el VIII Congreso de la IPA en Salzburgo, presentó una comunicación muy discutida sobre el psicoanálisis de niños pequeños, en la cual comenzó a cuestionar ciertos aspectos del complejo de Edipo. Respaldada por Abraham, también contó con el apoyo de Ernest Jones, el cual, seducido por ese discurso contestatario, llegó incluso a intervenir ante Freud para que éste prestara atención a esas declaraciones de acentos heréticos. El 17 de diciembre del mismo año, Melanie viajó a Viena para leer una comunicación sobre el psicoanálisis de niños en la Wiener Psychoanalytisches Vereinigung (WPV): allí enfrentó directamente a Anna Freud. A partir de ese momento se abrió el debate sobre qué debía ser el psicoanálisis del niño: una forma nueva y mejorada de pedagogía (posición defendida por Anna Freud), o (como lo sostenía Melanie Klein) el lugar de la exploración psicoanalítica del funcionamiento psíquico desde el nacimiento. En Berlín, Melanie Klein se hizo amiga de Alix Strachey [...]

jueves, 29 de mayo de 2014

Winnicott y Bion


Una madre terrible y dos hijos díscolos: Winnicott y BionPor Daniel Ripesi

Winnicott, Bion y la preocupación compartida por mantener vivo al lenguaje psicoanalítico – Lea más sobre W. Bion en la Sobremesa al Dr. Darío Sor
Pintura: E. Hooper 'Sun in an empty room'

