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Paz y Ciencia

domingo, 27 de febrero de 2011

Correspondencia con colegas


Hace poco me comunicaba con unos colegas que mantenemos una correspondencia nutrida donde caben artículos, snippets (trozos, fragmentos, borrones al decir de Goya) y otras lindezas.
Pensando podemos llegar a la conclusión que una persona obsesiva le daría cierto temor.
Frente al protocolo estándar de los hospitales para realizar una intervención, recuerdo que hace poco el departamento de obstetricia de un hospital zaragozano editó una publicación para unificar las intervenciones, la psicoterapia se ajusta al sujeto singular que acude a la persona.
La persona que acude viene con miedos, angustias, fantasías (por ejemplo, la existencia o no de diván, unos sillones o ese tipo de cosas). Una persona se puede sentir muy bien en el cara a cara con una mesa y otra persona prefiere la proximidad de unos sillones, ambos son útiles, en las series americanas se han estilado más el tema del sofá o sillón y esto cala en el imaginario colectivo.
A mi me divierte el descubrir cómo cada persona busca su espacio ideal en función de su imaginación, algunas personas quieren consultas gratuitas para entrevistar al terapeuta y averiguar si "le podrá ayudar", lo que supone el mundo al revés. Resulta una mala praxis desde el punto de vista profesional y como grupo, una falta de atención a los otros profesionales que están cobrando por sus honorarios. Lo más importante es que a esa persona no se le está ayudando porque está recorriendo profesionales buscando el santo grial cuando "La llave de la felicidad" está dentro de él o ella.
Podemos reflexionar acerca del contenido de la felicidad, siempre se dice que es un estado pasajero y que hay que aspirar al bienestar, la felicidad entonces es como esas "experiencias cumbres" que narraba Abraham Maslow, esa autorrealización que siente una persona cuando ve copletada, por ejemplo, una obra de arte, completada una pieza musical, saliendo a pasear con sus hijos o marchando a dar una vuelta en bicicleta.
Las personas que acuden a la consulta a veces piensan que el profesional lo sabe todo, aún más cuando se les administra algún tipo de "prueba psicológica", sin embargo el verdadero experto es ella o él, lo que pasa es que no lo sabe y necesita de alguien que le interprete sus pensamientos y sentimientos para dar sentido a esa amalgama de vivencias que no tienen sentido. Es curioso y significativo que un libro como "El hombre en busca de sentido" se siga vendiendo tanto, recomendando y prestando. Se trata de un libro donde se trata de explicar que la felicidad y el bienestar está ligado a encontrar un significado a la existencia, algo que ligue al sujeto con el futuro, algo que de sentido a la existencia.
Algún adolescente enfermo (podríamos poner con dependencia a sustancias), espera el fin de semana para "tomar" hasta ponerse tibio de beber y fumarse algún porro y alguna raya de cocaína. Esto es una huída, un escape que deja bien patente que hay detrás un problema mucho mayor. Si esa persona además tiene una conducta antisocial, me refiero a problemas con la justicia, obviamente, esa persona está pidiendo ayuda a gritos y necesita que se le preste ayuda, atención y sostén.
No siempre es indicado realizar interpretaciones, menos en un enfoque de cara a cara, es mucho más útil, como nos recordaba Winnicott y otros autores que decían que la mejor interpretación es la hecha por el propio paciente. Nosotros somos guías que ayudamos a transitar un pasaje, un territorio, de forma que ese vínculo que se establece cambia también el modo de construir la realidad, de verse a sí mismo, de valorarse. También ayuda a entender y relacionarse con el otro, ayuda a la responsabilidad para poder sentirse en libertad, porque sujeto a un problema no podemos ser libres, la persona que constantemente está realizando rituales por citar un ejemplo no es libre, pasa gran parte de su tiempo en ese "perfeccionismo" compulsivo.
Un psicoterapeuta honesto y honrado aprende más de sus pacientes que de los miles de libros que puede leer a través de su trayectoria. La experiencia humana enriquece intelectual y emocionalmente, curte y hace más fuerte a la persona que podrá ayudar con más garantías a las personas. Para eso hay que ser como una esponja, como los niños, dejarse atravesar por los afectos y pensamientos y no hablar demasiado. Es cierto que existen pacientes que no aparentemente no pueden llevar el peso de una conversación o que no pueden asociar libremente por distintas razones. Por ejemplo estoy pensando en una mujer que ha sido siempre tan desplazada que cuando acudió a consulta su desarrollo emocional era muy inferior a su inteligencia, una persona funcional y adaptada pero que ha construído un sutil refugio hermético para evitar desgracias, "problemas" y situaciones que le hagan daño o le defrauden.
La visión de la psicología es todavía antigua, en psicología ya no se atiende a locos, ni son locos los que van a psicoterapia, es más aquellas personas que no tienen conciencia de enfermedad son las que se quedan en casa provocándose problemas y provocando a los demás, lo que se llamaría trastorno de personalidad "x". La psicología tiene una vertiente novedosa que corre paralela al concepto de la resiliencia, tema manido por Boris Cyrulnik y que trata de las virtudes de la persona, de expandir su potencial creativo y de salud.
Sin embargo, poca atención se presta a la dimensión espiritual que algunas personas tienen y que se ven desnudas, sin comprensión, cuando no se aborda ese tema, el ser humano es un ser pensante, deseante y hacedor. El ser humano engloba la totalidad del universo con sus querencias y cuitas y atender solo lo patológico es quedarse en la superficie del problema.
Pongamos por caso una mujer que dice tener un TOC pero tiene miedo al abandono, sus obsesiones van dirigidas a no perder a su pareja y dice no ser capaz de tener relaciones donde pueda compartir algo más que encuentros esporádicos con su pareja. Esa persona tiene un bagaje, una historia.
Les voy a poner un ejemplo, quizá banal, pero sencillo, se trata de reconstruir la historia del sujeto para poder cambiar el guión de vida (Eric Berne). Cambiar la "película" de la vida de una forma compartida, trabajando en equipo de tal manera que la persona se convierta en "Experta en sí misma" como dice Dolores Mosquera.
El trabajo psicoterápico es duro, emocionalmente muy duro, pero hay que conseguir que eso no queme al terapeuta realizando una psicoterapia creativa y flexible, hay que proteger al terapeuta para aumentar la eficacia del trabajo psicoterápico.

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