La personalidad se define como una organización más o menos estable y duradera del carácter, el temperamento, el intelecto y el físico de una persona que determina su adatación única al ambiente.
Un trastorno de personalidad es un patrón permanente de experiencia interna y de comportamiento que se aparta, acusadamente, de las expectativas de la cultura del individuo y comporta malestar o perjuicios.
Los trastornos de personalidad distorsionan la interacción entre el paciente y el profesional de la salud.
Los trastornos de personalidad se asocian con un mal cumplimiento terapéutico ( en algunos casos).
El paciente esquizoide tiende a dar poca importancia al cuidado de su propia salud.
El paciente paranoide tiende a la conducta reinvindicativa y querulante.
El psicólogo debe manejar la interacción emocional en el paciente con personalidad histriónica.
La personalidad antisocial se asocia con una escasa implicación en el proceso terapéutico y un mal cumplimiento terapéutico.
La personalidad líomite se caracteriza por la variabilidad y la inestabilidad de su funcionamiento.
El paciente con personalidad obsesiva tolera mal la ambigüedad y necesita pautas de conducta bien definidas.
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