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Paz y Ciencia

viernes, 3 de febrero de 2012

Ferenczi: Soñador y Sensitivo


“...Un arma e impulso revolucionario en la liberación de las barreras sociales y la moral burguesa, y allí se encontraban outsiders: personas no convencionales, inconformistas, cuestionadoras y sedientas de saber”.

Se trata de su carta de presentación ante la comunidad psicoanalítica, una respuesta a la invitación de Freud a leerla en el Primer Congreso Internacional de Psicoanálisis realizado en Salzburgo en 1908. Allí Ferenczi pronuncia estas palabras, lamentablemente, muy vigentes:

El estudio de las obras de Freud y los análisis efectuados personalmente pueden convencer a cualquiera de que una educación defectuosa no sólo es fuente de defectos caracterológicos, sino también de enfermedades, y de que la pedagogía actual constituye un auténtico caldo de cultivo para las neurosis más diversas. Pero el análisis de nuestros enfermos nos conduce, a pesar nuestro, a revisar nuestra propia personalidad y sus orígenes; estamos convencidos de que la educación guiada por las más nobles intenciones y realizada en las mejores condiciones - fundada sobre principios erróneos aún en vigor - ha influenciado nocivamente y de múltiples maneras el desarrollo natural: si a pesar de todo conservamos la salud, lo debemos seguramente a nuestra constitución psíquica más robusta y resistente de lo normal. De todas formas, aunque no hayamos enfermado, muchos sufrimientos psíquicos inútiles pueden ser atribuidos a principios educativos impropios; y bajo el efecto de la misma acción, la personalidad de algunos de nosotros ha resultado incapaz de disfrutar sin inhibición de los placeres naturales de la vida.

Ferenczi va aún más lejos cuando afirma que la pedagogía cultiva la negación de las emociones y de las ideas:

El principio de la pedagogía actual es difícil de definir. Se parece mucho a la mentira. Pero mientras que los mentirosos y los hipócritas ocultan las cosas a los demás o les muestran emociones e ideas inexistentes, la pedagogía obliga al niño a mentirse a sí mismo, a negar lo que sabe y lo que piensa.

Es comprensible que las ideas del "peculiar, soñador y sensitivo" psicoanalista húngaro sean desmentidas ya que cuestionan, desde sus raíces, los principios educativos postulados por el "docto" Schreber y continuados por Freud:

Los sentimientos y las ideas rechazadas de este modo, inmersas en el inconsciente, no quedan, sin embargo, suprimidos. Por lo contrario, a lo largo del proceso educativo se multiplican, crecen, y se aglomeran en una especie de personalidad distinta escondida en las profundidades del ser, cuyos objetivos, deseos y fantasías están presentes y en general en contradicción absoluta con los objetivos y la ideas conscientes.

Adelantándose a la posible acusación de estar fomentando el egoísmo, Ferenczi responde que el peligro reside, en realidad, en la hipocresía.

El análisis psicoanalítico no conduce al reino desenfrenado de los instintos egoístas, inconscientes y a veces incompatibles con los intereses del individuo, sino a la ruptura con los prejuicios que dificultan el conocimiento propio, a la comprensión de los motivos hasta ahora inconscientes y a la posibilidad de un control de los impulsos que se han convertido en conscientes.

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