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Paz y Ciencia

viernes, 26 de febrero de 2016

Luchando por sobrevivir



Si consideramos que nuestra infancia ha sido en tierras desérticas tendremos que reparar el daño de la poca fertilidad emocional, la frialdad y la deprivación.
Sin embargo, hay un impedimento importante, la culpa. Aquellos que no solo no obtuvieron lo que necesitaban sino que además tuvieron negligencias tendrán que hacer una importante labor de la conciencia.
Si nuestros padres han sido, al mismo tiempo, nutrientes y veneno para nosotros el resultado es que la conciencia se divide.
Que la conciencia se divida significa que, al no poder aceptar al mismo tiempo ser amados y rechazados por nuestra madre, las escenas en las que hemos recibido su amor y olvidamos sus rechazos; justamente porque la conciencia no se lleva bien con la ambivalencia y prefiere separar las cosas, es en este lugar cuando hay peligro de disociación.
En esa ambivalencia está Eros y Thanatos, pulsión de vida y muerte. Siendo niños es muy difícil generar recursos para confrontarlos. Por tanto, surgen crisis vitales.
Cuando llegamos a adultos esta situación se enquista y no entendemos las preguntas del terapeuta por estar tratando de salir de un pozo ambiguo.
Es indispensable poner nombre a nuestras vivencias, hilar un discurso a nuestra biografía, darle sentido e integrarla con el acompañamiento del terapeuta, que tras saber algo más de la vida infantil de la persona puede trazar un mapa, aunque no sea el territorio.

Rodrigo Córdoba Sanz inspirado en el texto de Laura Gutman: "Olvidar para sobrevivir". RBA,