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Paz y Ciencia

miércoles, 8 de abril de 2020

La vida conyugal conlleva un aprendizaje



Es inmaduro pensar que una vez que dos personas deciden compartir su vida todo irá viento en popa sólo porque existe la voluntad recíproca de que así sea. Es verdad que se necesitan, se compenetran y están enamorados; que hay un consenso sobre lo básico bien consolidado. No obstante, a medio plazo todo ello va a ser poco. La convivencia es un trabajo costoso que exige comprensión y generosidad constantes; un trabajo en el que no se puede bajar la guardia. Creo que no hay nada tan difícil como esto. En la pareja los lenguajes son físicos, sexuales, afectivos, intelectuales, económicos, sociales, culturales, espirituales. La integración de los diversos engranajes, su acoplamiento y el hecho de que las piezas rueden con cierta fluidez es una operación en la que hay que poner los mejores esfuerzos.

La inteligencia y la voluntad deben estar aquí muy presentes. La primera como ilustración, perspicacia, percepción integradora, lucidez reflexiva, vivacidad que mueve a la experiencia y la lleva al primer plano para aportar soluciones operativas. La segunda como herramienta para luchar deportivamente y vencer en las pequeñas batallas, para superar el capricho y el antojo del momento. La inteligencia y la voluntad potencian la libertad y dan en la diana de los propósitos.

En las terapias de pareja lo que hacemos es diseñar programas de conducta para cada una de las partes, estructurando unos puntos psicológicos que indican con claridad por dónde debe dirigirse el empeño y el forcejeo para disminuir lo negativo y aumentar lo positivo. La búsqueda de intercambio de conductas gratificantes mediante refuerzos positivos es esencial. Algunas personas tienen muy pocas habilidades en la comunicación conyugal y necesitan adquirir recursos psicológicos en ese ámbito. Las expectativas de cambio demasiado idealistas ignoran la importancia de estos aspectos. Después vendrá la vida con sus exámenes y esas asignaturas poco preparadas no podrán ser superadas. De este modo se establece una reciprocidad positiva, una especie de círculo de satisfacciones bilaterales, un intercambio de conexiones y vínculos que hace más fácil y agradable la vida del otro.

Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo y Psicoterapeuta. Nº Col.: A-1324
Tfno.: (+34) 653 379 269
Instagram: @psicoletrazaragoza
Página Web: www.rcordobasanz.es


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