PEACE

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Paz y Ciencia

sábado, 24 de julio de 2010

El yo-piel. Rodrigo Córdoba Sanz.

El yo-piel es la cobertura psíquica que envuelve la conciencia. Podemos inferir a partir del discurso de la persona si esa piel ha sido firme, permeable, herida, si tiene microtraumas o golpes.
La trayectoria del individuo atraviesa la piel dejando una señal de lo vivido en la cobertura de la conciencia, una impronta, una huella mnémica, un recuerdo frágil que coloca a la persona en situación de afrontar la vida con un yo-piel diferenciado.
El yo-piel probablemente tenga una estructura previa, propia de la herencia y además se va modelando a lo largo de los años, más sensiblemente en los primeros fruto de la experiencia y el medio ambiente. La relación con la madre o la figura materna es aquella en la que se deslizan las dos pieles corporales y se construye lo imaginario del yo-piel. Finas texturas que, como decía Foucault deberíamos ser poetas para poder describir la profundidad y belleza de estas intuiciones y observaciones.
La piel es permeable e impermeable, protege, es un órgano de los sentidos y conecta con el psiquismo de manera tal que el contacto con ella produce sensaciones, sentimientos, bosquejos de emociones que se fraguan en la interacción con el medio, con el otro.
El yo-piel de Didier Anzieu alcanza a lo consciente, a lo preconsciente, a lo inconsciente, tiene que ver con la fantasía, con el sueño, con el factor desiderativo.
Cómo haya sido conservada esa piel es la fuente desde la que podremos trabajar en psicoterapia, mimando esa piel, dándole firmeza, elasticidad, fuerza y trataremos que el factor bipolar de permeabilidad e impermeabilidad sea un equilibrio dinámico que permita comunicar con el medio y conectar con las propias emociones, configurando una suerte de avatar psíquico que entrelaza las cogniciones con los afectos, los recuerdos con los deseos, las fantasías producidas por la psique se verán en función de ese yo-piel que cubre y descubre la esencia del sujeto, el verdadero self de Winnicott.
Las estructuras herméticas nos enseñarán un yo-piel férreo, otras, más desparramadas, sin límites nos mostrarán un yo-piel abierto, dejado a la intemperie, desprotegido y asustado. El yo-piel es una fina y bella metáfora de lo que hay en el sujeto, es la puerta que abre las delicadas intelecciones, los sentimientos, lo guardado por el sujeto, lo acumulado, lo vivenciado, siendo una puerta en relieve que nos dibuja lo atravesado por esa persona.

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