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Paz y Ciencia

martes, 1 de diciembre de 2015

Wilfred Bion: contribución Nature-Nurture y sobre la psicosis


Comparto con ustedes un trabajo muy interesante acerca de un autor poco estudiado y francamente interesante. Hablamos de Wilfred Bion. Psicoanalista inglés que empezó como kleiniano y después dejó su impronta personal. Vía Topia.com.ar
Rodrigo Córdoba Sanz

 PUBLICACIÓN DE PSICOANÁLISIS, SOCIEDAD, SUBJETIVIDAD Y ARTE
El Psicoanalítico 
LABERINTOS, ENTRECRUZAMIENTOS Y MAGMAS
 
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W. Bion y su contribución al debate Natura vs. Nurtura [1]
Desarrollo temprano y psicosis
Por Ricardo Spector
Médico Psiquiatra y Psicoanalista. Miembro del Colegio de Psicoanalistas www.colegiodepsicoanalistas.com
Miembro Titular Didacta de la Asociación Psicoanalítica Argentina
www.apa.org.ar
rispector@gmail.com
 
El trabajo con Grupos y con pacientes esquizofrénicos llevó a Bion a elaborar un ‘modelo de la mente’ que implica el estudio pormenorizado de los orígenes del pensamiento y una postura original sobre el desarrollo primitivo o temprano, basado en el encuentro bebé / madre, del que nos ocuparemos aquí. Describe los fracasos originarios en la construcción de las categorías mentales básicas que se relacionan con la personalidad psicótica. Estos fracasos son fruto de la falla del par continente – contenido y pueden deberse tanto al ambiente como a factores constitucionales.

Aclaraciones metodológicas
Los modelos y teorías, acerca del desarrollo primitivo de la mente, elaboradas por Bion surgen de la aplicación del método psicoanalítico. Por lo tanto son inferencias, muchas de las cuales pueden ser puestas a prueba tanto por la exploración directa de bebés en su medio ambiente como por investigaciones en otros territorios tales como los neurocientíficos, genéticos, etológicos, etc. Pero es importante aclarar que los objetos de estudio que aísla son propios de la disciplina y que las correlaciones posibles con otras se harán respetando los métodos de investigación de cada una y, por lo tanto, el recorte de su propio objeto de estudio. Sólo puede estudiarse lo mental a partir de los efectos que produce en otro ser humano, al menos desde el punto de vista psicoanalítico.
En el contexto de esta publicación, lo que probablemente sea más interesante es seleccionar un aspecto de la obra de Bion que, a mi juicio, permite tener un instrumento útil para plantearse el siguiente problema: ¿De qué modo afecta el bebé a su ambiente?¿Qué modelo de la mente permite aproximarse a este problema? ¿Es posible disminuir la dicotomía, que podría ser parcialmente productiva desde el punto de vista operacional, pero muy poco convincente desde el punto de vista de la comprensión científica, entre natura y nurtura?

Las psicosis son las situaciones clínicas privilegiadas para explorar e hipotetizar sobre esta cuestión, aunque es operante en todos los seres humanos.

Es evidente, para todos aquellos que trabajan en psiquiatría infantil, que el medio ambiente del niño es de extrema importancia para su desarrollo emocional. Incluso los poetas y el conocimiento popular reconocen desde hace siglos, la importancia de la crianza para el desarrollo futuro de la personalidad. Sin embargo, lo que no ha sido tan evidente, para aquellos involucrados en el cuidado continuo de bebés desde el nacimiento, es que lo que el neonato ofrece al medio ambiente es variable y también ampliamente importante en la determinación del crecimiento de su personalidad.