La obra de Wilfred R. Bion es extensa, de considerable complejidad y profunda riqueza. Por mi parte no la he leído en su totalidad, apenas si puedo decir que trabajé con algún detenimiento y minuciosidad “Aprendiendo de la experiencia”, “Volviendo a pensar” y algunos aspectos del fatigoso “Elementos de psicoanálisis”.  Por otra parte, de lo que he leído, sólo he podido abarcar muy fragmentariamente el sentido amplio de su teoría. Se me impusieron más bien algunas de sus ideas, muy agudas, creativas y deslumbrantes, desplegadas aquí o allá en el curso de sus artículos, pero que me impedían –al mismo tiempo- una visión coherente del conjunto de su teoría.
Empecé a sentir que si me imponía la ambición de aprehender “en su conjunto” la obra de Bion tenía que necesariamente sacrificar aquellas ideas dispersas que tanto me atraían. Justamente, las que más me interesaban y seducían por su originalidad y riqueza. A la inversa, si me detenía en “sus ideas” –brotadas de una originalidad que subvertían el sentido general de sus artículos-, fragmentaba el curso amplio e hilvanado de sus desarrollos. Entre el detalle lúcido y contrastante de ciertas propuestas conceptuales y el conjunto de su obra como algo que busca una coherencia teórica general, había –para mí- cierta contradicción insalvable.
Puedo decir entonces que -en mi lectura- y considerando esa tensión, opté por las  “ideas-fragmentos” al “rigor del conjunto”. La visión de conjunto la otorgaba, sin duda, su formación kleiniana: términos como “identificación proyectiva”, “objeto bueno-malo”, “envidia”, etc., hilvanan sus desarrollos de punta a punta, tratando de aportar coherencia e integración al desarrollo teórico. Pero sus ideas más personales (“reverie”, “elementos-alfa/beta”, “barrera de contacto”, etc.) rompen con tal coherencia y parecen imponer otro esquema conceptual que no convive fácilmente con el anterior. Con otro esquema conceptual parece necesario otro desarrollo teórico.
Y, es así que en Bion una amenaza de ruptura epistemológica parece imponerse a cada rato en sus desarrollos. Pero la ruptura sólo se insinúa, permanece kleiniano a pesar de su estimulante indisciplina. Finalmente uno tiene la sensación de leer, por un  lado, un texto en clave, uno que reina en la clandestinidad, no muy bien disimulado, y –en otro nivel de lectura- otro más admitido –y, que de un modo u otro censura al anterior-. Los conceptos  conviven mal entre estos dos textos. De modo que, por poner solo un ejemplo, el término “identificación proyectiva”, contraseña que otorgaba inequívoca pertenencia kleiniana, necesitó en sus desarrollos –y para armonizarse con “sus” propias ideas- un retoque: en la pluma de Bion había que reconocer una identificación proyectiva –pero ahora- “realista”, una identificación proyectiva de carácter más sano o normal que el invocado por M. Klein en su obra.
A un Bion, a quien gustaban tanto las precisiones de tipo epistemológicas, y cuya ambición máxima parecía ser una formalización completa de la experiencia analítica,  habría que haberle dicho que su recurso –con relación a la comentada identificación proyectiva, que él distinguía como “realista”-   era la construcción de una hipótesis ad hoc1.
Sin entrar en detalles respecto de la diferencia que Bion introduce al pensar una identificación proyectiva “a secas”, de otra “realista”, digamos que con este cambio –y agudizado con la introducción de su concepto de “reverie”-, se opera una total subversión del sujeto psicoanalítico kleiniano: desde un  infans capaz de tempranos mecanismos de defensa que lo hacen, desde el vamos, poseedor de una compleja estructura psíquica para “pensar”  su interacción con el entorno, se pasa a un infans en dependencia crucial respecto de la madre. Es ella, en este último caso, quien deberá aportar su propio “aparato de pensar” para que el infans simbolice dicha interacción.  He aquí un dualismo irreconciliable de textos: uno que hace del infans un sujeto precozmente maduro en su capacidad de simbolizar (herencia kleiniana), y otro que reconoce su dependencia esencial en este sentido (la significación pasará, entonces, por la sanción del Otro materno).
Para Winnicott esta dualidad de textos era –entre otras cosas- un claro ejemplo de cómo el dogmatismo y la militancia político-científica, en el seno de la Sociedad Psicoanalítica Británica, obstaculizaban el proceso creativo en el pensamiento psicoanalítico. De modo que, en octubre de 1955 le escribe al propio Bion en estos términos: “...pienso sin duda que la Sociedad2 ya está tremendamente aburrida de la repetición contumaz de términos. En los últimos seis meses las palabras “identificación proyectiva” han sido utilizadas varios centenares de veces. Desde luego, es seguro que dentro de unos meses la palabra “envidia” se introducirá en todas partes. Como usted sabe, nos topábamos con la frase “objetos internos” en todas las comunicaciones hasta el momento que tomó su lugar “identificación proyectiva”. Aquí hay algo equivocado, y creo y espero que usted participe en la tentativa que debemos llevar a cabo, si es que la Sociedad  ha de sobrevivir, para dejar atrás estas tendencias desquiciantes, que tienen la naturaleza de unarepetición contumaz de estribillos musicales.3
Winnicott debía de preguntarse: ¿Por qué insistirá Bion con el consabido dogma conceptual de “identificación proyectiva” si se trata de un mecanismo psíquico que ya no nombra bien la novedad que le impone su propia experiencia clínica? La respuesta a esta pregunta era de elaboración muy compleja para Winnicott quien tenía respecto de Bion una consideración marcadamente ambivalente: por un lado, lo consideraba sumamente original y sagazmente agudo (lo halagaba con conceptos como estos: “(Usted es) el gran hombre del futuro en la Sociedad PsicoanalíticaBritánica (...) (augurándole) Como espero que usted sea pronto Presidente de la Sociedad...4) y, al mismo tiempo, lo consideraba un mero descubridor de sus propias ideas –las de Winnicott- pero formuladas en otro lenguaje (de modo que le escribe algo fastidiado a John Wisdom: “Bion emplea la expresión “capacidad de reverie” para abarcar la idea  que yo ya he enunciado con la complejidad que merece.. (...) (y, por otra parte) Bion habla acerca de los objetos necesarios que atormentan. Ahora bien, cualquiera puede usar la palabra ‘atormentar’, pero soy yo quien la ha empleado en ese contexto”.5).
A esto último se agregaba en Winnicott un cierto monto de envidia, porque, (él mismo se preguntaba) ¿por qué M. Klein toleraba en Bion formulaciones que en él no aceptó jamás?. También es a Wisdom a quien le comenta con indignación: “(Hablando de cierto artículo) Bion dice –por la mitad de la página 36- “Lo que sucede dependerá de ...”. Melanie Klein no me habría permitido esto en absoluto, y mi relación con ella –aunque siempre fue cariñosa y buena- se vio obstaculizada por su rotunda objeción a “Lo que sucede depende de...””. En la etiología de los pacientes esquizoides –o decididamente psicóticos-, Bion describe algo inédito tomando en cuenta las enseñanzas kleinianas6: el factor “ambiental”.
Habla en consecuencia (para justificar dicha etiología) de cierta insensibilidad materna en los primeros intercambios con el bebé. Bion se refiere a un tipo de madre incapaz de recibir las inquietudes emocionales del bebé para ocuparse de ellas con su función de “reverie”: “La personalidad del niño es incapaz de utilizar los datos de los sentidos, y tiene que evacuar esos elementos en la madre (temores, ansiedades, malestares, etc.), y confiar en ella para hacer todo cuanto sea necesario para convertirlos en una forma adecuada que le permita al niño utilizarlos como elementos alfa”7 (es decir, como elementos dotados de cierta significación –a partir de la trasformación que operan los cuidados maternos-, haciendo sentir al bebé la experiencia de que el dolor que produce la frustración tiene un límite en el tiempo.
Esos primitivos sentimientos de malestar profundamente angustiosos que vive el bebé en sus primeros meses de vida, luego de la operación materna de “reverie”, pueden ser recuperados8 y “pensados” por el niño, de modo que, por ejemplo, la tardanza del pecho –la vivencia de un no-pecho que lo hunde en la desesperación- se constituye (con el adecuado auxilio materno) en una ausencia temporaria y el bebé podrá elaborar una estrategia de espera. Sin la función de reverie de la madre un no-pecho (desencuentro del pecho en estado de necesidad del bebé, lo cual puede suceder porque ella, aún cuando aporta un pecho lo hace de un modo mecánico, sin vida), no tiene ligazón psíquica en términos de ausencia, y se torna –en cambio- una presencia inquietante y bizarra en el aparato psíquico del infans, algo “impensable” (un “terror sin nombre” dirá Bion).
La madre profundamente perturbada –sin capacidad de reverie-, frente al dolor y desesperación de su hijo que demanda algún tipo de atención de su necesidad, en vez de proveer (con sus cuidados) el alivio  emocional necesario entrará en sintonía con la desesperación de su bebé (aunque esto se exprese en una actitud absoluta indiferencia), finalmente el bebé pierde las esperanzas de que la madre simbolice lo que le pasa pero no deja de proyectar –de un modo cada vez más violento- su ira y desesperación. En este sentido, Bion se refiere a ciertos pacientes que proyectaban en él sus propios temores “con la idea de que si podían permanecer allí por un tiempo, serían modificados por mi mente y podrían entonces ser reintroyectados sin peligro.
Si el analista no es perceptivo a este tipo de proyección de ansiedades inmanejables por parte del paciente (terrores sin nombre), y se desembaraza rápidamente de ellas9 (porque siente que son “manejos” emocionales-resistenciales de su paciente que solo busca provocarlo), éste redobla con mayor violencia su proyección. Hablando de un paciente de este tipo Bion dice: “Sentí que el paciente había vivenciado en su infancia una madre que respondía obedientemente a las manifestaciones emocionales del niño. Esta respuesta obediente, tenía un elemento de impaciencia, de “no sé que tiene esta criatura”. Mi deducción es que para comprender lo que necesitaba el niño,la madre tendría que haber actuado ante los llantos más que con un simple acto de presencia” (es decir, verdaderamente conteniendo y pensando lo que le pasaba.)
Finalmente, Winnicott se vio tentado de buscar alguna articulación en sus mutuas ideas. Al propio Bion, el 16 de noviembre de 1961: “Estoy tratando de elaborar la relación entre sus enunciados y mi afán por dar cuenta de los procesos intelectuales, como medio utilizado por el bebé para aminorar la herida narcisista del principio de realidad...”10. Tomemos la carta (de la que recién hicimos una cita)  y que Winnicott enviara a Bion en octubre del ’55. Podemos establecer una suerte de entrecruzamiento entre lo que allí Winnicott expone como una preocupación teórica –estimulado por el trabajo “Diferenciación entre las personalidades psicóticas y no-psicóticas”, leído por Bion en la Sociedad Psicoanalítica Británica unos días antes-, y lo ya citado con relación a su fastidio por la cristalización de una jerga que empobrecía y estereotipaba, cada vez más, la comunicación entre los analistas.
En las primeras líneas de la carta aludida, Winnicott le hace a Bion una advertencia: “Usted tiene una fuerte personalidad, y existiría el peligro de que pase a un primer plano por esa circunstancia y no por el desarrollo natural de los acontecimientos (...) Su relación con la Sociedad se vio totalmente arruinada por el hecho de que los tres o cuatro primeros oradores fueron la Sra. Klein y los pro-kleinianos. Se tuvo la impresión de que lo protegían a usted de la Sociedad (...) Una vez que usted fue aislado de la Sociedad por los cuatro oradores, ya no hubo esperanza alguna de que alguien se levantase para desafiarlo”. Le indicaba que tratara de buscar una posición menos distante –en relación, tanto a las personas que lo escuchaban, como también, respecto de aquello que él mismo deseaba expresar-. En fin, que se dejaratocar y usar –por así decir- por su auditorio.
Digamos, entonces, que la preocupación de Winnicott,   desde las primeras líneas de esta carta, pasaba por la capacidad –o incapacidad- de comunicar algo a otros, es decir, por cómo y bajo qué condiciones se sostiene el valor significante de un lenguaje como para permitir a las palabras entrar en diálogo (y no que se quedaran en la intención de un adoctrinamiento).
Veamos ahora, más allá de esta preocupación político-institucional de Winnicott, su “preocupación teórica”. “(Seguimos con la carta mencionada,  en la que Winnicott  escribe a Bion estimulado por la lectura que éste había realizado de su artículo “Diferenciación de las personalidades psicóticas y no psicóticas”. En este artículo Bion hace referencia a un material clínico en el que su paciente no deja de moverse en el diván antes de poder iniciar su sesión)11. Le escribe, entonces, Winnicott: El material clínico que usted proporcionó, pedía a gritos una interpretación sobre la comunicación, y es por eso que hago este comentario. Yo diría que si un paciente mío estuviera moviéndose de un lado para el otro en el diván como lo hacía el suyo, y después dice: ‘Tendría que haberle llamado a mi madre’, yo me hubiera dado cuenta que se estaba refiriendo a la comunicación y a su incapacidad para entablarla (...) –Pasa luego a proponer la interpretación que él hubiese formulado- “Por sus movimientos, una madre con una actitud apropiada respecto de su bebé sabría lo que usted necesita (...) yo no soy lo suficientemente sensible ni tengo esa actitud como para poder actuar lo suficientemente bien, y por lo tanto, en la presente situación analítica caigo en la categoría de la madre que ha fallado y no ha hecho posible la comunicación. Así pues, en la presente situación tenemos una muestra de la falla original del ambiente que contribuyó a la dificultad para su comunicación”.
¿A quién  está interpretando Winnicott en última instancia en este pasaje? Tomemos en cuenta dos detalles: en esta misma carta, Winnicott se le hace notar a Bion que había tenido una marcada dificultad en la lectura de su trabajo, dificultad que no había permitido una buena comunicación con sus colegas; y luego que, como lo mencionamos más arriba, que la intervención introductoria de M. Klein a este escrito, había impedido todo contacto posterior (un intercambio enriquecedor) entre el propio Bion y su auditorio. Tenemos así una madre no del todo suficientemente buena (M. Klein) y a un hijo que no puede expresarse correctamente en el propio seno de la Sociedad Psicoanalítica Británica.
¿Sería Winnicott un hermano celoso? En parte, pero si él hubiera quedado atrapado en esa posición no hubiera podido autorizar su palabra en la compleja y amplia teoría del desarrollo emocional que, sabemos, sostiene su propio discurso. Un discurso que pudo apropiarse –y por eso mismo,  tomar distancia- de las enseñanzas de esa madre terrible que también sabemos fue Melanie Klein.
La preocupación  de Winnicott hacía coincidir ética, práctica y teoría en su intención de mantener vivo al discurso psicoanalítico, y más ampliamente, para que la palabra conservara su poder de significación y vocación de diálogo. Reconociendo en este poder de significación, su virtud y su falla: la palabra  goza de la riqueza –no arbitraria- de hacerse ampliamente evocativa y sugerente, pero al precio inevitable de perder algo de su precisión “científica”.
Incluso en esto Bion podría haber estado de acuerdo. También él pretende una palabra “viva”: Leemos en su pluma “El problema está en transformar formulaciones como ‘espacio’, ‘tiempo’, ‘distancia’, de modo que la reformulación no sea tan abstracta como para convertirse en un malabarismo verbal, ni tan cargada de significación como para obstruir el progreso”. Una palabra, entonces, sin la pretensión  de un esquematismo omniabarcativo y de presunta objetividad absoluta, ni tampoco una palabra portadora de dudosas intuiciones inefables. Ni el “malabarismo verbal” –como dice Bion- del cientificista ni el del poeta. Y, para que no queden dudas, Bion agrega: “Es fatal para el buen análisis que la aplicación prematura de una teoría se convierta en un hábito, que le impide al psicoanalista el ejercicio de su intuición sobre el material nuevo y por lo tanto desconocido” (...) “En la carrera de todo psicoanalista, éste debe hallar su propio camino y llegar a las teorías bien conocidas y verificadas a través de las experiencias de su propio modo de percibir situaciones” Era su modo de enunciar la paradoja “Crear lo dado...”.

