Investigadores aragoneses coordinan un proyecto internacional sobre prevención de riesgos psicosociales en Educadores de Secundaria
El conflicto de valores y la falta de reconocimiento aparecen como principales factores a la hora de predecir el ajuste en la relación docente.
El grupo de investigación en Salud Mental en Atención Primaria, reconocido como consolidado por el Departamento de Ciencia, Tecnología y Universidad del Gobierno de Aragón coordina un proyecto científico internacional para desarrollar métodos que prevengan los riesgos psicosociales en los docentes de Educación Secundaria.
Educar puede ser la más gratificante de las tareas, pero cuando se trabaja con grupos desmotivados, cuando se enrarece el clima por deterioro del respeto mutuo, el trabajo puede llegar a convertirse en una importante fuente de estrés.
Tanto es así que el estrés laboral en el ámbito educativo se muestra como la segunda causa de baja laboral en Europa y constituye uno de los principales factores de riesgo de padecer trastornos físicos y psicológicos, además de afectar al rendimiento, al estado de ánimo y al deterioro de la calidad de vida. El personal sanitario, junto con el de educación, son dos de los sectores más afectados por patologías derivadas de los riesgos psicosociales.
Primeros datos en fase de evaluación científica
Este proyecto científico dirigido desde Aragón involucra a psicólogos, profesionales de diversas áreas de medicina y de ciencias de la educación de Universidades de Portugal, Reino Unido, Italia, Alemania, Bélgica, Holanda, Turquía, Rumania, Suiza, Irlanda, Argentina y México. Está dirigido por el psicólogo e investigador Santiago Gascón.
En la actualidad, esta iniciativa está en fase de evaluación inicial en los distintos países y ha encontrado un aspecto común: El profesorado de Secundaria tiene como principal fuente de estrés la sobrecarga laboral: excesivas tareas y responsabilidades, demasiado número de alumnos, etc...
Pero esta variable no era la que mejor predecía los niveles de desgaste profesional y de ajuste en la relación docente. Otras fuentes, como la falta de reconocimiento social por parte de los padres o de los propios alumnos; y el deterioro o el conflicto de valores, predijeron un mayor porcentaje de agotamiento y de despersonalización en el profesorado.
Estos aspectos fueron comunes en la mayoría de los centros evaluados en países tan distintos como España, Reino Unido o Rumania. Otro dato coincidente es el de que los índices de despersonalización, con la pérdida progresiva de implicación, fueron mayores que los encontrados en otros sectores profesionales.
Las recomendaciones de la Unión Europea son precisas sobre la necesidad de prevenir este problema, pero no existe una unidad legislativa en los países miembros. En España, por ejemplo, únicamente se exige su evaluación, sin la obligación de intervenir sobre los riesgos encontrados.
Santiago Gascón es el investigador que dirige esta línea de investigación dentro del grupo aragonés centrado en Salud Mental, cuyo investigador responsable es Javier García Campayo. El objetivo que persigue este proyecto es desarrollar diferentes métodos de prevención de riesgos psicosociales, teniendo en cuenta los factores individuales, grupales, organizacionales y sociales. Una óptima relación docente-alumno, basada en la confianza y en el respeto, es imprescindible para el buen desarrollo educativo. Si por distintos motivos la confianza se pierde, estos profesionales están más expuestos al desgaste y al deterioro de la calidad docente.
En la actualidad, existe un debate abierto sobre si debería actuarse sobre el profesorado, sobre los alumnos o sobre el sistema educativo. Tal como explica Santiago Gascón, desde este grupo de investigación se apuesta por un abordaje integral que incluya tanto aspectos individuales y grupales (equipos de cada centro), como aspectos que atañen a la organización, así como involucrar al entorno social: alumnos, padres y medio en el que el centro se encuentra ubicado.
Los medios de comunicación alertan cada cierto tiempo sobre agresiones al profesorado o sobre casos de acoso escolar. Si bien estos problemas existen, este equipo de investigación ha constatado que el nivel de violencia es bajo, si se compara con otros medios laborales. Este dato no debe llevar a minimizar el problema, sino a observarlo como una tendencia que puede ser abordada antes de convertirse en un problema de difícil solución
Violencia en el aula ¿Mito o realidad?
Como se comenta, los episodios de violencia física hacia el profesorado fueron significativamente menores que los hallados en sanidad (especialmente en las áreas de urgencias). Aun así, se constatan datos que van del 3 al 5% de profesionales que han sufrido agresiones leves por parte de alumnos o de familiares. En cuanto a insultos, un tercio del profesorado los ha sufrido en los dos últimos años y casi un 23% ha sufrido amenazas por parte de padres o de alumnos.
Los episodios de acoso escolar han sido, en general, hechos puntuales que, en la mayoría de los casos han podido ser reconducidos en los propios centros.
Estos datos no vienen más que a corroborar el aumento de violencia y de falta de respeto que se observa en todos los ámbitos de nuestra sociedad, pero deben servirnos para reflexionar sobre el hecho de que es precisamente en el medio educativo donde los jóvenes se forman en valores y donde se puede abordar de una manera más eficaz.
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