Desarrollos en el psicoanálisis
Freud comenzó investigando la determinación de síntomas neuróticos en pacientes adultos y su relación con situaciones traumáticas actuales. No tardó en convencerse de que debía buscar las raíces de los fenómenos actuales en la infancia. Esto no fue suficiente y describió las Series Complementarias. Estas implican que la manifestación sintomática actual contiene una dimensión constitucional, un factor traumático infantil y un factor desencadenante contemporáneo al síntoma. Su otro gran descubrimiento fue que no es posible investigar un aparato psíquico si no es poniéndolo en relación con otro. El estudio de la relación transferencial y sus modificaciones a lo largo del tratamiento se convirtió en el centro de la labor psicoanalítica. Aunque dejó para sus continuadores la exploración de los desarrollos primitivos o tempranos, él captó lo esencial y dio el paso fundamental en la investigación científicadel niño y el bebé que hay en todos nosotros cuando diseñó el método psicoanalítico.
Sabemos que, a partir de su obra, se desarrollaron múltiples líneas que generaron “escuelas” y que estas, jerarquizaron y desplegaron aspectos diferentes de sus descubrimientos. M.Klein y D.Winnicott suelen ser vistos como representando posturas polares, o extremas, en el debate natura-nurtura.
M.Klein habló de envidia primaria como factor constitucional que, si es muy intensa, perturba la relación del bebé con el pecho y, por lo tanto, genera dificultades serias en el desarrollo psíquico. De todos modos, no dejó de tener en cuenta la importancia del medio ambiente.
D.Winnicott acumuló evidencia convincente de cómo los patrones básicos de salud del crecimiento de la personalidad infantil pueden ser distorsionados por las fallas familiares e impulsados por los logros de la familia. Pero él llamó a la psicosis adulta “una enfermedad por deficiencia en la infancia”, implicando deliberadamente que el medio falló en proveer el cuidado necesario como si se tratara de las deficiencias vitamínicas. Probablemente pensó que M. Klein era incapaz de entender la importancia para un infans de los éxitos y fallas de su medio ambiente. Este malentendido reforzó una postura defensiva en él y en otros contra el reconocimiento de la contribución del infante al impacto del cuidado que se le ofrece. 

Desde mi punto de vista, el desarrollo de Bion del descubrimiento de M.Klein de la identificación proyectiva ofrece una vía de progreso en el malentendido Klein-Winnicott. Pienso que también hace posible un acercamiento entre los protagonistas del rígido y vehemente combate natura versus nurtura.

Bion dedujo y describió cómo los estados emocionales tempranos, tanto placenteros como dolorosos, son experimentados en forma concreta y, como tales, no están disponibles para el crecimiento mental. Estos estados no pueden ser pensados, imaginados, soñados, recordados (como opuesto a ser repetidos), hasta que hayan sido transformados en experiencias abstractas. Un infans no puede adquirir esta capacidad para transformar sus experiencias primitivas de elementos beta a elementos alfa [2] como los llamó Bion, excepto por identificación con un objeto capaz de efectuar esta función fundamental.

Esta identificación es lograda en el desarrollo sano vía el uso de la identificación proyectiva como un mecanismo normal. En esta situación un infans evacúa su inmanejable, indigerible, conglomerado de buenas y malas experiencias en el objeto parcial care-taking. Este objeto parcial receptivo ofrece una realización de la expectativa innata del infans, su preconcepción de que hay un “algo en algún lugar” en el cual lo inmanejable puede ser hecho manejable, lo insoportable soportable, lo impensable pensable.

El objeto parcial primario, el pecho en terminología kleiniana, actúa por medio de un proceso al cual Bion llama función α, sobre los elementos ßproyectados y los vuelve pensables, almacenables y soñables. Éstos son proyectados en el bebé e introyectados por él. El resultado es una identificación con un objeto parcial capaz de producir la función α.

Bion dió el nombre “reverie” a la capacidad del objeto de recibir y responder creativamente a las experiencias concretas, de caos y confusión proyectadas por el bebé.

La capacidad de un bebé normal para tolerar la frustración es muy pequeña. Cuando un neonato normal experimenta frustración esto ocurre en un terrible estado de sufrimiento, que él asume como interminable. Este sentir de la urgencia con que esta infinita agonía debe ser frenada de inmediato es proyectada sobre la madre. En otras palabras, la madre la siente, lo que es distinto de comprenderla. La siente. Ella puede a menudo reaccionar rápida y adecuadamente. Reverie, o función α pueden producirse casi instantáneamente. Esta respuesta, que implica el encuentro de la preconcepción del bebé (en algún lado habrá algo que me alivie instantáneamente y del todo) con realizaciones apropiadas, deberá repetirse innumerables veces, y en un período prolongado de tiempo, para que el crecimiento mental normal pueda apoyarse sobre bases firmes. Esto implica también la paciencia y la intensa atención por parte de la Madre. También del analista con su paciente. Ambos deberán aprender de la experiencia.

Las fallas, la Madre y el neonato
Lo que puede resultar mal para un infans es una madre que no posea esa identificación con un pecho capaz de tolerar y de transformar lo intolerable. En este caso, ella no podrá responder creativamente, con reverie, a las proyecciones del bebé y deberá liberarse ella misma, de vuelta hacia y en el bebé, de un terror sin nombre.
Esta respuesta interfiere con el crecimiento de la capacidad del infante para relacionar acción con reacción, causa y efecto, poner juntos uno y uno para hacer dos, o sea, perturba o impide el crecimiento de una capacidad para pensar, que es una capacidad para vincular. 

