La locura es una práctica de saber. Esta idea choca con el sentir popular, que considera a los enfermos como seres irracionales a los que les están negadas las virtudes del intelecto. La opinión común, en cambio, sí que admite la locura de algunos por exceso de razón, por pasarse de rosca cuando la inteligencia les desborda. Chesterton afirmó en Ortodoxia que los poetas, a diferencia de los matemáticos, no se vuelven locos con la misma facilidad. La imaginación no enloquece, pero la razón tiende a hacerlo. Enloquecemos por exceso de pensamiento antes que por carencia, al revés de lo que les sucede a los dementes. Pues el demente que ha perdido la memoria y los recursos cognoscitivos no es un loco. Un loco, a juicio del mismo Chesterton, ha perdido todo menos la razón. Así lo sostiene también Schreber en el capítulo quinto de su obra, cuando reconoce que su obligación principal es, por supuesto, pensar. Pensar sin interrupción ni descanso. Pensar como modo de postular un ánimo más tranquilo y mejores materiales para su identidad.
:: Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo y Psicoterapeuta.
:: Teléfono Citaciones: 653 379 269
:: Zaragoza (Zona Centro).
sábado, 17 de noviembre de 2018
Sobre el saber
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