1Se llaman así a las hipótesis suplementarias que un científico forja para poder poner a salvo su teoría de las contradicciones en que incurre en el marco de la comprobación empírica.
2 Se refiere a la Sociedad Psicoanalítica Británica.
3 El gesto espontáneo, Ed. Paidós, Bs. As. , 1990; negritas mías.
4 Ob. Citada.
5 Ob. Citada.
6 Quien da todo el peso de la etiología a los factores innatos o constitucionales.
7 Una teroría del pensar, en Volviendo a pensar, W.R.Bion.
8 “Recuperados” porque el bebé los ha proyectado en la madre con la esperanza de que ella los piense por él, si ha gritado con desesperación por cierto malestar y la madre lo alimenta con amor, ella le devuelve ese “malestar” como una solicitud de cuidado y atención.
9 Sobran los “actos analíticos” o interpretaciones sagaces para este fin.
10 Ob. Citada.
11 Este caso clínico está publicado en el libro “Volviendo a pensar” de W.R.Bion

Winnicott y Bion

El elefante atado


Cuando yo era chico me encantaban los circos, y lo que más me gustaba eran los animales. Me llamaba poderosamente la atención, el elefante. Después de su actuación, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas a una pequeña estaca clavada en el suelo.
Elefante atado
Sin embargo la estaca era un minúsculo pedazo de madera, apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa, me parecía obvio que ese animal, capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza, podría con facilidad arrancar la estaca y huir.
¿Qué lo sujeta entonces? ¿Por qué no huye?
Cuando era chico, pregunte a los grandes. Algunos de ellos me dijeron que el elefante no escapaba porque estaba amaestrado. Hice entonces, la pregunta obvia:
- Si está amaestrado, ¿por qué lo encadenan?
No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente. Con el tiempo, me olvidé del misterio del elefante y la estaca.
Hace algunos años descubrí que alguien había sido lo suficientemente sabio como para encontrar la respuesta: “El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy, muy pequeño.”
Cerré los ojos e imaginé al indefenso elefante recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que, en aquel momento el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo, no pudo. La estaca era ciertamente muy fuerte para él. Imaginé que se dormía agotado y al día siguiente lo volvía a intentar, y al otro día y al otro…
Hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino.
Este elefante enorme y poderoso que vemos en el circo no escapa porque
¡Cree que no puede!
Tiene grabado el recuerdo de la impotencia que sintió poco después de nacer. Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese recuerdo. Jamás, jamás intentó volver a poner a prueba su fuerza.
Y tú, ¿tienes algo de elefante?
Cada uno de nosotros somos un poco como ese elefante: vamos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad. Vivimos pensando que “no podemos” hacer un montón de cosas simplemente porque alguna vez probamos y no pudimos. Hicimos entonces lo mismo que el elefante, y grabamos en nuestra memoria este mensaje: no puedo, no puedo y nunca podré.
Muchos de nosotros crecimos portando ese mensaje que nos impusimos a nosotros mismos y nunca más lo volvimos a intentar ni cuestionar. Esto es lo que nos pasa, vivimos condicionados por el recuerdo de una persona que ya no existe en nosotros, que no pudo. Tu única manera de saber si PUEDES es intentarlo poniendo en ello TODO TU CORAZON!.

