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Paz y Ciencia

sábado, 27 de febrero de 2016

Delgadez

Cuando nacemos estamos envueltos en los cuidados maternos, del alimento proporcionado por la madre y del cobijo que nos asegura nuestra supervivencia, esperamos estar aferrados, tocados, acariciando y envueltos en un cuerpo que nos ampare. De lo contrario, el entorno es hostil y eso deriva en algo peligroso. Por tanto, las primeras experiencias vitales están relacionadas con las sensaciones corporales.
En la medida en que "nosotros y nuestros cuerpos" estén ligados a una situación de protección, nos sentimos bien. Y si nos sentimos bien, crecemos en contacto fluido con quienes nos protegen, pero también con un naciente "nosotros mismos". Por tanto, las primeras experiencias corporales confortables nos permiten una buena relación con el entorno, pero también con nosotros mismos a través de nuestro cuerpo, que es el campo de protección de todas nuestras vivencias internas.
Si nuestro cuerpo es maltratado (lean a Alice Miller) nuestra conciencia rechaza la evidente falta de amor, la relega a la sombra: El desarraigo emocional de apropia del cuerpo que sufre la falta. La conciencia nos dice que ese cuerpo no nos pertenece.

El resultado final es un cuerpo ultradelgado que no nos pertenece, un sufrimiento infantil relegado a la sombra y, sobre todo, una historia individual de penurias y desencantos que se entra a con muchas historias parecidas de otras personas.

Es cierto que los cánones de belleza incluyen en los gimnasios y en los nada media.
¿Qué sucede si es el deseo de la mirada del otro y su validación la clave? Que acertamos. Un "otro" sin rostro ni entidad, pero a quien le otorgaría el poder de nuestro "ser" no asumido.
Creemos que para ser amad@a deberíamos ser una persona distinta de la que somos.
Eso provoca no estar nunca satisfecho con nuestro cuerpo.

Estamos hablando de una demanda de cariño. Quienes estemos más desposeídos de nuestro cuerpo y tengamos más apuro por agradar marcharemos son cuerpo y sin rumbo.

Para dejar de ser objeto y devenir sujeto, debemos amarnos.
Si no pudimos amarnos de pequeños, lo podemos hacer ahora.

Se trata de descubrir la belleza de nuestro ser interior y permitir que se manifieste en nuestro cuerpo.

Rodrigo Córdoba sobre un artículo de Laura Gutman titulado: La obsesión por la delgadez. RBA. El niño que fui, el adulto que soy.

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