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Paz y Ciencia

jueves, 29 de julio de 2010

Esquimales, tacto y caricias

El bebé esquimal es llevado desnudo contra el centro de la espalda de la madre, con el vientre contra su calor rodeado por el vestido de piel de esta, sostenido por un chal anudado en torno a los dos cuerpos. La madre y el niño se hablan por la piel. Cuando tiene hambre, el bebé rasca la espalda de su madre y chupa su piel; ella lo pasa hacia adelante y le da el pecho. La necesidad de moverse se satisface por la actividad de la madre. La eliminación urinaria e intestinal se realiza sin abandonar la espalda de la madre; ella lo retira y lo limpia para evitar la incomodidad, más la de él que la de ella. Va por delante de todas las necesidades del niño que adivina de forma táctil. Es raro que el niño llore. Ella le lametea la cara y las manos para limpiarle porque es caro hacer fundir el agua helada. De aquí la serenidad ulterior de los esquimales frente a la adversidad; su capacidad de vivir con una confianza básica fundamental, en un medio físico hostil; su comportamiento altruista sus aptitudes espaciales y mecánicas excepcionales. (El Yo Piel. Didier Anzieu)

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