miércoles, 28 de mayo de 2014

Cambio



La ambición del ego domina la primera parte de nuestras vidas, así nos ilustra sobre cómo y por qué debemos sustituir esa ambición para poder vivir una vida con sentido.
El cambio no significa que debamos perder nuestras pulsiones o nuestros anhelos, significa simplemente que vamos a desear algo nuevo. Al comprometernos con un modelo de vida basado en aquello que tiene un propósito real, nos alejaremos de las exigencias interminables y las falsas promesas por las que se distingue la agenda del ego.
Porque todos tenemos la opción de renovarnos, dejar atrás la ambición, abrazar el sentido de nuestra vida... y completar así el retorno al origen que nos creo.

martes, 27 de mayo de 2014

Psicoanálisis Humanista: Erich Fromm



Un trabajo interesante de un autor muy atractivo, que trata de la salud desde la salud y para la salud, en un lenguaje claro y bello. Vilipendiado por los más puristas del psicoanálisis. A mi parecer, un autor imprescindible. Rodrigo Córdoba Sanz.

La literatura psicoanalítica, al tratar de las diversas escuelas de Psicoanálisis, suele encuadrar a Fromm dentro de la corriente Culturalista con Karen Horney y Harry Stack Sullivan.
Esta tendencia culturalista subraya la importancia de los factores culturales en la génesis y formación del carácter y las neurosis. En este sentido Fromm participa de dicho planteamiento. Pero sería estrechar o reducir el pensamiento de Formm a una sola de sus manifestaciones, por importante que ésta sea, encasillarle sin más, en la línea culturalista.
El pensamiento de Fromm desborda esta clasificación. Por otro parte él prefirió llamar a su orientación psicoanalítica Psicoanálisis Humanista. Y, en efecto, el psicoanálisis frommiano se inserta en una amplia concepción del hombre, de corte humanístico.

Freud y Fromm

Fromm parte de Freud y admite sus descubrimientos fundamentales: el inconsciente, la represión y los mecanismos de defensa, la transferencia y contratransferencia, los sueños como expresión más directa aunque generalmente todavía enmascarada de las temáticas inconscientes, la importancia de la niñez en la etiología de los problemas psicológicos, etc.
Por otra parte, Fromm ha actualizado y potenciado el psicoanálisis realizando no sólo una lúcida crítica de los presupuestos ideológicos freudianos sino aportando también una serie de contribuciones en el terreno de la teoría psicoanalítica.
La concepción del hombre biológico mecanicista de la que parte Freud, propia de finales del pasado siglo, es ampliamente rebasada por Fromm con su visión del hombre biológico-social. Como consecuencia lógica se ponen en custionamiento varios aspectos de la teoría freudiana como la concepción del inconsciente como exclusivamente patológico, la teoría de la libido, las fases de evolución de la libido en cuanto a etiología de las neurosis, la existencia de un instinto de muerte, la concepción del amor y la mujer, etc.
Fromm se sitúa más en la línea de la psicología del yo que intenta reaccionar frente a un cultivo exclusivo de la psicología del Ello, subrayando, por otro lado, la gran importancia, en la génesis de los problemas psíquicos, de las relaciones interpersonales patógenas, sobre todo en la infancia.
Por decirlo de algún modo, la neurosis es un problema de dos. En el fondo de las grandes líneas psicopatológicas que Fromm describe ampliamente como el Narcisismo, la fijación incestuosa, la destructividad y necrofilia, está siempre la trama de las relaciones interpersonales del niño con las figuras significativas de su infancia.
Las necesidades específicamente humanas expuestas por Fromm de relación con los semejantes, de raigambre, de efectividad, de identidad y sentido desplazan a la omnipresente libido situando a la sexualidad en su lugar de importancia.
Sintetizando, las relaciones interpersonales sustituyen a la teoría de la evolución de la libido en el plano etiológico; las necesidades específicamente humanas a la libido en el plano motivacional; las grandes líneas psicopatológicas del narcisismo, la fijación incestuosa y la destructividad-necrofilia a los cuadros más diversificados y menos profundos de la clínica convencional en el plano nosológico; una concepción del hombre profunda y radicalmente humanista, en definitiva, a la biológico mecanicista antes citada.

