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Paz y Ciencia

lunes, 5 de mayo de 2008

Winnicott-Lacan-Biografía

Winnicott-Lacan-Biografía

Lcdo. Rodrigo Córdoba Sanz

RBA junto a la IPA ha organizado una colección en la que, como no, Winnicott tiene un hueco en una selección de Obras Escogidas. Hebe Tizio, de Escuela Lacaniana, realiza una Introducción en varios segmentos: Intro-Vida-Obra: La madre “suficientemente buena”; El Espejo Materno; El Objeto Transicional; Miscelánea; La Situación Analítica. Finalmente hay una cronología.

Voy a realizar una recensión basándome en tres fuentes: primera, la de Hebe Tizio, si quieren leer algo de ella… http://www.eol.org.ar/default.asp?etextos/amp/125lineas/06.html
Segunda, lo leído en otras fuentes sobre biografías, trabajos, seminarios y tercero, mis impresiones sobre este autor y el análisis de esta biógrafa sintética.

Fuente principal: RBA. Biblioteca de Psicoanálisis. Obras Escogidas. Volumen I. Donald W. Winnicott, 2006. Barcelona.

La fuente original figura en cursivas, mis aportes, más abundantes a medida que se avanza, son en letra común y corriente.

INTRO

Y arranca de esta forma:
Donald Woods Winnicott fue un médico pediatra y psicoanalista inglés, un humanista[1] tranquilo y afable, que tuvo un lugar reconocido en el campo psicoanalítico, si bien no fundó ninguna escuela. Escribió a partir de su experiencia clínica, en un estilo llano, y dejó gran número de publicaciones. Fue presidente de la Sección de Pediatría de la Sociedad Real de Medicina; en 1968 recibió la Medalla de Oro James Spence en Pediatría; fue director de la División Médica de la Sociedad Psicológica Británica y por dos veces, presidente de la Sociedad Psicoanalítica Británica.
Termina así:
A Winnicott le impresionó el tema de la selección natural de Darwin porque tocaba la cuestión de la supervivencia. Esto le llevó a pensar en la importancia de un ambiente facilitador de la adaptación del bebé que debía ser garantizado por la madre. Desarrolló así su concepción sobre el proceso de maduración y la función de la madre, y propuso un espacio transaccional entre los mundos interno y externo. De este modo, realizó nuevas aportaciones clínicas e hizo extensibles estas ideas a la comprensión de los fenómenos culturales, dado que este espacio transicional era para Winnicott también el espacio del sueño, de la poesía, de la religión y de la creación. El objeto transicional y su relación con ese espacio intermedio fue tomado por Jacques Lacan como una aportación para sus elaboraciones sobre el “objeto a”. Lacan hizo traducir su artículo de 1951 sobre el objeto transicional para publicarlo en la revista La Psychanalyse que dirigía en París.



VIDA

Comienzo:
Donald Woods Winnicott nació en Plymouth, Condado de Devon, Inglaterra, el 7 de abril de 1896 en el seno de una familia metodista. Era el único varón y el menor de tres hermanos. Su padre, sir Frederick, un acomodado comerciante, fue alcalde de Plymouth en dos ocasiones. El propio Winnicott escribe: “Como mis hermanas eran mayores que yo cinco y seis años, en cierto sentido yo era como un hijo único con varias madres y un padre que durante mi infancia se hallaba muy absorbido por los asuntos de la ciudad y los suyos propios”.
Termina:
En las breves líneas autobiográficas que Winnicott escribió al final de su vida señaló lo difícil que era para un hombre morir sin haber tenido un hijo que lo matase imaginariamente y que pudiera sobrevivirlo, “proporcionándole así la única continuidad que los hombres conocen. Las mujeres son continuas”.[2]

OBRA

Winnicott se ubicó siempre como independiente y como él mismo dijo: “…nunca he sido capaz de seguir a otro, ni siquiera a Freud”[3] A diferencia de Freud, dio a la madre la función central en el desarrollo del niño mientras que otorgó al padre funciones de protección de la relación madre-hijo. Entendía que la madre era el ambiente pero que: “En ese momento, ella misma necesita respaldo, y quienes mejor se lo brindan son el padre del niño (digamos el esposo), la madre, la familia y el ambiente social inmediato”.[4]
Esta manera de leer la realidad clínica le llevó a desencuentros con las ideologías imperantes en el seno de la Comunidad Analítica. La “causa psicoanalítica” se cerró a dos opciones en Inglaterra: Los kleinianos y los lacanianos. Las famosas controversias.
Winnicott miembro del Middle Group, junto a los Balint, Masud-Khan, Ronald Fairbairn, Marion Milner, Ella Sharpe. Animó a la disolución de dichas escuelas por el progreso del psicoanálisis, el carácter institucional de las dos ilustres de la época enquistaba en teorías cristalizadas que debían ser dinámicas. Su forma de introducir el factor medio ambiente hizo que fuera muy criticado, de manera miserable y hortera por sus analistas. Alix Strachey, mujer de James Strachey, con quien se analizó durante una década comentó que tenía impotencia sexual. Desde luego que no se mostraba impotente. Por otro lado, su segunda analista, Joan Rivière le comentó que si hacía un trabajo sobre el medio ambiente iba a acabar con él, también dijo que hacía teoría de su enfermedad. El kleinismo traspasaba el corazón amodorrando a pesar de la genialidad de su descubridora.

