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jueves, 1 de abril de 2021

Teoría y Técnica de Lacan

 


Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo y Psicoterapeuta. Zaragoza. Tfno. 653 379 269 Página Web: Conóceme  rcordobasanz@gmail.com.                                  IG: psicoletrazaragoza  Twitter: @psicoletra


Historia y aportes de Jacques Lacan al psicoanálisis
 

Breve reseña histórica de Jacques Lacan y de la teoría lacaniana

 

Jacques Lacan fue un psicoanalista y psiquiatra de origen francés. Nacido en París el 13 de abril de 1901, es conocido por su “retorno a Freud”, actualizando y modificando la teoría de Sigmund Freud, conocido por todos como el padre del psicoanálisis. Su evolución teórica provoca la escisión de la Sociedad Psicoanalítica de París.

Dicha evolución se caracteriza especialmente por un sustancial abandono de los aspectos más puramente biológicos, confiriendo una enorme importancia al lenguaje de cara a la comprensión de los pacientes, el cual, según su concepción, estructura el inconsciente a través de sus códigos.

El objetivo del presente escrito no es tanto aportar una explicación biográfica de Lacan, si no describir de forma breve pero clara alguna de las aportaciones más curiosas que esta figura del psicoanálisis produjo en esta corriente, así como algunos datos que rindan cuenta de la particularidad de esta figura del psicoanálisis. Este no es sino un primer contacto con la teoría de Lacan. En artículos posteriores se profundizará en otros aspectos.
 

Teoría Lacaniana


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Conceptos básicos de la teoría Lacaniana

 

Escansión: una de las características de la terapia psicoanalítica de marcado enfoque lacaniano es el conocido corte de sesión o escansión. Se dice que la utilidad de este corte es el puntuar, el hacer hincapié en una verbalización llevada a cabo por el paciente y que guarda una enorme relación con los conflictos intrapsíquicos de éste.

El objetivo fundamental de este corte de sesión es fomentar la reflexión del paciente sobre lo que dijo, abrir la puerta a un discurrir por parte del sujeto. Partiendo de la premisa que dice que el inconsciente se estructura como un lenguaje,

Lacan se negaba a plegarse a la norma de la duración de las sesiones (que debían durar 50 minutos según la IPA). Descrito por él como un imperativo obsesivo, esta duración rígida no respetaba las puntuaciones del sujeto en su discurso (y por ende, sus contenidos inconscientes), ya que el inconsciente, según Lacan, no obedece nunca a un tiempo preestablecido.

Al cortar la sesión en este punto, el analista realiza una acentuación en forma no verbal, dejándole entrever al paciente que lo que ha dicho se trata de algo significativo y que no debe ser tomado a la ligera. El analista no es en absoluto un oyente neutral. Deja muy claro que ciertos puntos, que seguramente guarden relación con la revelación de un deseo inconsciente y con un goce previamente no admitido son cruciales.

Lacan y FreudEl analista dirige la atención hacia ellos, recomendándole al paciente más o menos directamente que piense en ellos y los tome seriamente. Los pacientes no tienden a hablar y puntuar espontáneamente los temas más importantes. Es más, desde el punto de vista psicoanalítico, los pacientes tienden en mayor medida a evitar aquellos aspectos.

Ejemplo de ello son los temas relacionados con la sexualidad, evitando, por ejemplo, asociar sueños y fantasías con elementos que conllevan mayor carga sexual. Muy probablemente el lector se preguntará qué se espera de uno cuando acude a un terapeuta de orientación lacaniana. Pues bien, el análisis no requiere que relatemos toda nuestra vida en detalle ni toda nuestra semana y sus pormenores. Hacerlo convierte automáticamente la terapia en un proceso infinito.

Para que el analista pueda involucrar al paciente en un verdadero trabajo analítico, no debe tener miedo en dejar claro al paciente que el contar historias, los relatos detallados de lo que pasó en la semana y otras formas de discurso superficial no son el material del análisis, aunque, por supuesto, puede ponérselos a servicio del análisis.

El terapeuta tenderá por tanto a cambiar de tema en lugar de intentar, de forma obstinada, a encontrar algo de significación psicológica en los detalles de la vida cotidiana del paciente. Cuando el analista de repente concluye una sesión, puede acentuar la sorpresa de lo que el paciente ha expresado, o introducir el elemento de sorpresa a través de la escansión, dejando que el paciente se pregunte qué fue lo que el analista escuchó y que él mismo no logró escuchar.