El Humanismo de Fromm
Es esta concepción del hombre la que impregna el pensamiento frommiano y consecuentemente su orientación psicoanalítica en sus línea teóricas y sus traducciones técnicas. Entre las características del humanismo frommiano podemos destacar las siguientes:
- El hombre como centro y meta de toda actividad humana. Exclusión, por tanto, de toda supeditación o subordinación a metas o poderes ajenos al hombre. Es un antropocentismo radical. Cualquier concepción o realidad, ya sea personal o social, que pretenda imponer un sistema ajeno al ser humano será denunciada por Fromm como un autoritarismo violador de la dignidad del hombre. Este, por otra parte, no tiene que abandonar su libertad, su responsabilidad, su ser, en definitiva, supeditándose a poderes extraños por comodidad, anhelo de protección o seguridad o por otras necesidades infantiles: no debe idolatrar o idolizar. Sería una enajenación.
Veamos algunas facetas más concretas de esta línea de pensamientos:
- En el plano sociocultural el máximo criterio para Fromm no es la adaptación o ajuste social a ultranza sino la integridad del individuo.
- En el terrero político y económico su oposición a cualquier proyecto totalitario que subordine la persona al sistema, al estado u otros fines que no sea ella misma.
- En las relaciones interpersonales y familiares sus penetrantes análisis de las relaciones simbióticas sadomasoquistas evidencian su preocupación por la integridad y desarrollo de la persona.
- En los aspectos éticos y religiosos la descalificación de la moral heterónoma como falsa moral, y, dentro del respeto a las diversas creencias religiosas, su crítica a toda práctica (interna y externa) de corte autoritario o sadomasoquista en sentido psíquico.
- Siendo el desarrollo del hombre la meta primordial, hay que complementar esta idea con el importante matiz de la integridad. Es el desarrollo integral del hombre en todas sus facetas y potencialidades: sensoriales, emocionales, intelectuales, activas y productivas (creativas). Que el hombre llega a ser plenamente en espontaneidad y libertad.
- El hombre como ser activo, autor de su propia realización. Que pone en acción sus facultades de modo que, desarrollándolas, se va realizando a sí mismo. Es lo que Fromm llamará productividad o carácter productivo, creativo.
- El hombre como ser esencialmente abierto al mundo y a sus semejantes. La realización plena del individuo sólo se armoniza sino que halla su mejor expresión en la unión productiva con el mundo y los otros en términos de amor.
- El hombre posee en el camino de su propia realización como ser humano, un órgano orientativo, detector e impulsor de su desarrollo: la conciencia humanista, que es la resonancia de nuestra personalidad total a su funcionamiento correcto o incorrecto. Es la reacción de nosotros ante nosotros mismos que actúa para que evolucionemos en plenitud y armonía para que lleguemos a ser lo que somos potencialmente. No es la voz interiorizada de ningu-na autoridad (padres, educadores, etc.) a la cual estaríamos ansiosos de contentar y temerosos de contrariar. Es nuestra propia voz, la voz de nuestro amoroso cuidado por nosotros mismos. Su meta es el desarrollo integrar y la felicidad.
- Cuando el hombre abandona, descuida o lateraliza su realización, cuando dimite de sí mismo o se traiciona continuamente, el hombre enferma psíquicamente, se enajena de sí mismo y hasta enloquece. La resonancia de nuestra personalidad total ente nosotros mismos puede debilitarse en la medida en que somos más indiferentes y destructivos con nosotros mismos. O puede reprimirse también, es decir, ser expulsada del campo de la conciencia.
Tiene entonces manifestaciones indirectas, desde un vago sentimiento de culpa o una sensación de incomodidad poco específica o un sentimiento de desinterés, cansancio o fatiga hasta temores y miedos más específicos como el pánico a la muerte o a envejecer. Morir siempre es amargo, pero morir sin haber vivido es insoportable. Son temores muchas veces procedentes de no haber sabido vivir, de no ser nosotros mismos, de no haber vivido productivamente.
También el temor excesivo a la desaprobación tiene con frecuencia este origen: se necesita la aprobación de los demás porque uno no puede aprobarse a sí mismo. Es la expresión de una culpabilidad, la de no ser uno mismo, que aunque inconsciente, todo lo invade.

Psicoanálisis Humanista
Fruto de esta concepción humanista son una serie de consecuencias, tanto teóricas como prácticas, que tienen gran incidencia en el campo de la psicopatología y el psicoanálisis. La impronta humanista se traduce en una serie de características que van desde la misma concepción de la enfermedad mental hasta la actitud del psicoanalista y la técnica que éste emplee. Entre dichas características podríamos destacar las siguientes.

1. El concepto de enfermedad mental entendido como enajenación de si mismo. Como un camino de no realización propia, en el grado que fuere. Como una actitud, de facto, obstaculizante y hasta destructiva hacia unos mismo, por motivos generalmente inconscientes. Y su correlato, la salud mental entendida como la posibilidad, sin trabas psicológicas internas, de desarrollo de todas las potencialidades del propio ser.

2. La meta de la curación, por ello, sería el encuentro de la persona consigo misma. El desarrollo del conocimiento propio, del respeto y la responsabilidad hacia sí mismo, del amoroso cuidado por el propio desarrollo.

3. Un respeto fundamental por parte del analista hacia el paciente, basado en todo lo expuesto anteriormente.

4. El tener muy en cuenta no sólo los aspectos condicionantes y negativos, propios de la enfermedad, sino también y de manera especial las cualidades y aspectos positivos de la persona. Es importante tanto en lo referente al diagnóstico y pronóstico cuanto para la misma técnica terapéutica.

5. Un psicoanálisis no por principio adaptativo a la realidad social, sino que mantiene la primacía de la integridad de la persona, conservando una visión crítica de los aspectos enajenantes y enfermos de la sociedad.

6. Un psicoanálisis abierto a los datos y descubrimientos de las demás ciencias del hombre para entender mejor y posibilitar una ayuda más eficaz a ese hombre que, no sólo ha vivido en una familia, sino que está inserto en una cultura determinada, bajo unas condiciones económicas, políticas y de relación específicas, en unas coordenadas sociales determinadas. Un psicoanálisis, por tanto, no reduccionista que le aplique al hombre una sola óptica. En otras palabras, un psicoanálisis no dogmático.

7. Un psicoanálisis no enigmático o arcano, parapetado tras una fraseología y un vocabulario exclusivista como elemento de prestigio y poder, pero incompresible para el resto. Sino un psicoanálisis que utilice un vocabulario comprensible, transparente y claro, común con el hombre al que pretende servir de ayuda y con quien pretende comunicarse.

8. Un psicoanálisis que da más importancia a la calidad de la relación humana entre analista y analizado sin que esto signifique un descuido y, menos aún, una minusvaloración de los aspectos técnicos.

9. Una actividad del analista más real, mas viva, más participante, menos envarada y defensiva en orden a permitir una mejor comunicación y empatía con el analizado. Que permita una comunicación de "centro a centro" como lo expresaba el mismo Fromm.

10. Un psicoanálisis más radical que pretenda llegar hasta las zonas más lejanas y oscuras del inconsciente y no se pare exclusivamente, por ejemplo, en los aspectos edípicos.


lunes, 26 de mayo de 2014

Kohut: Narcisismo




"HEINZ KOHUT" Y SU TEORÍA DEL NARCISIMO LA TEORÍA DEL SELF.


Heinz Kohut:
Nació en 1913 en Viena dónde pasa su infancia, luego estudia la carrera de médico, que acaba en 1938. Heinz Kohut se hace psicoanalista, después de hacer formación con August Aichhorn. En 1940, ante la persecución del nazismo, debe dejar Austria y llega a los Estados Unidos ( Chicago), donde vivió hasta su muerte, en 1981.

Influenciado por la teoría Hartman y otros psicólogos del yo. Formalizó en una nueva teoría clínica: la psicología del self. 

Principales corrientes analíticas estadounidense influenciadas por: 
Biología
Etología
Kohut intuyó la existencia de una perturbación caracterológica, a la que llamo: Trastorno narcisista de la personalidad.

Freud propuso que el niño pasa en el comienzo de su vida por una fase de narcisismo primaria en el cual los objetos externos no son reconocidos como tales. La energia pulsional se vuelca en el propio yo.

Tiempo después el bebe es capaz de percibir a su madre como objeto satisfactor; su relación con ella se canaliza con el acto de mamar, esto produce como consecuencia que se catectice la zona oral.

El narcisismo primario es reemplazado por la libido objetal.
Kohut supuso que el narcisismo, lejos de ser superado en el curso del desarrollo, sufre una evolución paralela e independiente de la libido objetal.

El resultado del desarrollo pulsional es la estructura tripartita de la mente y el del desarrollo del narcisimo es el self.

Para su maduración, el narcisimo utiliza ciertos objetos del medio ambiente, a estos objetos Kohut los llamo objetos del self.

