Intrigado por el delicioso trabajo de D.W. Winnicott y el reciente apogeo de su obra en tratados, libros y ensayos relacionados estoy preparando un verano pleno de “objetos transicionales”, que me acerquen entre el “objeto objetivo” y el “objeto subjetivo” a la clínica, recordando y reelaborando. Sonia Abadi con su texto “Transiciones”, Ripesi: “Quemar las naves”, Nemirowski con su trabajo entre Kohut y Winnicott, libros, artículos e incluso páginas web (www.espaciopotencial.com.ar) dedicadas a la obra de este autor que habló de lo psicopatológico desde la perspectiva de potencialidad, así le diría a Margaret I. Little, psicoanalista y analizando de DWW, “usted está muy enferma pero tiene una parte sana” (sic). Éste último y otros libros que se han ido adentrando en el espacio de trabajo a través de compañeros y de analizandos nutren las estanterías de mi mundo interno y tejen redes hacia el exterior, reafirmando ese “espacio potencial”, en un primer lugar clínico y también otro, por qué no, vivencial, de crecimiento personal y profesional en base a la modestia, la humildad y los “buenos modales” de este autor “chispeante”, por un decir de un analista en formación con él.
Winnicott considera el método de análisis de dos formas, una, la ortodoxa (freudiana) para los casos de neurosis más leves y otra, la que me interesa por apuntar a las patologías de estudio y profundización en mi especialidad, me refiero a adicciones y fenómenos esquizoides (Fairbairn). Winnicott fue una persona que rompió la hegemonía del sinsentido del establishment analítico, hablo de los freudianos por un lado y los kleinianos por otro. Ese “Grupo Intermedio” que formó DWW con otros como Balint, Guntrip, Khan o Fairbairn fue el primer fenómeno transicional que dejó como huella indeleble de su manera de ser y hacer.
En plano práctico, para DWW lo importante no es el resultado de la creatividad sino “el acto de crear”, por esta razón las interpretaciones en dichas estructuras mencionadas anteriormente y que podríamos denominar en términos modernos “océano borderline” (Luigi Cancrini), son el resultado de un “ambiente facilitador”, de crear una atmósfera para reparar y reconstruir las fallas ambientales, que son, para él, el origen de las patologías psicóticas: “la psicosis es una falla ambiental”. Ahora sabemos que Margaret Little pudo haber desempeñado aun mejor su obra con la contención farmacológica disponible sin necesidad de hacer paréntesis depresivos o ingresar por miedo al suicidio.
Invito a leer a este autor porque invita a reflexionar, que planteó un modelo de entender la psique-soma de manera poética, incompleta, dejando que cada uno le de un cierre subjetivo, algo inevitable como comenta A. Green en su texto “Jugar con Winnicott”, en éste libro reproduce un diálogo con Bion en el que se habla de llegar al final de cada lenguaje para poder convocar un único metalenguaje analítico, esto parece difícil y Winnicott lo resuelve ofreciendo la paradoja dialéctica como clausura. De esta forma, si tomamos su técnica, formada por la experiencia, intuición y conocimiento que da la práctica podemos desempeñar nuestra función de analistas-terapeutas de una forma más fluida y puede que también más satisfactoria para los convocados en el espacio analítico, en ese “espacio transicional”.
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