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Paz y Ciencia

martes, 15 de febrero de 2011

Control de las emociones y de los impulsos

A través de un modelo elaborado por Mardi Horowitz, se puede comprender la vivencia de las emociones y su efecto resultante sobre el funcionamiento de la personalidad. Según Horowitz, las personas responden emocionalmente de una de las tres formas siguientes con el exceso de control, el descontrol o la tolerancia emocional.

Control Excesivo: es un estado mental en el que la persona trata automática o conscientemente de protegerse de la vivencia de un sentimiento doloroso. Puede haber un reconocimiento vago de los sucesos perturbadores y una cierta conciencia interna de las emociones desagradables. Sin embargo, el individuo evita de diversas formas sentir directamente sus emociones.
El exceso de control es una forma natural y normal de responder a los sucesos difíciles y dolorosos y puede servir para mantener a raya las emociones. Sin embargo, puede llevarse hasta un extremo e interferir en los procesos de duelo y elaboración de emociones dolorosas.

Descontrol: es un estado mental en el que las defensas fallan estrepitosamente. La persona se ve desbordada por emociones o impulsos intensos. Es importante recalcar que el descontrol es mucho más que simplemente sentir emociones fuertes, ya que representa un torrente de afectos dolorosos que resultan casi intolerables y que pueden dar lugar a una fragmentación  o desorganización severa de la personalidad. La mayoría de las personas con una buena funcionalidad no experimentan nunca un auténtico descontrol, aunque algunas crisis vitales evocan fuertes sentimientos dolorosos. El descontrol se ve casi siemrpe en el contexto de la debilidad del yo y de una psicopatología severa.

Tolerancia emocional: es un estado mental en que la persona experimenta de hecho emociones muy fuertes pero es capaz de tolerar la experiencia. En estos casos, el individuo puede verse inundado por sentimientos de tristeza, miedo, etc. que pueden parecer desbordantes, pero que no conducen a la desorganización. El individuo vive oleadas de emoción intensa que, al remitir, le devuelven a un estado mental menos intenso.
Al seguir la pista de las interacciones durante las sesiones de terapia, podrá observarse el flujo y reflujo dinámico entre estos distintos estados emocionales.

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