El bebé interior de todos nosotros

El ego es la parte de nosotros mismos que desconocemos. Es esa flor, marchita o reluciente, que otorga dichas y desdichas. Seguramente es inaccesible. Dos elementos pueden acercarnos a ese niño que tuvo carencias. Todos sufrimos carencias. Desde la madre que oprime hasta las negligente. El resultado suele ser la culpa y un profundo dolor silencioso que se muestra en el niño interior adulto.
Tratamos de conocernos y la biografía humana, al decir de Laura Gutman, es la que nos conduce en nuestro periplo vital. Fallando nuestros corazones y alcanzando la paz con quien nos crió y con nosotros mismos; el resultado es más fácil de acceder.
Decía que nos podemos alimentar de dos fuentes: hablar con familia y amigos y con un buen psicoterapeuta que nos transmite calor, confianza y cobijo.
Aquellas personas que en consulta son litigantes piden amor, no tecnocracia. Desterremos falsos mitos del colectivo psicoanalista. Los ombliguistas, como decía Borges, y que se están extendiendo por todo el mundo. El niño interior requiere averiguar y desterrar su sombra para poder abrazar el árbol de la vida.
Rodrigo Córdoba Sanz
Psicólogo y Psicoterapeuta