(Los planteos kohutianos se refieren a un tipo especifico de patología, los trastornos narcisistas).




Kohut plantea que el self es un contenido del aparato psíquico que forma parte tanto del yo como del ello y del superyó.

En la obra de Kohut los "objetos del self" (están al servicio del self y de la preservación de su investidura instintiva, o bien son vividos como parte del self) son los objetos externos: el padre, la madre, objetos externos significativos ene l desarrollo del individuo, en particular sus figuras parentales.

El self se forma a partir de la internalización de los objetos del self arcaicos.

Estos objetos pueden ser de dos tipos: : un objeto del self grandioso, que proporciona las ambiciones y las metas y otro la "imago parental idealizada", de cuya internalización surgen los ideales del self.







Kohut propone rescatar instrumentos fundamentales para la practica del psicoanálisis:
Empatía
Introspección
Ambos delimitan el campo de la observación, lo que no es susceptible de ser observado a través de estos dos fenómenos no es psicológico.

Todo lo que se conoce a través de estos elementos pertenece al mundo de los fenómenos psíquicos.


Esto da por resultado un sí-mismo con estructura bipolar: cabe la posibilidad que un sujeto tenga altamente catectizada la representación de sí-mismo grandiosa y contrariamente, el polo idealizado sea débil, endeble.

A estos dos polos ( grandioso e idealizado) se agregó un área intermedia, descripta como el espacio de "las aptitudes y los talentos" .

El "self" cobra importancia hasta constituirse en el "nucleo de nuestra personalidad".
Kohut distingue la libido de objeto de la libido narcisista. Ambas clases de energía se diferencian por el tipo de objeto en que se depositan o al que se dirigen.

La libido objetal catectiza objetos externos mientras que la narcisista se dirige a los objetos del self.


Los trastornos del área narcisista de la personalidad.
El Self deriva de las relaciones objetales tempranas, se construye en relación de un largo proceso de identificación e introyección de otros seres humanos se va estructurando el Self nuclear o maduro. Para que este proceso se produzca sin mayores sobresaltos, debe haber respuesta empática de esos seres humanos (llamados por Kohut Objetos-Self).

Unos padres empáticos funcionan como Objetos-Self primarios “buenos” en tanto tienen la capacidad de percibir las necesidades de reconocimiento y admiración de sus hijos, y de responder adecuadamente a ellas. De ello derivará una adecuada maduración del narcisismo en el niño, de su self, y una sólida autoestima. Por el contrario, padres no empáticos se hayan en la cadena causal de los trastornos narcisistas de la personalidad.


Kohut identifica tres tipos de transferencia narcisista.

Transferencia especular: el niño tiene fantasías omnipotentes mediante las que alimenta un self grandioso. Los demás sólo existen en la medida en que son un reflejo del exhibicionismo y grandiosidad de la criatura. El self grandioso concentra en si todo lo bueno, a la vez que le atribuye al medio externo todas las imperfecciones.

Transferencia idealizadora: La relación con un objeto del self al que el niño vivencia como la fuente de toda calma y seguridad. Puesto que toda la felicicdad reside en el objeto idealizado, el individuo se siente vacio e impotente cuando se separa de él. Por ello procura que su unión no sufra interrupción alguna.

Transferencia gemelar o alter ego: Vivencia un objeto del self como su gemelo, esto es, un se con el que comparte ideales, ambiciones y metas.




La falla primaria en los pacientes con este tipo de afecciones consiste en una falta de cohesión del self.

Hay una disociación entre ambos polos ( el grandioso y el exhibicionista) como consecuencia de fallas especificas en la relacion con los objetos del Self.

Los objetos del self grandioso y la imago parental idealizada sson internalizados. De ellos surgen los distintos polos del self.

La salud consiste en un cierto equilibrio entre ambos polos y la internalización del objeto del self gemelar, quien proporciona un área intermedia de talentos y habilidades.

UN PUNTO DE VISTA EVOLUTIVO.
El niño llega al mundo con un self rudimentario que inicia su desarrollo inmediatamente después del nacimiento.

La madre esta en contacto con él (a traves de canales tactile,olfatorios y propioceptivos mientras lo alimenta, lo tien en sus brazos y lo baña).

Aqui tiene su virtual comienzo un proceso que establece el "si-mismo" de una persona ( interacciones del niño y sus objetos del si-mismo) y que continua durante toda la niñez y, en grado menor, en la vida adulta.

Los objetos del si-mismo responden con "empatia" a ciertas potencialidades del niño (aspecto del si-mismo, aspectos de la imagen idealizada que admira, talentos innatos distintos que utiliza para realizar de manera creativa sus ambiciones e ideales).



Esto permita la cristalizacion del Self nuclear.

El siguiente paso consiste en suministrar a la criatura frustraciones tolerables; "esas deficiencias llevan al reemplazo gradual de los objetos del Self y sus funciones por un Self y sus propias funciones".

Es necesaria un desilusión gradual respecto a la disponibilidad de esa figuras.

El resultado final del proceso es un Self autónomo del sujeto.

Es esencial la cohesión del self de los progenitores. Kohut dice: " En otras palabras, lo que influye sobre el carácter del self del niño no es tanto lo que los padres hacen sino lo que son".

domingo, 25 de mayo de 2014

Wilfred Bion

 Apuntes de Wilfred Bion Vamos a exponer aquí algunas líneas sobre las ideas básicas de la teoría de Bion, tal vez, más conocido como terapeuta grupal. Su concepto de la función alfa, espacio mental, verdad y transformación, y básicamente la idea de Reverie, la cual es menospreciada por los positivistas. Conceptos que se apoyan en ideas propias y distintas, no observables experimentalmente, sustentadas en las mismas posibilidades científicas que el psicoanálisis.
A semejanza de Freud y de Klein, Bion ha sido un autor que ha dejado una obra. Pero, contrariamente a ellos, no dejó una escuela. Su escritura ha estado más sometida a la prueba del olvido, de la represión y de la distorsión.
Su obra encierra aún sentidos ocultos para descubrir, significaciones implícitas y contenidos teóricos por iluminar.

