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Paz y Ciencia

martes, 11 de octubre de 2011

Información sencilla sobre el Trastorno Límite de Personalidad

Este es el trabajo de Jorge Castelló Blasco, de Valencia. Muy divulgativo y sencillo, es importante decir que si la persona que lee este texto se siente muy identificada con lo que se desprende del texto recurra a un profesional experto en Trastornos de Personalidad. Este tipo de patologías son tratables, pero es cierto que estas personas se pasan demasiado tiempo "peregrinando" de un profesional a otro hasta encontrar alguien que les comprenda. La formación en trastornos de personalidad no es muy frecuente, generalmente los psiquiatras tienen formación en patologías del Eje I y los trastornos de personalidad pertenecen al eje II. En definitiva, con parsimonia, se trata de una forma de ser patológica que hace sufrir al individuo y a su entorno. Como comenta Jorge Castelló, existen patologías más "internalizantes", que son autodestructivos y "externalizantes", que proyectan su ira hacia el exterior.
Todas las personas tienen en mayor o menor medida rasgos (que no el trastorno) de uno o varios trastornos de personalidad, esto último serían ESTILOS de personalidad, en ningún caso el propio trastorno. El trastorno se da cuando conlleva sufrimiento. En Zaragoza hay buenos profesionales dedicados a esta rama de la psico(pato)logía. Desde el Hospital Provincial, la Asociación Volcán, en su inicio muy volcada a los profesionales de este hospital y ciertos profesionales a nivel privado para tratar a nivel de psicoterapia. Estos pacientes necesitan psicoterapia como tratamiento de fondo más psicofarmacología en algunos casos para contener la angustia, los impulsos, la depresión, la suspicacia, la inestabilidad y otras facetas molestas de estas patologías.
Quiero comentar algo fundamental. En relación al artículo de abajo, los TLPs. Muchos psiquiatras y psicólogos defienden que son manipuladores, estas personas intentan encontrar un equilibrio en su medio ambiente, biográficamente caótica en muchos casos y también es una forma de pedir auxilio y ayuda. No hay que interpretar a la ligera los intentos y amenazas de suicidio como pedidos de atención. Estas personas sienten tanto dolor que realizan movimientos que influyen en el terapeuta hasta llegar a desesperarlos en muchos casos. Por ello es fundamental tener una buena formación en estas patologías y experiencia clínica, así como una clara inclinación por tratar estos problemas. Que disfruten del trabajo de mi compañero y amigo Jorge Castelló.




EL TRASTORNO LÍMITE DE LA PERSONALIDAD



Patología de la personalidad tan frecuente como devastadora, y tan poco conocida como mal tratada. Es, seguramente, uno de los problemas clínicos más graves que se pueden sufrir, sobre todo en sus formas más puras (recordemos que, como ya hemos dicho, los trastornos de la personalidad se mezclan unos con otros haciendo diferentes combinaciones) y de mayor magnitud.



Las personas con trastorno límite no están “entre la neurosis y la psicosis”, como antes se decía. Tampoco son personas con inteligencia límite, que es algo que no tiene nada que ver. El trastorno límite se basa en la inestabilidad en diferentes ámbitos, sobre todo en el afectivo y el interpersonal.



La inestabilidad afectiva se produce en forma de cambios de ánimo muy notables y, sobre todo, muy exagerados. Es como si estas personas tuvieran un “amplificador” en su sistema emocional, de manera que todo lo viven a lo bruto, especialmente todo lo malo, porque esta inestabilidad o variabilidad tan acusada rara vez se da con alegrías y euforia –aunque tampoco son descartables breves momentos así-, sino que son, más bien, tránsitos repentinos y muy intensos de una relativa calma a una ira brutal, o a un hundimiento descomunal, o a una desesperación muy drástica.