La Madre “suficientemente buena”.
Hay que señalar que la madre “suficientemente buena” que Winnicott construye es una madre ideal, un sujeto supuesto que sabe responder a todo lo que el bebé necesita, siempre presente y por ello no deseante. De este modo crea una relación que colma, lo cual deja planteada la cuestión del estatuto de la castración materna.
Dada su hipótesis central en que el lactante no existe fuera de la relación con la madre, Winnicott precisó que los problemas en este vínculo podían llevar a conductas antisociales.
En el libro “El Niño y el Mundo Externo”, Winnicott explica en varios artículos la importancia de un medio ambiente facilitador para prevenir conductas antisociales, se dirige a juristas, madres y psicoanalistas. Preocupado por los efectos de la Guerra en los niños se centró en crear instituciones que proporcionaran a estos niños aquello de lo que carecían. Winnicott expone que el niño demanda a la sociedad aquello que no ha podido encontrar en la familia, un medio ambiente seguro. Es por esto, quizá, por lo que Centros de Internamiento por medida judicial están tan frecuentados. El joven delincuente es entonces un falso self porque no ha encontrado un ambiente para sentirse seguro. Las instituciones que se hacían cargo de los refugiados daban sostén a esos muchachos, las cárceles deberían desempeñar un papel proporcionalmente análogo. Las fallas en la función materna de los cuidadores da lugar a conductas antisociales. Esto contrasta con explicaciones genéticas-cromosómicas que Winnicott no descartó pero pensó mucho en considerarlas como argumentación de primera línea.
El cuidado satisfactorio permitiría al bebé pasar de la dependencia absoluta a la relativa para desarrollar los medios de su independencia, es decir, poder pasar sin un cuidado real. Para ello la madre debe sostener no sólo físicamente al bebé, sino que con sus cuidados debe permitir una continuidad de ser que es la base de la fuerza del yo. Los fracasos apuntarían a la pérdida de esa continuidad y por ende, llevarían a un debilitamiento del yo. Si el proceso de maduración se hace en la buena dirección se produciría la progresiva separación entre el yo y el no-yo, y como lógica consecuencia, la separación que la madre “suficientemente buena” debería garantizar con sus cuidados.


El Espejo Materno

En el marco de esta relación, el rostro materno funcionaría para el bebé como un espejo. Winnicott se inspiró en la noción de estadio del espejo formulada por Jacques Lacan[5], para escribir su artículo de 1967 titulado “El rol de espejo de la madre y la familia en el desarrollo del niño”[6], pero afirma que su perspectiva es diferente de la de Lacan.
Para Winnicott, en el desarrollo emocional, el rostro de la madre sería el precursor del espejo. Se refiere a niños que ven, pero señala que los niños ciegos perciben el rostro de la madre por otros sentidos. Para Winnicott, el niño sentiría si la madre realmente lo ve y conecta con él. Cuando el bebé mira la cara de la madre se vería a sí mismo, es decir, se vería como lo ve la madre, bien conectada con él.
La diferencia está en que, para Lacan, antes de que el proceso de maduración permita al sujeto acceder a un dominio real de su cuerpo, “…toma conciencia de su cuerpo como totalidad. Insisto en este punto en mi teoría del estadio del espejo: la sola visión de la forma total del cuerpo humano brinda al sujeto un dominio imaginario de su cuerpo, prematuro respecto al dominio real. Esta formación se desvincula así del proceso mismo de la maduración, y no se confunde con él. El sujeto anticipa la culminación del dominio psicológico, y esta anticipación dará su estilo al ejercicio ulterior del dominio motor efectivo”.
“Es ésta la aventura imaginaria por la cual el hombre, por vez primera, experimenta que él se ve, se refleja y se concibe como distinto, otro de lo que él es: dimensión esencial de lo humano, que estructura el conjunto de su vida fantasmática”.[7]
El estadio del espejo es presentado así como una relación con un objeto imaginario que es propio cuerpo y sirve de matriz para representar las relaciones del yo y sus objetos. Los posfreudianos tomaban la relación madre-hijo, el yo y sus objetos, pero omitían el padre y el falo. Lacan lo introducirá como el principal objeto narcisista, sobre el cual dará, posteriormente, otras formulaciones. El estadio del espejo sufrirá modificaciones y, a partir de la introducción del “objeto a”, lo no especulizable tendrá valor de causa.

