La belleza, dicen algunos, está en los ojos del observador. La vida es tan bonita que a veces se despista. La belleza requiere un acercamiento que va por encima de los sentimientos y sensaciones.
El amor y la belleza son primos hermanos.
Cuando ves a un bebé, cuando ves a tu bebé, el flujo de amor cubre de belleza y cuidados a esa cosita pequeñita, tan vulnerable, tan linda y tan agradecida. Digo bien, agradecida porque los padres y ella no nos hemos ensamblado. Aun así la belleza sobrevuela las ojeras de la madre y el sobresalto y despiste del padre. Incluso el despiste es bello porque parte de una tierna ignorancia.
El viaje de la maternidad y paternidad tiene sus sobresaltos. El hecho de que la vida no sea lineal lo hace bello. Qué comience la fiesta.
martes, 21 de enero de 2014
Qué bonita es la vida
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