Cuando las sesiones de tiempo fijo son la norma, el paciente se acostumbra a tener una cantidad de tiempo determinado para hablar, y calcula cómo rellenar ese tiempo, cómo hacer un mejor uso de él. Los pacientes saben a menudo que el sueño que tuvieron es lo más importante que deben relatar para su análisis. Sin embargo, tratan de hablar de muchas cosas de las que quieren hablar antes de llegar al sueño, si es que llegan a él.

 

Teoria lacaniana


Establecer una duración determinada de la sesión no sirve, según Lacan, sino para alimentar la neurosis del paciente: el uso que hace del tiempo previsto para él en la sesión es una parte indisociable de su estrategia neurótica, que involucra la evitación, la neutralización de otras personas y demás.

El diagnóstico lacaniano: para los profesionales que trabajen con los sistemas diagnósticos predominantes como el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM), la sistematización llevada a cabo por Lacan resultará enormemente simplista. No obstante, ésta implica también precisiones mucho mayores respecto de lo que generalmente se considera que es un diagnóstico en buena parte del ámbito de la psicología y la psiquiatría.

Los criterios diagnósticos de Lacan y de la teoría lacaniana se basan fundamentalmente en la obra de Freud, siendo ésta ampliada en multitud de ocasiones, y en el trabajo de algunos psiquiatras franceses y alemanes como Kraepelin o Gatian de Clérembault.

En lugar de tender a multiplicar todavía más las ya numerosas categorías diagnósticas, de modo que cada nuevo síntoma o conjunto observable es considerado como un síndrome separado, el esquema diagnóstico de Lacan es enormemente simple, pues incluye solamente tres categorías principales: neurosis, psicosis y perversión.

 

Jacques Lacan
 

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A diferencia de las categorías diagnósticas como el DSM, los diagnósticos lacanianos proporcionan al terapeuta una aplicación inmediata, en la medida en que guían los objetivos del terapeuta e indican la posición que éste debe adoptar en la transferencia.

La teoría lacaniana demuestra que ciertos objetivos y técnicas utilizados con los neuróticos son inaplicables con los psicóticos. Y esas técnicas no solo son inaplicables, sino que incluso pueden resultar peligrosas, puesto que pueden disparar un brote psicótico. El diagnóstico no es, por tanto, una cuestión formal de papeleo, tal como requieren las instituciones sanitarias.

Es fundamental para determinar el abordaje general que el terapeuta adoptará para el tratamiento de un paciente individual, para situarse correctamente en la transferencia y para realizar las intervenciones apropiadas. Lacan trata de sistematizar las categorías de Freud ampliando sus distinciones terminológicas.

Lacan distingue entre categorías diagnósticas en función del mecanismo de defensa operante. Es decir, las tres principales categorías diagnósticas adoptadas por Lacan son categorías estructurales basadas en tres mecanismos diferentes o formas diferentes de negación. Encontramos entonces que para la neurosis el mecanismo fundamental es la represión, para la perversión es la renegación y para la psicosis la forclusión.

Retomando a Freud, el cual decía que mecanismo y estructura no son meras compañeras que presentan una fuerte correlación entre los pacientes. El mecanismo de negación es constitutivo de la estructura. Esto quiere decir que la represión es la causa de la neurosis, así como la forclusión es la causa de la psicosis.

Homosexualidad: mientras que la corriente psicoanalítica predominante en la época de Lacan afirmaba rotundamente que los homosexuales no podían ejercer el trabajo de psicoanalistas, Lacan rompió con esta preconcepción, dando a entender que los homosexuales sí podían ejercer como tal. Roudinesco, psicoanalista de origen francés, afirma que Lacan aceptaba asimismo a pacientes homosexuales, sin el objetivo de adentrarles en lo que por entonces se consideraba la normalidad.

La Asociación Psicoanalítica Internacional (IPA) contaba en la década de 1920 con un comité encargado de gestionar esta cuestión. La rama berlinesa de dicha asociación decía así: “(la homosexualidad) es un crimen repugnante: si uno de nuestros miembros lo cometiera, nos comportaría un grave delito”, llegando incluso a considerarse como una tara”. En este sentido, la posición de Lacan resultó novedosa, evitando rechazar a homosexuales en su formación como analistas. Esta negación al estigma predominante, junto con su negación a establecer un tiempo determinado en las sesiones, así como su oposición al academicismo propio de la IPA conllevó su expulsión de esta institución en 1963.