Beta / Alfa
Para todo niño al nacer hay un antes del corte del cordón umbilical, donde el niño pierde los referentes que tenía hasta ese momento, y hay un después en el encuentro con la madre externa. Pensemos que el hijo biológico al nacer recupera y reconoce a su madre biológica y que la madre, por su capacidad de reverie, reconoce el llanto de su hijo entre muchos otros. El bebe se calma al oír el latido cardiaco de su madre o al sentir su olor.
Se produce una retroalimentación afectiva por el reconocimiento de algo conocido, que favorece que se establezca
un sentimiento de confianza en los vínculos, y al haber confianza, los vínculos adquieren sentidos verdaderos.
Cuando el bebe nace, en el primer aullido que da al mundo, expulsa mediante un mecanismo de identificación  proyectiva instinto de muerte, permitiendo que en aquel lugar en el que antes hubo Muerte, ahora se genere el espacio adecuado para contener Vida (en forma de instinto de Vida) que debe ser capaz de entrar. Si el bebe es incapaz de llorar, entonces es incapaz de crear el espacio suficiente como para contener vida, y muere. A esto que el bebe expulsa, Bion lo llama elementos beta.
Define a los elementos beta como aquello que es incapaz de ser procesado por la mente, es experiencia emocional pura sin metabolizar e inmetabolizable. Al salir dejan un espacio vacío que debe ser llenado con pensamientos que puedan ser pensados y tolerados. Estos pensamientos que traen el material para la vida (mental, anímica), lo hacen en forma de otro tipo de elementos a los que Bion llama alfa. Estos elementos beta son contenidos por la mente de la madre (más evolucionada), que los metaboliza y transforma en elementos alfa mediante una función particular: la función alfa. El término función alfa, al igual que el de elementos alfa y beta, se halla intencionalmente desprovisto de significado, de un significado que es esencial aprender a tolerar. Estos elementos alfa devueltos al bebe dan la matriz adecuada para que se forme dentro de su mente una función homóloga a la de la madre que le permita comenzar a pensar sus propios pensamientos.
La madre transmite la funcionalidad del pensamiento. Esta idea en principio básica contiene en sí una gran originalidad: implica que no es el pensar lo que origina los pensamientos sino que por el contrario son los mismos pensamientos los que desarrollan dentro de la mente la capacidad de pensar

Capacidad de reverie
A la capacidad de la madre de devolverle al bebe su experiencia emocional sin metabolizar (elementos beta) en forma de pensamientos adecuados para ser contenidos y pensados por él (elementos alfa), Bion la llama Capacidad de Reverie (reverie: del francés, ensueño).
La llama Reverie en alusión al estado mental requerido en la madre para estar en sintonía con las necesidades del bebé.

Si la madre falla en esta sintonía, es decir, si es incapaz de metabolizar la experiencia emocional y la devuelve en
forma de beta (incapacidad de reverie) la madre puede producir un bebe psicótico. Una madre incapaz de contenerla experiencia emocional de su bebe, dejando perdido en el aire el contenido proyectado por este, puede darlugar a un bebe autista, o a la inicial formación esquizoide de carácter.
La gestación psíquica requiere fundamentalmente de esta función de reverie. Equivale a un metabolismo mental, donde el bebé descarga en la madre lo intolerable, displacentero, incomprendido o desubicado, ocasionado por sensaciones, percepciones o sentimientos que le generan ansiedad.
Necesita que ella los contenga y lo ayude a elaborarlos con la función reverie. En estos momentos primerísimos de la vida, las comunicaciones se dan sin palabras, aunque la palabra esté presente en la boca de la madre; hay información de fundamental importancia para la vida que no se trasmite con palabras, tal es el caso del amor. El amor de la madre por su bebé va a ser expresado a través de la alimentación, de las caricias, del contacto visual y de piel a piel pero fundamentalmente por él interés y deseo de comprenderlo, y esta es la esencia de la función reverie. Sigamos en la evolución del bebe. El bebe, hambriento, llora reclamando al pecho que lo frustra por no estar en este momento dentro de su boca. La madre llega con el pecho gratificando las necesidades de su bebe.
Cuando éste deja de tener hambre, como el pecho sigue estando allí, lo vivencia como persecutorio con ansiedades de aniquilación y se defiende del ataque fantaseado mordiéndolo (con proyección de esta experiencia emocional en forma de beta).
Si la madre abraza al bebe permitiéndole aferrarse a ella visualmente y envolviéndolo mentalmente con un piel protectora que lo protege y abraza (al decir de Bick) y lo sostiene en su ansiedad (Winnicott), entonces el bebe comprende que era un hecho que se correspondía sólo con una fantasía y vuelve a sentirse a salvo.
Ahora bien, si la madre en cambio aleja al bebe gritándole, lo que hace es reafirmar su fantasía de aniquilación y lo deja inerme ante su ansiedad. La primera es una madre con capacidad de reverie; una madre suficientemente buena capaz de devolverle al niño en forma de alfa lo que él expulsó en forma de beta. Por su parte, la segunda madre, con incapacidad de reverie, deja en el niño una sensación de vacío que alimenta sus más atroces fantasías rellenándolo de infinitas cantidades de nada.
Esta capacidad materna de pensar en su bebé con amor será introyectada por el bebé junto con sus sentimientos Beta modificados en Alfa, permitiéndole de esta manera identificarse con una madre con capacidad de pensar en los sentimientos. Este tipo de intercambios repetidos entre la madre el bebé van transformando la estructura del yo, se va formando una nueva estructura yoica: un yo realista que ha internalizado inconscientemente en su núcleo a un objeto con capacidad para pensar y reconocer las cualidades psíquicas en sí mismo y en los otros. En estudio de la incidencia de lo prenatal en el vinculo materno fetal se conjetura que ésta verdad de las emociones, se da desde el inicio de la concepción del hijo. Se daría lo que Sor y Gazzano (1993) llaman un vinculo reverie a doble vía, donde tanto el feto como la madre captan mutuamente la verdad de los sentimientos de ambos.
Este vínculo puede o no establecerse y eso deja su marca, su huella.
El punto primordial es que la mente necesita del reverie materno para dejar de pensar en forma concreta.
Antes que la personalidad pueda disponer de una parte no psicótica, es imperativo que haya logrado instalar en ella esta capacidad de continencia y de transformación. El espacio mental
Para definir el espacio mental, Bion se vale de la definición geométrica de la noción de espacio, en tanto cualquier lugar en el que antes hubo algo. Es decir que para que se pueda crear espacio, algo que ocupe lugar, debe previamente salir.
Digamos entonces uno de los pilares del pensamiento biónico: el espacio mental es el continente adecuado para contener pensamientos. El espacio formado en el lugar en el que antes hubo beta será el continente de alfa.
La cualidad, el alcance del pensar, dice Bion, resulta de la confluencia de dos desarrollos mentales que es preciso distinguir: el desarrollo de pensamientos y el desarrollo del aparato para manejarlos, el aparato de pensar. Ambos desarrollos están absolutamente determinados por la cualidad de las experiencias emocionales que los enmarcan.
En este sentido Bion hace de la tolerancia a la frustración o de la intolerancia a ésta un dato decisivo, del mismo modo que hacía decisiva Klein a la capacidad de tolerar la angustia a la hora de pensar el desarrollo o la inhibición del yo.
Según el nivel de desarrollo que la tolerancia/intolerancia a la frustración haya hecho posible se pueden distinguir:
  1. Preconcepciones: Son los pensamientos vacíos de Kant, son expectativas a priori, como promesas
    que a veces permanecen como tales. Otras alcanzan el estatuto de concepciones y permanecen allí y a veces
    se transforman en pensamientos propiamente dichos. Son las huellas que traen cierta prefiguración
    a priori, si estas preconcepciones ocuparan su vacío darían una percepción plena, una concepción, una realización.
    Si no son llevadas partir de ellas se forma un pensamiento propiamente dicho.
  2. Concepciones : Son preconcepciones acopladas a realizaciones y unidas a experiencias emocionales
    de satisfacción. Las concepciones surgen si una preconcepción se realiza, si un hueco se satura. Para que haya
    concepción tienen que converger una preconcepción y una experiencia emocional satisfactoria.
  3. Pensamientos : Ocurren cuando es tolerada la experiencia de preconcepciones unidas a una realización
    negativa. La existencia de pensamientos nos indica que hubo encuentro en la presentación simultánea
    de una preconcepción y su no realización satisfactoria. La experiencia emocional correpondiente
    es una frustración y si esa frustración es tolerada, un pensamiento puede nacer.
  4. Conceptos: Son concepciones fijadas
    Si una preconcepción, cualquiera sea, se yuxtapone con una experiencia emocional insatisfactoria,
    una frustración, cualquiera sea, puede nacer un pensamiento, a condición de que la frustración sea tolerada.
El suelo de los pensamientos está hecho de experiencias emocionales insatisfactorias que han sido toleradas
La existencia de pensamientos prueba el carácter estructural, ineludible y vital de la insatisfacción.


