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Paz y Ciencia

domingo, 26 de febrero de 2012

Información sobre benzodiacepinas

Dependencia con dosis terapéutica. La gente que se ha hecho adicta a las dosis terapéuticas de benzodiacepinas generalmente tiene varias de las siguientes características:

Consumen benzodiacepinas en dosis "terapéuticas" recetadas (generalmente dosis bajas) desde hace meses o años.

Poco a poco han empezado a "necesitar" benzodiacepinas para desempeñar sus actividades cotidianas normales.

Han seguido tomando benzodiacepinas a pesar de que haya desaparecido la indicación original que hizo que les fueran recetadas.

Tienen dificultades en dejar de tomar la droga, o en reducir la dosis a causa de síntomas de abstinencia.

Si están tomando benzodiacepinas de acción corta (Tabla 1) presentan síntomas de ansiedad entre una dosis y la otra, o sienten deseos poderosos de tomar la dosis siguiente.

Se dirigen al doctor en forma habitual para solicitar recetas para continuar el tratamiento.

Se vuelven ansiosos si no consiguen fácilmente tener a disposición la receta siguiente; también puede ser que lleven siempre las pastillas consigo y hasta que tomen una dosis adicional antes de un acontecimiento que les parece puede causar estrés o antes de dormir una noche en otra cama que no es la propia.

Puede ser que hayan aumentado la dosis con respecto a la que se les había recetado al principio.

Puede ser que padezcan de ansiedad, pánico, agorafobia, insomnio, depresión y de otros síntomas de tipo físico, que se van agravando a pesar de que sigan tomando benzodiacepinas.

Dependencia de dosis elevadas bajo receta. Hay una minoría de pacientes que empiezan a tomar benzodiacepinas con receta y que, a medida que pasa el tiempo, empiezan a "necesitar" dosis cada vez mayores. Al principio, puede ser que convenzan a su propio médico de aumentar la dosis, pero cuando llegan al límite máximo que ese doctor les puede recetar, puede ser que se dirijan a varios otros o incluso a hospitales para lograr obtener más de esos medicamentos que, en realidad, se están ellos mismos "auto-recetando". A veces, este grupo de personas combina este uso indebido de benzodiacepinas con el consumo excesivo de alcohol. Los pacientes que pertenecen a este grupo tienen la tendencia a ser extremadamente ansiosos, deprimidos y puede ser que tengan dificultades en la personalidad. Puede ser que presenten una historia de uso excesivo de alcohol o de otros tranquilizantes. Entre estos pacientes, no es típico el uso ilegal de drogas, pero puede ser que traten de conseguir benzodiacepinas "en la calle" si no pueden conseguirlas por otros medios.

Benzodiazepinas
Por ser las benzodiazepinas unas de las sustancias más usadas por el médico general y no psiquiatra cuando se enfrenta a tener que tratar trastornos emocionales, es necesario hacer algunas precisiones sobre el uso inadecuado de las mismas, sus ventajas e inconvenientes frente a otras sustancias alternativas.

La primera benzodiazepina (el clordiasepóxido) se descubrió a finales de 1955 por Stembach quien la sintetizó por primera vez, pero inicialmente el compuesto fue dejado de lado porque se creyó que era inerte; dos años más tarde, durante una limpieza de rutina de laboratorio, se analizaron unos cientos de miligramos de la sustancia y así se descubrió en forma inesperada sus efectos sedantes y miorelajantes, posteriormente el uso de dosis relativamente pequeñas de clordiasepóxido para domar una variedad de especies animales promovió su evaluación clínica para el alivio de la ansiedad en el hombre y de ahí en adelante su uso se extendió enormemente así como también se descubrieron varios grupos de dichas sustancias, algunas de las cuales se han ido descontinuando y han quedado otras entre nuevas y antiguas.

En razón de que son sustancias bastante efectivas en el control de la ansiedad, su uso se ha extendido enormemente y hoy son las benzodiazepinas uno de los fármacos más formulados por los médicos y más usados por los pacientes, pero también como son sustancias potencialmente adictivas (si no se usan adecuadamente), también se han convertido en uno de los fármacos de los cuales la gente (pacientes) más abusan, entendiéndose como el abuso el uso no formulado por el médico o el uso en dosis mayores y por más tiempo del que ha formulado el médico tratante. La adicción, es el principal inconveniente que tienen las benzodiazepinas, por lo cual su prescripción debe ser bastante cuidadosa especialmente por el médico general y no psiquiatra, quien por no estar familiarizados con el uso de estos medicamentos pueden inducir una adicción, lo cual le va a traer al paciente más perjuicios que beneficios; de todas maneras es necesario aclarar de antemano que las benzodiazepinas o tranquilizantes menores son una buena alternativa en el control de la ansiedad, y hoy por hoy siguen siendo insustituibles como sustancias efectivas en los trastornos de ansiedad, sólo es necesario darles un manejo adecuado.