En próximos artículos se ampliarán los aspectos descritos unas líneas más arriba, profundizando en las estructuras y en los pormenores que distinguen a dichas estructuras desde el punto de vista de Lacan.


lunes, 13 de octubre de 2014

Teoría Psicoanalítica



Según el psicoanálisis, los síntomas histéricos y neuróticos tienen su origen en conflictos inconscientes, los cuales pese a ser ajenos por completo al consciente del analizado, pugnan por emerger a la conciencia. El resultado entre la represión y la fuerza emergente del material reprimido es una formación de compromiso; el síntoma histérico o neurótico. El objetivo de la terapia es vencer las resistencias para que el analizado acceda a las motivaciones inconscientes de sus sentimientos, actitud o conducta. Freud, en una de las oportunidades en las que describe la operación que lleva a cabo la terapia analítica, lo hace en estos términos: "la rectificación con posterioridad del proceso represivo originario".
La «regla fundamental» de la técnica psicoanalítica es la asociación libre. El analista introduce al paciente en la técnica solicitándole que le comunique todos los pensamientos, ocurrencias, ideas o imágenes que se le pasen por la mente, independientemente de que estos le parezcan absurdos, irrelevantes o comprometedores, «sin criticarlos o seleccionarlos». Al comunicar estos contenidos, el analizado no debe tener en cuenta cuan insignificante, trivial o desagradable le resulten, ya que esto sólo expresaría la acción de las resistencias».
El analista por su parte, también debe respetar reglas, particularmente las tres siguientes:
  • Escuchar al analizado con una atención parejamente flotante, es decir, sin privilegiar ningún elemento de su discurso, lo que implica que el analista «deje funcionar lo más libremente posible su propia actividad inconsciente y suspenda las motivaciones que habitualmente dirigen la atención». En palabras de Freud, «el analista debe escuchar y no hacer caso de si se fija en algo».
  • Mantener una actitud neutral, en cuanto a los valores, es decir, no dirigir la cura en función de un ideal religioso, moral o social, no juzgar, no aconsejar. La posición debe ser igualmente neutral frente a las manifestaciones transferenciales y frente al discurso, es decir, «no conceder a priori una importancia preferente, en virtud de prejuicios teóricos, a un determinado fragmento o a un determinado tipo de significaciones».
  • Observar una actitud de estricta abstinencia, lo que implica que el analista «no satisface las demandas del paciente ni desempeña los papeles que éste tiende a imponerle». El sentido de este principio es que la cura debe transcurrir de tal forma que el analizado no se sirva de ella para obtener satisfacciones sustitutivas de sus síntomas.
En cuanto a la interpretación, su función no es propuesta como un enunciado que refiera el material que ofrece el caso a una teoría (como elComplejo de Edipo, la nosología psicoanalítica, las tópicas que representan el aparato psíquico, etc.), sistematizada o no, que incluya la experiencia propia del analista y el consenso de la comunidad analítica, sino algo que se acercaría mucho más a un desciframiento. En este sentido, el psicoanalista Donald Winnicott comenta la importancia de «que el analista no conozca las respuestas, excepto en la medida en que el paciente dé las claves. El analista recoge las claves y hace las interpretaciones».
Los lapsus son actos erróneos para la conciencia, en los que se manifiesta una descarga del inconsciente. Para Freud, expresa un motivo personal relevante, desconocido para la personalidad consciente. A menudo el lapsus no es obvio y se revela sólo después de una larga cadena de asociaciones.
Una segunda área explotada por la asociación libre es la de los sueños, considerada la «vía regia al inconsciente». Para el psicoanálisis los sueños son siempre (al menos esto es lo postulado en La Interpretación de los sueños) realizaciones de deseos, los cuales generalmente se disfrazan por ser inaceptables para la organización consciente del individuo. Freud distingue en la estructura del sueño: el contenido manifiesto, que generalmente parece incoherente y sin sentido pero que presenta algún tipo de historia narrativa; y el contenido latente, que se refiere a las asociaciones que se despliegan a partir del sueño manifiesto. El sueño (la ilación de sus contenidos manifiestos) es una formación producida por el trabajo del sueño que transforma el material latente mediante la condensación, el desplazamiento, el trastorno en su contrario y diversos tratamientos que las representaciones inconscientes reciben, en virtud de su estructura, y que Freud designó comodesfiguración onírica. La dirección del trabajo del análisis es precisamente en sentido contrario al del trabajo del sueño ya que obtiene el contenido latente donde era lo manifiesto. Los sueños son figuraciones capaces de acceder a la conciencia, ya que en esta situación de reposo (el dormir) es cuando la censura se encuentra más relajada y la resistencia se encuentra debilitada. Los anhelos y deseos que tienen prohibido el acceso en los estados conscientes tienen una oportunidad de escaparse tras el velo de la desfiguración onírica.
También en el chiste (Witz en alemán) encuentra el psicoanálisis una de las manifestaciones paradigmáticas del inconsciente.
Freud afirmó que el individuo neurótico, cuyas necesidades eróticas infantiles permanecieron insatisfechas, podrá orientar sus requerimientos libidinosos hacia una nueva persona que surja en su horizonte, siendo muy probable que las dos porciones de su libido (la consciente y la inconsciente) participen en este proceso. Es por lo tanto perfectamente normal y comprensible que una carga de libido se oriente también hacia el psicoanalista. Este proceso da lugar a lo que en psicoanálisis se denomina transferencia.
Cuando se habla de «transferencia» en la terapia, se considera que el paciente transfiere o reedita sobre la figura del analista demandas libidinales experimentadas en la infancia en relación a personas que entonces fueron importantes o significativas. La transferencia ofrece la oportunidad para poner en acto los conflictos infantiles y estructuras cognoscitivas que condujeron a las represiones y a las distintas formaciones de sus neurosis; y asimismo proporciona al sujeto las condiciones para rectificar esos hechos que tuvieron lugar en la infancia y que, por permanecer inconscientes, se habían mantenido refractarios a sus intentos previos de influir en ellos.
La contratransferencia será aquel conjunto de reacciones inconscientes del analista frente a la persona del analizado y frente a la transferencia. Se le considera un elemento muy importante en el trabajo analítico porque cada uno posee en su propio inconsciente un instrumento con el cual puede interpretar las expresiones del inconsciente en los demás.

