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Paz y Ciencia

lunes, 12 de mayo de 2008

LOCURARTE


Parábola de los ciegos, de Peter Brueghel, el Viejo (1568). Museo de Capodimonte, Nápoles.

LOCURARTE

Figuración nutritiva. Acudí solícito a la capital de la france arrastrado por una convocatoria ineludible: la exposición de la Figuration narrative en el Grand Palais de París. Allí brillaba con luz propia pour mettre en scène a la pintura, monsieur Eduard Arrolló [del que os entregué un libro para embriagaros de esta enfermedad crónica e incurable que se llama inconformismo], con una obra aplastante en vigor, intensidad, fiereza, humor, parodia, todo eso que tanto nos evoca y que sigue tan vigente como el primer día, c’est à dire, la vida vivida al aire de “La mala reputación” de Brassens.

Una muestra, al calor y color de la celebración del aniversario del Mayo del 68, con sus indelebles consignas: "prohibido prohibir", "la imaginación al poder", "debajo de los adoquines está la playa”... y en un espacio en el que, nada más y nada menos, tiene en la entrada una ridícula estatua del general De Gaulle. Sólo me faltó que Paco Ibañez tocara en el Olimpia, aunque sí me tomé un Pernod en el Café Flore a la salud de los viejos tiempos.

Una figuración narrativa que, yo más bien motejo de nutritiva, y más para estos tiempos de falta de nutrientes culturales de primer orden. Arroyo, Erró, Equipo Crónica y Equipo Realidad son esenciales, en esta época de pirotecnia efectista, donde los ciegos de Brueghel son efectivas luminarias.

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