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Friedrich Nietzsche es uno de los filósofos más populares. Su figura y sus célebres sentencias —como su famoso «Dios ha muerto»— han convertido al filósofo alemán en uno de los más leídos, citados y conocidos. Su obra constituye un giro radical en la filosofía occidental y todavía hoy es necesario leerlo para comprender las claves de nuestro tiempo. ¿Cómo fue la vida de Nietzsche? ¿En qué contexto vital insertar sus obras? En este artículo, desgranamos la biografía de un filósofo atormentado por la enfermedad y la incomprensión de sus coetáneos.
El comienzo de la vida de Nietzsche
El día 15 de octubre de 1844, en un pueblo pequeño de la región de Sajonia, muy cercano a Leipzig, en la antigua Prusia (actual Alemania), Franziska Oehler da a luz a su primogénito. Tiene 18 años, y hace únicamente un año que se ha casado con su esposo, Carl Ludwig Nietzsche. Ambos provienen de familias muy religiosas, pues los dos son hijos de pastores protestantes. Ese día, el 15 de octubre de 1844, nace el primer hijo del matrimonio y al que deciden llamar Friedrich, por ser esa fecha el 49 aniversario del nacimiento del rey Federico Guillermo IV de Prusia.
Dos años después del nacimiento del que se convertirá en uno de los filósofos más importantes de nuestra historia, en 1846, Franziska y Carl Ludwig tienen un segundo bebé, esta vez una niña, a la que llaman Elisabeth. Otros dos años después —andamos ya en 1848—, nace el último hijo del matrimonio: Ludwig Joseph.
Lamentablemente, la desgracia siempre llega cuando menos se la espera. Un año más tarde del nacimiento del hijo pequeño, fallece el padre de la familia Nietzsche, Carl Ludwig Nietzsche. Friedrich Nietzsche tiene tan solo cinco años cuando su familia empieza a romperse. La educación del futuro filósofo y la de sus hermanos corre plenamente, y a partir del fallecimiento de su esposo, a cargo de su madre. Una educación que se caracterizará, principalmente, por la rigidez social y la fuerte religiosidad. En la casa de Nietzsche, Dios todavía no ha muerto.
A pesar de esta desgracia, el dolor no da tregua y se acentúa: en 1850, tras un año del fallecimiento del marido, cuando apenas empieza la familia a salir del luto, fallece el pequeño de los Nietzsche, Ludwig Joseph, con tan solo dos años de edad. Friedrich Nietzsche ha asistido en menos de dos años a la muerte de dos seres queridos y su madre, destrozada, tiene que sobreponerse al dolor para sacar adelante a sus dos hijos, Friedrich y Elisabeth.
La educación de Nietzsche, que fue muy religiosa, corrió a cargo de su madre tras el fallecimiento de su padre, pastor protestante
De esta forma, buscando ayuda entre sus parientes más cercarnos, la madre de los pequeños, Franziska, decide emigrar para apoyarse en su familia.
«Todavía me acuerdo del último día y la última noche que pasamos allí. Al atardecer, jugué con otros niños sabiendo que esa sería la última vez. La campana vespertina extendía su melancólico tañido sobre los campos, un mate oscuro se cernía sobre la tierra, en el cielo brillaban la luna y las trémulas estrellas. No pude dormir mucho tiempo. […] En aquel momento me parecía imposible que mi hogar pudiese estar en otra parte. ¡Qué doloroso era separarse del pueblo en donde habíamos sentido tanta alegría y tanto dolor, donde quedaban las queridas tumbas del padre y del hermanito, en donde los habitantes del lugar nos habían tratado siempre con amor y amistad!».
En Naumburgo, Friedrich Nietzsche asiste primero al colegio y después a una academia privada, donde hace algunos amigos. Cuando cumple 10 años, ingresa en el Somgymnasium de Naumburgo, una antiquísima escuela cuyos primeros registros datan del siglo XI. Dos años después, cuando la vida parecía darle un respiro al joven Nietzsche, el destino le da otro revés: fallece su abuela, la madre de su madre, la que los acogió cuando huyeron de la muerte de su padre y su hermano pequeño.
Es entonces cuando Nietzsche decide refugiarse en su interior y comienza, a sus 12 años, un diario que le permita narrar su vida y dar rienda suelta a sus sentimientos. Así comienza su primera entrada:
«[26.12.1856] Por fin he decidido escribir un diario en el que confiar a la memoria todo aquello, tanto triste como alegre, que conmueva a mi corazón. Mi intención es que, pasados los años, pueda aún recordar la vida y los ajetreos de este tiempo y, en particular, los que a mí se refieren. Ojalá que esta decisión se mantenga firme aunque surjan en el camino multitud de obstáculos importantes. Y así, pues, quiero comenzar: Ahora precisamente nos encontramos en medio de las alegrías de la Navidad».
Nietzsche es apenas un adolescente, pero su prosa es apabullante y su sensibilidad es la propia de un alma adelantada a su edad. El gusto por los detalles, las descripciones riquísimas en matices o la profundidad psicológica de sus escritos permiten atisbar las enormes capacidades literarias que harán del estilo de Nietzsche un estilo único, metafórico, tremendamente alejado de la densidad y sobriedad propia de los ensayos filosóficos. Buena prueba de su dominio literario es que Nietzsche empieza a escribir poemas cuando tiene solamente 15 años:
«[10 de agosto de 1859]
Las hojas caen de los árboles,
Presas del salvaje viento;
¡En polvo se transforma
La vida con sus sueños!».
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