Un modo habitual en que la madre intenta ocultar/se esta falla es por medio de un acercamiento puramente físico al malestar del lactante. Es fácil quedar atrapada en este funcionamiento dado que el bebé necesita alimentarse muy frecuentemente.
Bion afirma que si la reverie no es acompañada del amor de la Madre por el hijo al mismo tiempo que por el Padre, esto será comunicado al bebé. Esto último, tiene muchas implicancias. Es el modo en que podemos pensar que la triangularidad aparece de entrada, como condición necesaria para el desarrollo de la capacidad para pensar.

Ya hemos dicho que Bion postula la existencia de una Preconcepción Pecho, es decir la expectativa innata de que algo habrá afuera que satisfará la necesidad en forma inmediata y completa. Para que la preconcepción conduzca al desarrollo deberá encontrarse con su realización, es decir, que la experiencia ocurra realmente. Pero va más lejos, afirma, y yo creo que es una hipótesis de gran valor, que existe una preconcepción edípica innata. Por supuesto implica una estructura que ha de adquirir contenido de acuerdo a las experiencias posnatales, pero implica que en la disposición humana no sólo hay una expectativa de que ‘algo afuera me va a satisfacer’ sino también un ‘conocimiento’ de que los otros se satisfacen entre sí independientemente de uno mismo.

Volvamos entonces a la reverie. La respuesta de la Madre al sufrimiento extremo del neonato, que ella experimenta ‘realmente’ en sí misma, y es capaz de contener, implicará -de su parte- el conocimiento conciente, y sobre todo inconciente, de que un bebé es algo diferente de un hombre (el Padre nombrado más arriba). En otras palabras, implicará que la Madre no es psicótica. La madre psicótica podrá entonces proveer alivio físico de diverso tipo, pero no podrá generar las condiciones de desarrollo de la capacidad para pensar (debe tenerse presente que pensar implica a las experiencias emocionales).

Volvamos a nuestra pregunta inicial: ¿Cómo puede el bebé afectar a su medio ambiente?
El modelo de la mente del que nos ocupamos ofrece una alternativa para incluir la posibilidad de que un ambiente razonablemente sano resulte incapaz de generar las condiciones para el crecimiento mental. Si la intolerancia a la frustración [3] es muy elevada en el bebé, éste será incapaz de identificarse con el objeto parcial que ha efectuado la función α. Sus caóticos estados emocionales (elementos ß), evacuados para que sean recibidos por el objeto, no pueden volver a ser incorporados por él para promover la capacidad de abstracción y por lo tanto el crecimiento mental. Utilizando el modelo digestivo para el funcionamiento mental, diríamos que hay un trastorno de la absorción. El único camino es una nueva evacuación que irá haciendo imposible la digestión por parte de la función α materna y haciendo proliferar la Parte Psicótica de la Personalidad.

Trastornos del Pensamiento
La psiquiatría clínica ha descripto, hace ya mucho tiempo, a la concretización del pensamiento como un signo patognomónico de los cuadros de tipo esquizofrénico. Freud los estudió en relación a la desinvestidura de la Representación-cosa. El aporte fundamental de W. Bion, que nos interesa destacar aquí y que proviene de la experiencia en la práctica psicoanalítica, es que la capacidad para pensar se adquiere en la relación entre dos mentes en diferente estado de desarrollo. La capacidad para pensar implica la capacidad para vincular.

Hemos descrito muy suscintamente el pattern básico de dicha interacción, cuando es normal: 1) Identificación Proyectiva del estado emocional insoportable, experimentado en forma concreta (contenido). 2) El estado emocional es experimentado por la madre (o por su sustituto que opera como continente) y procesado por ella. Esto implica que es puesto en relación, o vinculado, con las ideas que ella tiene acerca del bebé y de sí misma. 3) Es devuelto al bebé en forma ‘digerida’. Esto implica que el bebé recibe tanto el contenido procesado como la capacidad para procesar (Función α).
Este proceso genera, entonces, el desarrollo de la capacidad para ‘pensar las experiencias emocionales’, que es la fuente de la salud mental. Es el origen de la capacidad para la abstracción y el reconocimiento/ diferenciación de nuevas experiencias emocionales.

Las fallas en este proceso pueden darse, entonces, en cualquiera de los componentes de la pareja bebé – madre, del modo antes descrito (madre psicótica o intolerancia extrema a la frustración en el bebé). El resultado será entonces la incapacidad para la conciencia, tanto de la realidad interna como de la externa, y la imposibilidad para modificar la frustración en relación con la realidad, siendo necesario evadirla. Esto inhibe el crecimiento mental.

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