La verdad / La Transformación
Dice Bion que la ausencia de verdad, de la función de la verdad, lleva a la inanición mental.
De la misma manera que el cuerpo necesita de alimentos, el aparato mental necesita de verdades.
El bebe humano, a través del reverie materno, recibe la comunicación de los verdaderos sentimientos de ésta, no a través de las palabras sino a través de las emociones. La verdad, así como el amor y la comida, son esenciales para el desarrollo.

De esta forma, Bion realiza una analogía con el sistema digestivo. Dice que si la mente no se alimenta adecuadamente de elementos que puedan ser digeridos, muere de inanición. Este alimento, el alimento mental, es para Bion, O, la Verdad, Bion llama O a esta Verdad desconocida e incognoscible.
El proceso mediante el cual diversas dimensiones de O evolucionan de manera de poder ser captadas por nuestras mentes recibe el nombre de Transformación. Bion describe tres tipos básicos de transformaciones:
transformación en pensamiento, transformación en alucinosis y transformación en sabiduría.
Llamamos transformaciones en pensamiento a aquellas transformaciones que guardan amor y respeto por la Verdad como alimento mental. Son aquellas que nos permiten construir modelos, armar analogías, pensar pensamientos abstractos y desarrollar la capacidad figurativa.
Al respecto Bion estableció un postulado epistemológico: "el pensamiento conforme a la verdad
no necesita pensador que lo piense mientras que la mentira es inseparable del que la enuncia". Las mismas se producen cuando la iridiscencia de O entra en contacto con una barrera (que bien puede ser la función alfa de la mente en cuestión) desprendiendo cierto tipo de elementos de su impacto: los alfa.
Cuando la Transformación se da en pensamiento (es decir, con amor por la Verdad y utilizando elementos alfa)  el vínculo que se entabla con la Verdad se llama de Conocimiento y Bion lo simboliza con la letra K (del inglés, knowledge).
El vínculo necesario para crecer mentalmente, según la analogía del sistema digestivo, es el vínculo K que guarda amor por la Verdad, alimento de la mente por excelencia. En este sentido, la capacidad de reverie implica la capacidad del bebe y la madre de establecer vínculos de conocimiento K.
La teoría de la transformación
Transformación tanto de un objeto, como del yo, como de un contenido psíquico.
Bion dice que un objeto en sí mismo sería lo que él denomina objeto 0 (cero).
Lo que nosotros observamos del objeto no es nunca el hecho en sí mismo, sino una transformación de él.
La teoría fundamentalmente tiene que ver con la observación clínica. Bion habla de un hecho, el hecho cero, que es el hecho en sí mismo, lo que ocurrió u ocurre. El hecho cero pudo haber sido el hecho real cuando ocurrió.
Nosotros no podemos conocer el hecho cero, aquel hecho real. Tampoco conocemos cuál es el hecho cero dentro  del psiquismo de ese paciente, pero sí conocemos las transformaciones.
Las transformaciones son las evidencias que se va dando a través de la relación terapéutica de aquel hecho, o de la propia transferencia. Las transformaciones pueden estar más o menos alejadas de aquel hecho cero, o más o menos cercanas. Él habla de transformaciones proyectivas y transformaciones de sentido rígido.
Las transformaciones de sentido rígido son aquellas que casi son iguales al hecho cero.
Y las transformaciones proyectivas son aquellas que tienen un cierto grado de transformación.
Éste es un concepto tomado de la geometría, las imágenes proyectivas. "Cualquiera que se disponga a atender un paciente al día siguiente debe en algún momento sentir miedo.
En todo consultorio deberían de haber dos personas bastante asustadas: el paciente y el psicoanalista.
Si no lo están, cabe preguntarse por qué se toman la molestia de indagar lo que todo el mundo sabe" Bion. (1974)

Wilfred Bion. Nació en Mutra, India en 1.897 donde vivió hasta los ocho años, de donde se traladó a Londres. Británico, médico y psicoanalísta. Estudió historia en Oxford y posteriormente medicina, comienza su práctica psiquiátrica a los 37 años y trabaja durante 15 años en Tavistock. Sus escritos ya nos dejan una especial manera de ver la represión social de su tiempo.
Le toca ser partícipe de las dos grandes guerras siendo esta una experiencia que ya deja marcada su persona y su teoría.
A los 48 años años inicia su carrera como psiquiatra y su análisis personal con Melanie Klein
con quien esta cinco años, a los 53 años es aceptado como miembro de la Asociación Psicoanalítica Británica.
Muere en 1.979

La primera parte se sus trabajos son bastante enrevesados, difíciles de leer, están referidos a Freud y M. Klein
mediante un pensamiento muy personal, mas adelante se convierte en un analista revolucionario que amenaza profundamente toda la vetusta estructura del movimiento analítico, ahí es donde se manifiesta con toda su claridad.
Se traslada a Estados Unidos para "comenzar de nuevo" huyendo de lo que él mismo llama "el peso de las medallas" .
Sus trabajos han contribuido en el tratamiento de la psicosis desde el análisis. En California deja huella en la escuela de psicoanálisis.
Bion, en contacto con tradiciones filosóficas orientales, que aluden a un todo, nos hace ver que la materialidad corporal de la fisiología nos mueve a engaño en el creernos seres individuales.
Su gran formación y experiencia de vida, su cualidad de observación, su sensibilidad y su disciplina para el pensamiento articulado, dieron luz a una obra compleja y apasionante. .