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Paz y Ciencia

viernes, 4 de septiembre de 2015

Virginia Ungar: presidenta de la Asociación Psicoanalítica Internacional


La médica psicoanalista Virginia Ungar fue elegida presidenta de la mítica Asociación Psicoanalítica Internacional (API) que fundó Freud y un puñado de colegas en 1910. Por primera vez en la historia, una mujer estará al frente de la API. Tras ser votada por sus pares, la argentina asumirá en el período 2017-2021. Desde su consultorio de Palermo, Ungar le dice a Clarín: “Un rasgo característico de la sociedad actual es el afán por la imagen, el deseo de aparecer y la adoración por las celebrities. Esto hace que te vuelques para afuera, que descuides tu mundo interno y vivas para el exterior y la imagen”.
¿El desarrollo de las redes sociales influye?
Desde ya. El fuerte interés por la imagen y el afuera revirtió nociones como “lo esencial es invisible a los ojos”. La intimidad se ha vuelto un espectáculo.
¿Cuáles son las consecuencias?
En la realidad virtual, uno puede ser capaz de construir su propio personaje y perder autenticidad. Este modelo de estar exageradamente proyectado hacia el exterior y a lo que hay que mostrarles a los otros, hace que se estreche el espacio de intimidad necesario para la propia creatividad. Se está más pendiente de la imagen que se quiere proyectar que de las inquietudes singulares. Sin embargo, la creatividad es una de las llaves del bienestar de una persona.
¿Vivimos en la era de la ansiedad?
A las patologías descriptas por el psicoanálisis hace más de 100 años, se agregan otras propias del contexto actual. Vivimos en una época de alta competitividad entre las personas y urgencias, y eso genera sus efectos. De los argentinos, Ungar destaca que somos cálidos y pedimos ayuda sin pudor: “Hubo un auge del psicoanálisis y el hecho de analizarse o concurrir a algún servicio de salud mental es algo naturalizado. En otras sociedades, no”. También le preocupa la “adolescentización de la sociedad”. Profundiza: “Se trata de un mandato inducido por el marketing y la publicidad. Tiene que ver con el mito de la juventud eterna. Los chicos quieren ser adolescentes antes y los adultos quieren parecerse más a los adolescentes. No asumir el momento vital que a cada uno le toca, a la larga, genera problemas. Un efecto puede ser el auge de las cirugías estéticas. Se trata de una solución externa a una crisis vinculada con el paso del tiempo que tiene más que ver con un conflicto interno. La resolución quirúrgica es efímera, el problema volverá a aparecer”.
Y en el caso de la adolescencia, ¿crecer hoy es más difícil?
Es diferente. En otros tiempos, la sociedad proveía de rituales de pasaje. Hoy, la cultura ya no ofrece esos ritos. La consecuencia es que los adolescentes se ven obligados a crear sus propios rituales de pasaje. Pueden ser beber hasta perder la conciencia o probar sustancias, lo que amplía la problemática de las adicciones. También, la iniciación sexual sólo para ser portador de algo que parece ser importante, sin que pese tanto el vínculo de ternura hacia la otra persona. El problema es que la función reguladora de los padres también está en transformación y a veces los chicos se sienten menos contenidos al encarar estas problemáticas.
¿Qué deberían hacer los padres?
Que los padres se corran de su función reguladora no es bueno. Un psicoanalista inglés que fue pediatra, Donald Winnicott, dijo que “el peor escenario ocurre cuando los padres abdican”, porque dejan al chico con la violencia propia del proceso adolescente, enfrentando a la violencia del mundo. Esto no quiere decir tener a los chicos sostenidos y no dejarlos explorar el mundo, sino ofrecerles diálogo y contención. Pero no soy partidaria de pensar que antes era mejor que ahora, porque creo que eso paraliza. La sociedad está en transformación y genera nuevos desafíos.


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