En la década de los 40, René Spitz y John Bowlby llevaron a cabo unas investigaciones que concluyeron que todo se gesta en la infancia. Con la contundente aseveración de que los seres vivos necesitamos vínculos para sobrevivir. Y los necesitamos tanto como los alimentos.
En concreto, Spitz observó que la tasa de mortalidad entre los bebés era mucho más alta entre los niños que no recibían cariño por parte de sus cuidadores. Podían estar bien alimentados, perfectamente atendidas sus necesidades higiénicas y médicas, pero sin afecto los niños enfermaban inexplicablemente, languidecían y morían.
Hoy en día existe un término médico para ese síndrome, el hospitalismo.
A partir de ese hecho contrastado, se estableció la teoría del Apego de Bowlby. Se comprobó experimentalmente que los niños pequeños que no tenían una base segura de afecto sufrían tal y como dijo Spitz.
martes, 15 de marzo de 2016
Infancia
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