El Objeto Transicional

…Esa zona intermedia es un campo de límites que pueden moverse a partir del objeto transicional, algo del self entre yo y no-yo, es decir, hay en juego un vacío y este punto hace la modalidad de constitución del sujeto tal como la entiende Winnicott. En cierta medida describe un proceso de alienación del sujeto al Otro, y en la separación aparece esa zona intermedia que es un vacío donde vienen los objetos transicionales.
Para Winnicott, el patrón de los fenómenos transicionales se manifiesta a los cuatro, seis, ocho y doce meses. Estos patrones pueden acompañar al niño durante la infancia, y así, el oso de peluche puede continuar siendo requerido cuando se va a dormir, cuando se siente solo o se deprime. El objeto transicional es una primera posesión, es un objeto “afectuosamente acunado, excitadamente amado y mutilado”, no debe cambiar a menos que el niño cambie y está destinado a perder su carga y quedar relegado.
En la clínica el espacio transicional supone un campo de trigo y girasoles. A través del área de la ilusión del analizando y de la creatividad entrelazada de ambos protagonistas, el resultado es una conexión imaginaria entre la realidad interna y externa como proyección. Los objetos de Winnicott y Klein no son los mismos. En ocasiones dicho espacio intermedio puede ser representado por un objeto que evoque el contacto entre madre e hijo. De aquel momento en que el bebé creía crear el mundo (objeto subjetivo), la presencia de la madre devota corriente que se deja usar y absorbe las proyecciones agresivas permaneciendo allí es ineludible para entender que “eso que ustedes llaman infans no existe”. Por tanto, progresivamente, el bebé es desilusionado hasta que el objeto pasa a ser objetivo. En el tránsito, en la transición, el objeto transicional, aquél que expulsa al bebé del paraíso, de allí la formidable unión a esos objetos que significan un hilo conductor. El marco terapéutico provee de tiempo, espacio y sostén para que esos gestos de creación (reparación diría Klein) permitan realizar el recorrido de la falla, de la carencia a la salud, de la falta a la creatividad, forma auténtica del verdadero self.[8]

Miscelánea

Winnicott señala, sin embargo, que en muchos casos, si se hubiera realizado un tratamiento en etapas tempranas “habría sido posible encontrar en la manifestación de la tendencia antisocial un SOS dirigido a la sociedad, para que se reconociera la deuda y se restableciese un ambiente en el que la acción del niño fuera de nuevo segura y aceptable…”[9]



La situación analítica

…Winnicott entiende que la psicoterapia es un derivado complejo del rostro materno que refleja lo que esta ahí y permite así que sea visto por el paciente. Esto posibilitaría al analizando encontrar su self y sentirse real.
Para realizar este recorrido, puede que el analizando tenga que dejar de ser lo que era para empezar a ser “con el corazón en la mano”, en el camino del análisis habrá un gradual avance de la dependencia absoluta hacia la dependencia relativa, desde un self frágil enrocado por la impostura hacia el verdadero self. Ni que decir tiene que el verdadero self no tiene porque estar más adaptado o normalizado. La salud psíquica no se mide por criterios estadísticos sino por un concepto que podrían asimilar los existencialistas como propio y que en definitiva consiste en que el centro de su self, su existencia y su vida son propias y coinciden todas ellas en un mismo punto. Todo desplazamiento espoleado por una realidad externa que demande son versiones de un falso self.


[1] Los destacados son míos.
[2] Citado por Clare Winnicott en Una reflexión sobre D.W.W. En exploraciones psicoanalíticas O. Op. cit.
[3] Winnicott, D.W. Un modo personal de ver el aporte kleiniano. Op. cit.
[4] DWW. De la dependencia a la independencia en el desarrollo del individuo. En los Procesos de maduración y el ambiente facilitador.
[5] Lacan, J. El estadio del espejo como formador de la función del yo tal como se nos revela en la experiencia analítica. En Escritos.
[6] DWW. Realidad y juego.
[7] Lacan, J. Seminario 1.
[8] Para entender la importancia del verdadero self y del “auto-healing” leer una reseña sobre Jung y su relación con Freud en Exploraciones Psicoanalíticas II. Reseña sobre Memories, Dreams, Reflections (1961).
[9] DWW. El enfermo mental entre los casos del asistente social. En Los procesos de maduración y el ambiente facilitador. Op. cit.

1 comentario:

irene dijo...

gracias por todo