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Paz y Ciencia

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Balint y los médicos generalistas



Los diferentes tipos de grupos de reflexión de una manera u otra se tienen su origen en la tradición de los grupos de médicos de familia promovidos por el psicoanalista de origen húngaro Michael Balint en Inglaterra a finales de los años 50. Estos grupos son el prototipo inicial de grupos con el objetivo de discutir y reflexionar sobre la relación con el paciente y son la referencia e inspiración de otros tipos de formatos grupales dedicados a esta finalidad. El “Grupo Balint” es una actividad derivada del psicoanálisis y por lo tanto se incluye en el marco teórico denominado modelo transferencial de acercamiento a la relación médico paciente. El grupo se configura para el estudio en profundidad de la relación médico-paciente y para su utilización desde un punto de vista psicoterapéutico. En un contexto grupal un conjunto de profesionales de la salud (inicialmente médicos de familia) se reúnen con un psicoanalista para analizar los aspectos conscientes e inconscientes presentes en la situaciones clínicas habituales y que por algún motivo, conocido o no, resultan conflictivas para su ejercicio profesional. Algunos autores han sugerido que es importante tener además en cuenta otros elementos que inciden en la relación y que representa tanto interferencias reales como inferencias proyectadas por el médico (Granek & Weingarten 1996)
Además del fracaso del modelo didáctico tradicional de formación de los médicos de familia sobre problemas psicológicos y los buenos resultados de su experiencia con trabajadores sociales usando un método parecido (sin obviar el hecho de que su padre era médico rural) dos consideraciones empujaron a Balint, a poner en marcha su iniciativa:
 a) el gran porcentaje de pacientes aquejados de problemas psicológicos que acudía a las consultas de los médicos generales.
b) la importancia del tipo de intervención clínica en las fases desorganizadas o previas de la enfermedad.
Posteriormente en el curso del trabajo en los Grupos Balint se fue completando la justificación teórica de esta propuesta. Balint argumentó que la relación clínica es algo más que acciones y comportamientos y que incluye los sentimientos y las ideas ligadas a estos. El creía que en está relación se dan una serie de fenómenos que tienen que ver con esta dimensión emocional. Balint razonaba que los médicos tienen una serie de actitudes individuales hacia el paciente, expectativas acerca de su comportamiento y modos establecidos de relacionarse con ellos que dependen de sus creencias y personalidad. Creencias, por ejemplo, sobre la cantidad de sufrimiento que un paciente puede soportar o actitudes ante el significado del dolor. Estas ideas implícitas acerca de cómo se debe comportar el paciente condicionan el comportamiento de éste, dando lugar a lo que Balint denomina“función apostólica del médico” ya que los pacientes aprenden a distinguir estas expectativas y responden a ellas.
Otra idea esencial de este autor era que las quejas son utilizadas por los pacientes para buscar atención y cuidados y que si se responde a estas peticiones exclusivamente ofreciendo un diagnóstico y una solución médica, es posible que se este fortaleciendo un proceso de medicalización y “fijación somática”.
Se ponía en cuestión una intervención tan característica de los médicos como dar consejo y reconfortar al paciente. Decía que ese comportamiento a menudo solo servía para reconfortar al propio médico que de ese modo evitaba el peso de sentirse incapaz de proporcionar una ayuda eficaz. Este comportamiento no es más que un componente mas de las pautas de relación de los profesionales, pautas estas profundamente arraigadas en el profesional y que, muchas veces son automáticas e inconscientes y se expresan en reacciones repetidas, que reproducen el conflicto de base, ante cada situación similar que se plantea. Estas conductas reactivas reflejas pueden constituir una dificultad en la compresión del paciente y su patología, condicionando negativamente le evolución de éstas.
Relacionado con este último tema, Balint advertía que los médicos de familia a menudo se basan en su sentido común para llevar a cabo consejos y reconfortar al paciente. La falacia es que la experiencia del médico sustituye al diagnóstico psicológico específico, sin embargo Balint pensaba en la necesidad de un diagnóstico “multi-axial” del paciente y de su enfermedad.
Otra de las aportaciones de Balint, que ha sido repetida hasta la saciedad, es su concepto de que el propio médico es un componente central de la terapia. Esmás, subrayaba que el medicamento más utilizado en la consulta es el propio médico y este puede tener efectos curativos o dañinos. El uso de la propia personalidad del médico como agente de cambio del paciente se apoya en otra característica de la relación en Atención Primaria: la continuidad. El médico y el paciente se encuentran en diferentes circunstancias y el paciente requiere distintas actitudes y pautas de su médico de familia. La Relación Médico-Paciente pasa de este modo a ser el escenario en el que aparecen todas estas situaciones clínicas diferentes, convirtiéndose así en un arma terapéutica que el médico puede modular con el apoyo necesario. La Relación Médico-Paciente se va construyendo con los años, con los logros y los fracasos que a lo largo del tiempo se van produciendo. Balint denominaba a esta relación“compañía de crédito recíproco”, como queriendo señalar que ambos, médico y paciente, tienen invertidos un capital recíproco.
Finalmente el psicoanalista húngaro, comentaba sobre otro fenómeno, opuesto al anterior, frecuente en la relación médico paciente que denominó “colusión en el anonimato”. La derivación a diversos especialistas a menudo conduce a la disipación de la responsabilidad, de forma que decisiones clínicas importantes son hechas sin que nadie tome de forma clara la responsabilidad sobre las mismas y sin que nadie asuma el punto de vista global del paciente. En conclusión, podemos llamar “colusión en el anonimato” a la situación en la que nadie se hace responsable del paciente, que transita entre diferentes profesionales, un fenómeno  tan común en nuestro sistema sanitario.
Granek M y Weingarten M (1996). The third party in general practice consultations. Scand J Prim Health Care ; 14:66-70

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