domingo, 8 de junio de 2014

Fundamentos de la obra de Melanie Klein

En este texto se perfila con claridad y sencillez aspectos fundamentales de la obra de Melanie Klein. Podíamos decir que es una mini-introducción, como en su día hizo Hanna Segal. Sencillo, claro y esto es una gran virtud, puesto que el psicoanálisis y su difusión tiende, a menudo, a ser explicado en un metalenguaje que el lego no puede entender. Disfruten damas y señores. Rodrigo Córdoba Sanz, Psicólogo y Psicoterapeuta.




Desde la perspectiva psicoanalítica de Melanie Klein, el desarrollo personal se concibe como enriquecimiento de la personalidad que se refiere a la superación de etapas tempranas de la niñez (que pueden volver a surgir en la vida adulta), la superación de los conflictos que estas etapas conllevan, como la ansiedad, culpa, envidia y logro de la gratitud, alcanzar el equilibrio con el mundo psíquico interno y el mundo externo, y desarrollar la capacidad de disfrutar de las cosas y llevar relaciones gratificantes de amor con los otros.

De estos estadios tempranos, dos son los que mayor importancia tienen en la vida según Klein.
El primero es la posición esquizo-paranoide que se desarrolla durante los primeros 3 a 4 meses de vida.
Según Klein los seres humanos poseemos dos instintos básicos, el de vida o amor y el de muerte u odio, debido a la lucha que se produce entre estos dos instintos y el sentimiento de ansiedad persecutoria que se produce en el niño, producto del miedo de que este impulso agresivo le cause daño, el niño lleva a cabo procesos de escisión, en que el odio y la ansiedad se proyectan hacia el primer objeto de relación que posee, que es el pecho de la madre, que pasaría a ser el pecho malo, y los sentimientos de amor se proyectan en el pecho gratificador bueno.
Luego de esta proyección, el pecho bueno y el malo son introyectados en la psiquis del niño, por lo que el yo está muy poco integrado, pues posee contenidos separados.
Esta proyección y posterior introyección colaboran a que la ansiedad persecutoria vaya disminuyendo, pues el niño se siente más seguro con un pecho bueno que lo ampare, pero a la vez tiene un pecho malo, que lo persigue y persiste el miedo a la aniquilación del yo.
De esta intereacción entre los 4 - 6 meses se van integrando los impulsos, y la madre ya no es vista en forma escindida, sino que se incorpora como un objeto total, pasándose a la posición que Klein denomina depresiva, en la que debido a esta integración del objeto y el yo se experimenta culpa, pues el niño siente que el objeto amado ha sido dañado por sus propios impulsos agresivos; y por lo cual trata de reparar el objeto dañado.
"El sentimiento de que el daño hecho al objeto amado tiene por causa los impulsos agresivos del sujeto, es para mí la esencia de la culpa. El impulso a anular o reparar este daño proviene de sentir que el sujeto mismo lo ha causado, o sea, de la culpa. Por consiguiente, la tendencia reparatoria puede ser considerada como consecuencia del sentimiento de culpa".