Con mucha frecuencia se puede advertir que el médico general y no psiquiatra, aunque con muy buena intención y por la necesidad de enfrentar en su consultorio patologías de tipo psiquiátricos los cuales no son del ámbito de su competencia, hacen un uso inadecuado de las benzodiazepinas; pero antes es necesario recordar que en forma práctica las benzodiazepinas según su uso, se dividen en dos grandes grupos:

Grupo hipnótico o inductor del sueño
Grupo anisiolítico o tranquilizante
En el primer grupo hipnótico están los siguientes: Midazolam, Brotizolam, Triazolam, Flunitrazepan, Estazolam; el Zopiclone y Clonazepam).

En el segundo grupo están: Bromazepam, Diazepam, Lorarepam, el Alprazolam y el Clobazam.

El Clonazepan que está en primer grupo se utiliza también como anticonvulsivante; los del primer grupo o hipnóticos deben usarse solo con este propósito (inducir al sueño) ya que como ansiolítico o tranquilizante no es bueno y a su vez las del segundo grupo deben utilizarse solo como ansiolíticos aunque éstas sí pueden inducir el sueño con facilidad, pero no son tan específicas como las primeras para este fin.

Por otra parte en cuanto a la clasificación por vida media de eliminación las benzodiazepinas se dividen en tres grupos:

Las de acción ultracorta cuya vida media de eliminación sanguínea está entre 2 y 5 horas; entre estas están el Triazolam, el Midazolam y el Brotizolam, los cuales se prefieren por su eliminación más rápida y por tanto menos persistente de efectos secundarios, así mismo el tiempo de iniciación de su acción es más rápida y se prefieren por tal razón como inductores del sueño.
Los de acción corta e inmediata, cuya ida media de eliminación está entre 4 y 16 horas, entre estas están el Lorazepam, Bromazepam y el Alprazolam.
El grupo de acción prolongada cuya vida media de eliminación está entre 5 y 31 horas; en este último están el Clobazam, Diazepam y el Flunitrazepam; estos son los que sus efectos secundarios duran más tiempo debido a su tiempo de eliminación. Todas las benzodiazepinas son potencialmente adictivas, existen algunas diferencias en cuanto a dicho potencial, siendo las más fácilmente adictivas en orden descendente, el Lorazepam, el Alprozolam, la mayoría de hipnóticos y por último el Diazepam, el Clobazam y el Bromazepam, estos tres últimos son los más seguros en este aspecto, por lo tanto se pueden usar durante un tiempo más prolongado sin tanto riesgo de crear adicción, desde luego siempre y cuando se les de un uso adecuado.
Los usos inadecuados más frecuentemente observados son:

Dar benzodiazepinas como única alternativa y por tiempo indefinido en los trastornos depresivos.
Tratar los trastornos de ansiedad sólo con benzodiazepinas con bastante potencial adictivo en los trastornos del sueño.
Usar benzodiazepinas en trastornos psicofisiológicos en forma crónica, e ininterrumpida como coadyuvante, sin ofrecer al tiempo otras alternativas terapéuticas (psicoterapias).
Algunas recomendaciones que se pueden dar con base en la experiencia clínica son las siguientes:

No use solo benzodiazepinas como única alternativa en el tratamiento de los trastornos de ansiedad a pacientes con estos trastornos además del ansiolítico se les deben ofrecer la psicoterapia y métodos conductuales del control de la ansiedad.
No use benzodiazepinas en lo posible en menores de edad. Este uso debe quedar sólo en manos del especialista.
Las benzodiazepinas están contraindicadas en personas con problemas actuales o previos de adicción a drogas o alcohol.
Las benzodiazepinas empeoran la depresión, no las use como única alternativa terapéutica, la depresión se debe tratar con antidepresivos y psicoterapias.
Advierta siempre al paciente que no debe ingerir licor cuando esté tomando benzodiazepinas o cualquier otro medicamento psicotrópico.
Para los trastornos del sueño utilice preferiblemente los inductores del sueño y dentro de estos los de vida corta y ultracorta, su uso debe ser por corto tiempo.
En los trastornos del sueño no utilice como única alternativa los inductores de éste, se deben combinar con métodos conductuales, higiene del sueño y psicoterapia.
En personas mayores de 60 años, utilice dosis menores que en personas más jóvenes, aproximadamente entre 1/3 y la mitad de la dosis.
Si tiene que usar benzodiazepinas utilice en lo posible las que son más seguras en cuanto al potencial de producir adicción (diazepam, bromazepam y clobazam) y en cuanto a tiempo no las use más allá de los cuatro meses continuos y menos aún si se dan como única alternativa terapéutica.
Evite utilizar cualquier benzodiazepina en personas con personalidad dependiente o con características hipocondriacas.
Si usted no tiene la suficiente experiencia en el uso de las benzodiazepinas, utilice mejor las buspironas que son más seguras aunque menos efectivas para la ansiedad.
Las benzodiazepinas producen también efectos secundarios como somnolencia, letargo, depresión, confusión, y desorientación; también pueden producir deterioro de la memoria cuando se utilizan en forma crónica.
Cuando sea indispensable usar benzodiazepinas prescríbalas en dosis bajas y cuando las vaya a retirar hágalo en forma progresiva y no abruptamente.
Una nueva familia de medicamentos son los hipnóticos no benzodiazepínicos. Entre ellos se incluye zaleplón, zolpidem y zopiclona.

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