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Paz y Ciencia

miércoles, 20 de julio de 2011

Algunos problemas del psicoanálisis

El miedo es mi compañero más fiel, jamás me ha engañado para irse con otro. Woody Allen





El psicoanálisis es un modelo exquisito a nivel teórico, probablemente el más fino, preciso y el que garantiza
una mirada clínica más amplia.
El método psicoanalítico es bien diferente, es una forma de terapia que tiende a fomentar el "ombliguismo", muchos pacientes (y otros que no lo son) se ensimisman en sus problemas, viven constantemente bajo la dependencia emocional del analista que le ve unas dos veces por semana durante muchos años.
Existe un aspecto esencial, la aceptación de la identidad del individuo, que la persona sepa quién es, quién fue y quién quiere ser. El psicoanálisis ortodoxo, del que estoy hablando en esta entrada, se centra en los aspectos psicogenéticos que han formado la personalidad del paciente, estudia sus mecanismos de defensa y sus posiciones. Existen muchas escuelas dentro del psicoanálisis y tantas como terapeutas, a decir verdad.
El psicoanálisis se dispone como un encuadre en muchos casos rígido que centra al paciente en un discurso interno de reflexión y pensamiento sobre su propio problema. Esto hace que la persona poco a poco vaya generando un lazo emocional con el analista que impida la autonomía y la independencia, así como una suerte de rumiaciones y divagaciones acerca de sus problemas. Esto es francamente tóxico, por ello recuerdo a un buen analista que recomendaba a sus pacientes no pensar en los problemas del análisis fuera de ese contexto, ese consejo lo adopté en mi clínica. Somos seres humanos para ser libres, y ser felices para ser libres de condicionamientos. Recordemos a Victor Frankl, uno de los disidentes del psicoanálisis ortodoxo.
El psicoanálisis funciona de una manera sectaria, los círculos de formación están compuestos por grupos de amigos que supervisan y analizan a sus candidatos, con los respectivos beneficios económicos. En Zaragoza existe una Asociación formada por argentinas (muy preparadas) que funciona de esta manera, un modelo fundamental en su país natal.
Sartre se espantó del psicoanálisis por esta condición, lo estricto del encuadre, las interpretaciones aupadas sobre el sujeto supuesto saber que se cree que lo sabe todo y la organización casi sectaria.
Si una persona normal, de la calle, contactara con un medio de estas características se quedaría estupefacto, aunque intelectualmente resulta muy atractivo compartir mesa con personas de estas tendencias.
Jorge Castelló Blasco escribía en uno de sus artículos, él es el autor de un libro dedicado a la dependencia emocional, que existen formas de psicoterapia que desarrollan dependencia emocional.
No se me escapa que esa dependencia emocional es útil en la psicoterapia para que el paciente tenga una experiencia emocional correctiva, pero no se puede alargar como el tratamiento de Woody Allen.
La psicoterapia dinámica y el psicoanálisis son muy distintos, la primera se nutre de distintas escuelas, técnicas y tácticas, la segunda es un corpues teórico basado en la obra de Freud y otros clásicos que vinieron después, los más populares, como saben, son Lacan, Melanie Klein, Anna Freud, Donald Winnicott y otros.
El centrarse en los propios problemas, el pensar constantemente en estar enfermo, el pensar en la enfermedad es algo que convierte en tóxica la vida, merma al paciente, que es una persona que tiene un potencial para conseguir muchas de las cosas que se proponga. El psicoanálisis además, cuando se hace de manera ortodoxa, esto es, en diván, puede producir reacciones muy molestas, no es una forma de comunicación donde haya contacto visual o feedback del analista con lo que el paciente se ve postrado en el diván sin apoyo, solo con su discurso y tribulaciones.

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