I. Fantasía. En esta parte aclara el concepto de la fantasía, y su empleo en el psicoanálisis. Menciona que la fantasía no es tan sólo un escapar a la realidad; es una concomitante constante e inevitable de las experiencias de la realidad, en constante interacción con ellas. Muestra una serie de ejemplos en la niñez y relaciona a la fantasía como expresión mental de los instintos. Establece una relación entre la fantasía, y la realidad externa.
II. La posición esquizo-paranoide. Menciona que una de las conductas de la posición esquizo-paranoide es la escisión. Esta es lo que permite al yo emerger del caos y ordenar sus experiencias. Es la base de diferenciación entre lo bueno y lo malo. La escisión es también la base de lo que más tarde llegará a ser la represión. Según el grado de escisión será el grado de represión en lo posterior. Con la escisión se relacionan la ansiedad persecutoria y la idealización. Es necesario cierto grado de esta ansiedad para poder reconocer, evaluar y reaccionar ante circunstancias externas realmente peligrosas. No debemos considerar a los mecanismos de defensa de la posición esquizo-paranoide sólo como mecanismos de defensa que protegen al yo de ansiedades inmediatas y abrumadoras, sino también como etapas progresivas del desarrollo.

III. Envidia. Diferencia los conceptos entre envidia y celos. Los celos se basan en el amor y su objetivo en poseer al objeto amado y excluir al rival. La envidia es una relación de dos partes en que el sujeto envidia al objeto por alguna posesión o cualidad.
IV. Psicopatología de la posición esquizo-paranoide. Según experiencias de pacientes la autora hace un análisis de la psicopatología de la posición esquizo-paranoide.
V. La posición depresiva. Esta posición empieza en la fase oral del desarrollo, en que el amor y la necesidad provocan el deseo de devorar. Es en este momento cuando se desarrolla la capacidad de establecer vinculaciones y la de abstraer, base del tipo del pensamiento que esperamos del yo maduro, en contraste con el pensamiento desarticulado y concreto característico de la posición esquizo-paranoide.
VI. Defensas maníacas. Se refiere a la a la posición depresiva vinculada con la vivencia de dependencia del objeto, Las defensas maniacas se dirigirán contra todo sentimiento de dependencia, que se evitará, negará o invertirá. La relación maníaca con los objetos se caracteriza por una tríada de sentimientos: control, triunfo y desprecio. Estos sentimientos se corresponden directamente con sentimientos depresivos de valorar al objeto y depender de él, con el miedo a la pérdida y la culpa, y sirven de defensa contra ellos.
VII. Reparación. La reparación puede formar parte de las defensas maníacas. En ese se intenta reparar al objeto en forma maníaca y omnipotente. Es cuando se le puede tratar en forma parcial como objeto de preocupación. La reparación como lo menciona la autora es un mecanismo de gran importancia para el desarrollo del yo y para su adaptación a la realidad. La reparación maníaca es una defensa en la medida en que su fin es reparar al objeto sin que aparezcan sentimientos de culpa o de pérdida. La reparación maníaca no puede completarse nunca porque, de ser así, el objeto plenamente restaurado se haría nuevamente digno de amor y aprecio, y libre del control omnipotente y del desprecio del maníaco.
VIII. El complejo de Edipo desde temprana edad con casos de pacientes.Asimismo para la cuestión teórica de todos los capítulos de esta obra la autora complementa de una forma muy precisa con casos de pacientes, desde la edad temprana hasta la edad adulta.


