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Paz y Ciencia

lunes, 16 de junio de 2008

Winnicott Inédito

De un tiempo a esta parte los niños y adolescentes plantean unos problemas que antes fueron entendidos y tratados de manera diferente. Los adolescentes buscan su identidad, se rebelan contra lo que no consideran justo y critican de manera mordaz lo que piensan es suyo. Con comportamientos que podrían ser tildados de negativistas o de tendencia antisocial. Reinvindican lo que es suyo, una falta, una carencia.

Lo comunican de manera singular, desde lo simbólico, expresando quejas, desde el acting, conduciendo a gran velocidad, a través de una singular vestimenta y formando grupos, por así decir, de autoayuda, donde muchas veces un líder (portavoz de la mayor expresividad de enfermedad y agresión). Sin embargo no todo es enfermedad, los niños son inquietos en líneas generales, y así deben seguir siéndolo aunque exista el metilfenidato para eso llamado TDAH, gran descubrimiento de marketing.

Dice Winnicott en su texto “El concepto de individuo sano”[1], inédito: “Luego viene la pubertad, anunciada, en general, por una fase prepuberal en la que puede manifestarse una tendencia homosexual. Llegados a la edad de los catorce años, el varón o la niña que no han entrado aún en la pubertad suelen ser presa, en forma natural y sana, de un estado de confusión y duda. Podemos recurrir, aquí, a la expresión “ideas negras” (doldrums). Insisto sobre este punto: es normal que, en plena pubertad, un varón o una niña se compliquen, se atasquen. No se trata de una enfermedad.” Pág. 15.

Para Winnicott la locura se debe a momentos pregenitales, a momentos preverbales en los que no ha habido un holding adecuado, una suerte de sostén emocional. Cuando esto se interrumpe durante estadíos posteriores puede emerger la tendencia antisocial. Winnicott tuvo serios problemas en su día por considerar que la enfermedad era el resultado de “una falla ambiental”. Considero que ésta es una hipótesis etiológica fundamental en muchos casos.

Winnicott habla de la locura y de la salud en “El concepto de individuo sano”, para él, la locura puede dar paso a un tránsito de salud, lo que en su más paroxística expresión la psicosis, sería el delirio restitutivo, que comenta, por citar un ejemplo, Jacques Alain-Miller en “El saber delirante”.

Explica Winnicott: “La locura no es en general una regresión, pues esta última implica un elemento de confianza; es más bien un acondicionamiento, sumamente elaborado, de defensas cuyo propósito es prevenir la repetición de la desintegración. La integración como proceso es un rasgo de la vida infantil que reaparece en uno u otro momento en el psicoanálisis de la mayoría de los pacientes”. Pág. 20.

Con respecto a la tendencia antisocial, Winnicott llevó a su casa a un muchacho de un reformatorio, pudo presenciar y dirigir espacios terapéuticos para muchachos sin padres ni madres, muertos durante la 2ª Guerra Mundial. Los muchachos que pasaron por ese crecimiento sin una madre suficientemente buena presentaron altos índices de criminalidad. En su epígrafe Omisiones del texto citado arriba “El concepto de individuo sano”, cedido por su segunda esposa Clare Winnicott, expone lo siguiente:

Debo dejar aquí de lado el problema específico de la tendencia antisocial. Ésta se encuentra ligada a la deprivación, es decir, al hecho de que una época feliz ha tocado a su fin cuando el niño, al comprobar sus resultados en cierto punto de su crecimiento, no ha podido hacerles frente.

Tampoco voy a considerar el problema de la agresividad. Sólo diré que los miembros enfermos de una comunidad se ven llevados, por motivos inconscientes, a entrar en guerra y atacar para defenderse de lo delirios de persecución, o bien para destruir e lmundo, ese mundo que aniquiló individualmente a cada uno de ellos durante su primera infancia.”

Finalmente, expone de manera sucinta en otro título de cabecera “Las tres áreas de la vida”. Dice lo siguiente:

Para terminar, diré unas pocas palabras sobre las tres vidas que viven las personas sanas.

  • 1. La vida en el mundo, con las relaciones interpersonales que permiten también la utilización del entorno no humano.
  • 2. La vida de la realidad psíquica personal (llamada, a veces, “interior”). Esto es lo que hace de una persona más rica que otra, más profunda y, cuando es creativa, más interesante. De ella forman parte los sueños o el terreno en el que brota el material del sueño.

Conocemos bien estas dos vidas y sabemos que una y otra pueden ser utilizadas como defensa: el extrovertido tiene necesidad de hallar la fantasía en el vivir, y el introvertido puede volverse autosuficiente, invulnerable, aislado... Pero existe otra área de la que puede disfrutar la salud, y los términos de la teoría psicoanalítica no dan exacta cuenta de ella.

  • 3. Es el área de la experiencia cultural.

La experiencia cultural comienza con el juego y conduce a todo aquello que constituye la herencia humana: las artes, los mitos históricos, el lento avance del pensamiento filosófico y los misterios de las matemáticas, de las instituciones sociales y de la religión.”

Esta tercera vía es la del espacio transicional, “dicha experiencia comienza en el espacio potencial entre un niño y la madre cuando lo vivido por él le ha dado una gran confianza en ella, confianza por la cual el niño sabe que, si súbitamente la necesita, su madre no dejará de estar allí”.

Winnicott habla de las madres, en todo autor genial podemos ver ecos de sus vivencias, incluso en los analistas más avezados como Freud, Klein o Winnicott. Winnicott fue el único hermano varón en una familia donde su padre era distante, irónico y burlón. Vivió en un ambiente femenino y allí es donde instaura la maduración emocional del individuo tal y como lo conoce. Por otro lado, Winnicott empezó a escribir sobre psicoanálisis en textos dirigidos a maestros, puericultoras, juristas, madres y médicos de distintas especialidades. Su forma de escribir es fácil de entender, aunque con esa forma famosa y fabulosa paradojal. Cómo si no escribir sobre los vericuetos de las emociones y la dinámica familiar. Cómo si no, poder hablar de la salud sin enfermedad. Como dijo el propio Winnicott: “en verdad que pobres somos si sólo estamos cuerdos”.



[1] L´Arc, nº69, 1977.

Original inglés vertido en francés por Brigitte Bost.

Extraído del texto: “Winnicott Insólito”, Ediciones Nueva Visión, Buenos Aires, 2005.

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