Estas emociones tan variables, provocadas generalmente por conflictos con otras personas o por percepciones de ser poco queridos, pueden llegar a puntos muy extremos. La esencia del trastorno límite es la sensación de vacío propia de sentirse rechazado y poco querido por los demás, sensación a veces no fundada en la realidad pero que se tiene por un hambre afectiva muy voraz, en línea con el “amplificador” que comentábamos, por la que toda atención y toda muestra positiva de cariño parece escasa. La ira motivada por estas percepciones puede llegar a explosiones de irritabilidad, a romper cosas, pegarse con alguien o amenazar; el desánimo y la mala relación del sujeto consigo mismo a intentos de suicidio, autolesiones, compensaciones de sufrimiento (drogas, sexo compulsivo, etc.) o comportamientos que se llevan a cabo sin tener en cuenta las consecuencias, como si en el fondo casi fuera mejor morirse para evitar seguir sufriendo.



La inestabilidad interpersonal transcurre paralela a la anteriormente expuesta, de manera que, guiado por esa hambre afectiva, el sujeto con trastorno límite de la personalidad puede idealizar y engancharse mucho a algunas personas, a las que considerará sus salvadoras. No obstante, su capacidad para sentirse decepcionado y su vulnerabilidad son tan grandes que reaccionará con mucha intensidad en caso de sentirse rechazado. Puede existir realmente dicho rechazo, aunque sea leve, pero muchas veces se trata de rechazos imaginados. Por ejemplo, si un límite se engancha de un amigo y le llama por teléfono cuando va a salir de casa, puede enfadarse mucho si dicho amigo le dice que no le puede atender en ese momento, por considerar que es otra persona que la está abandonando. Esto produce la inestabilidad interpersonal que comentábamos, ya que así es complicado que se mantenga una relación con otras personas. Recordemos que, por ese amplificador, las demostraciones de ira o autorreproches que tendrá la persona con trastorno límite serán espectaculares, con el consiguiente espanto y huida por parte del entorno.



A veces se dan manifestaciones distintas de esta patología, a las que podríamos llamar "internalizantes" y "externalizantes". Muy brevemente, las primeras serían las de los individuos que no son conflictivos, que no vuelcan su ira hacia los demás pero que lo hacen de manera despiadada consigo mismos. Son los que tienen más riesgo de suicidio y/o de autolesiones, porque se autodesprecian hasta límites insospechados. Los segundos, los "externalizantes", son personas que reaccionan de forma airada cuando detectan rechazos o abandonos. Aunque también vean muy mermada su autoestima o puedan sentirse culpables, proyectan en los individuos que están produciendo el desengaño toda su rabia e ira. Estos sujetos suelen meterse en peleas, chillar, montar "escenas", etc.



A continuación, reproducimos literalmente los criterios diagnósticos de la clasificación DSM-IV-TR sobre el trastorno límite de la personalidad:



A. Un patrón general de inestabilidad en las relaciones interpersonales, en la imagen de uno mismo y en la afectividad y una notable impulsividad, que comienzan al principio de la edad adulta y se dan en diversos contextos, tal como lo indican cinco (o más) de los siguientes items:



(1) impulsividad en al menos dos áreas, que puede ser potencialmente peligrosa para el sujeto (p. ej., gastos, sexo, conducción temeraria, abuso de sustancias psicoactivas, atracones, etc.)

(2) ira inapropiada e intensa o dificultades para controlarla

(3) inestabilidad afectiva debida a una notable reactividad del estado de ánimo

(4) ideas paranoides transitorias relacionadas con el estrés o síntomas disociativos graves

(5) alteración de la identidad: imagen o sentido de sí mismo inestable de forma acusada o persistente

(6) un patrón de relaciones interpersonales inestables e intensas caracterizado por alternar entre los extremos de idealización y devaluación

(7) esfuerzos titánicos para evitar un abandono real o imaginario

(8) amenazas, gestos o conductas suicidas recurrentes o comportamientos de automutilación

(9) sensaciones crónicas de vacío

1 comentario:

Jorge Zamora dijo...

Interesante, como se proyecta el enojo hacia otras personas y se auto daña asi misma.

Saludos