Fundamentos de Melanie Klein-Ivone Pérez Mata

sábado, 28 de septiembre de 2013

Modelos teóricos sobre disociación

Modelos Teóricos sobre Disociación

Un modelo teórico integrador: El concepto de disociación somatoforme

Este concepto se inicia en la psiquiatría francesa del siglo XIX. En esta época muchos autores se centraron sobre todo en las manifestaciones somáticas de la histeria (Nijenhuis, 2000). Durante la primera guerra mundial se describieron muchos casos de disociación somatoforme entre los soldados traumatizados (Van der Hart, 2000).
Nijenhuis señala que aunque la disociación somatoforme y la psicológica son manifestaciones de un mismo fenómeno subyacente, no son completamente superponibles. La disociación somatoforme está más asociada con maltrato físico y abuso sexual, ya que ambos amenazan la integridad del cuerpo.
Dentro del concepto de disociación somatoforme se incluyen tanto síntomas negativos (anestesia, analgesia e inhibiciones motoras) como positivos (dolor localizado, convulsiones, síntomas somáticos intrusivos). Esta diferenciación ya había sido establecida por Janet, que los denominó estigmas y accidentes mentales.
 

El modelo Estructural de Disociación

Van der Hart (2000) propone el concepto de lo que denomina “Disociación Estructural”. Recoge la distinción de Myers entre personalidad aparentemente normal (PAN), que se encarga de llevar adelante la vida cotidiana y personalidad emocional (PE), que contiene lo asociado con el trauma. Esta división está presente en cualquier trastorno derivado del trauma, desde el Trastorno por Estrés Postraumático al TID, constituyendo lo que los autores denominan Disociación Primaria. Cuanto más complejo es el trastorno disociativo (el extremo de mayor gravedad del espectro postraumático sería el TID), más se van fragmentando la PE (Trastorno Disociativo No Especificado) y la PAN (TID).
Las concepciones recientes de los trastornos disociativos o de conversión generalmente enfatizan los síntomas de disociación somatoforme negativa, que implica una pérdida más o menos permanente de funcionalidad en la PAN: pérdidas de memoria, sensaciones, funciones perceptivas o motoras. En cambio la PE se caracteriza más bien por reexperimentaciones sensorimotoras traumaticas, que se experimentan como intrusiones por la PAN.
 

El Modelo BASK

Entre los modelos teóricos de disociación uno de los más relevantes es el modelo BASK (Braun, 1988a, 1988b). Las iniciales corresponden a Behavior (conducta), Affect (afecto), Sensation (sensación somática), Knowledge (conocimiento). Según este modelo la información es procesada a lo largo de estos 4 ejes y un funcionamiento integrado requiere que todos ellos estén presentes de modo sincrónico. La disociación ocurre cuando alguno de estos elementos está desconectado del resto. Por ejemplo: un individuo puede tener una reacción emocional sin entender a nivel cognitivo por qué se produce. O a la inversa: tener un conocimiento racional de una situación, que no se corresponde con su respuesta emocional. Con las sensaciones ocurre lo mismo: una persona siente que algo le aprieta la garganta y esta puede ser el único componente de una experiencia previa de agresión a la que puede acceder.

El Modelo SIBAM de Peter Levine

Otro modelo propuesto por Levine (1997) es el SIBAM. Este modelo enfatiza los aspectos somáticos de la respuesta traumática, que según el autor se compone de distintos elementos: Sensaciones (respuestas kinestésicas y propioceptivas), Imágenes (representaciones internas de estímulos externos incluyendo los visuales, auditivos, tactiles, gustatorios y olfatorios), Conductas (voluntarias e involuntarias, incluyendo las gestuales, emocionales, posturales, autonómicas y arquetípicas), Afectos (incluye la emoción pero es más amplio) y Significado (incluye pero es más extenso que cognición, pensamiento y conocimiento). Levine, a partir de este modelo conceptual, propone un tipo de terapia centrado primordialmente en la sensopercepción, insistiendo en la diferencia entre esta y la emoción. Enseñando al individuo a ser consciente de su sensopercepción y permitiendo al cuerpo procesar los elementos traumáticos, el trauma se resolvería. Según Levine, los animales, al no intentar controlar desde lo racional o emocional las percepciones somáticas básicas, conservarían su capacidad de autocuración del trauma. En los seres humanos esta capacidad se perdería debido al intento de “controlar” la sensopercepción, que quedaría de este modo bloqueada y generaría la patología postraumática. En esta misma línea están las teorías y propuestas terapéuticas de Scaer (2001), así como los modelos terapéuticos de Roschild (2000) y Odgen.