Como en un cuento vuelas y miras hacia el suelo desde lejos, divisas el cielo mientras con tus manos te alzas por encima de la civilización, es una sensación oceánica, de plenitud, de comunión trascendente, es el vuelo del esclarecimiento y entre tanto éxtasis te olvidas de que hay que regresar y hacer acopio de viandas así como hacer frente a las responsabilidades. Siempre es duro el aterrizaje y el regreso, pero puedes hacer de tu vida en la Tierra un lugar mágico, de ensueño, donde poder brillar y sentirte libre. El hacer lo que quieras es sencillo, sólo que aquí en la Tierra hay que cumplir unas mínimas normas que se resumen con la regla de oro, no hacer al otro lo que no deseas para ti, o planteado en positivo, desear y hacer al otro lo que te gustaría que te hicieran a ti. Con esto y un pelín de cariño, afecto y sostén podrás mover el mundo de arriba hacia abajo porque en la tersura de tu juventud puedes conseguir lo que te propongas y el efecto de un deseo es algo muy poderoso, capaz de hacerte volar por la noche, tal vez mientras sueñas.
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