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Paz y Ciencia

lunes, 1 de junio de 2015

TLP


LA DESTRUCCIÓN
El demonio se agita a mi lado sin cesar;
flota a mi alrededor cual aire impalpable;
lo respiro, siento cómo quema mi pulmón
y lo llena de un deseo eterno y culpable.
A veces toma, conocedor de mi amor al arte,
la forma de la más seductora mujer,
y bajo especiales pretextos hipócritas
acostumbra mi gusto a nefandos placeres.
Así me conduce, lejos de la mirada de Dios,
jadeante y destrozado de fatiga, al centro
de las llanuras del hastío, profundas y desiertas,
y lanza a mis ojos, llenos de confusión,
sucias vestiduras, heridas abiertas,
¡y el aderezo sangriento de la destrucción!

Es un diagnóstico maldito. Muchos profesionales huyen, otros tratan a tientas, otros no sirven, otros sirven pero son muy duros... En definitiva, ser un buen terapeuta de una persona con TLP no solo está en la personalidad del terapeuta.
Es fundamental la metodología y el bagaje teórico. Es indispensable tener formación psicoanalítica y trabajar de manera cognitivo-conductual.
Son personas que no pasan desapercibidas, a veces lo digo y se sorprenden de tal manera que lo integran como una manipulación porque eso no entra en sus esquemas.
Pueden ser personas muy creativas y con una elevada inteligencia.
La parte "oscura" es que tienen un poliedro de patologías, desde la conducta alimentaria, disfunciones sexuales, relaciones interpersonales y todo tipo de conductas impulsivas, por ejemplo, las adicciones con o sin droga.
El vacío lo intentan cubrir como pueden, con fiereza y alma desgarrada, desde una droga, un polvo sin sentido o transformando la imagen de su cuerpo.
Son radicales, dicotómicos, blanco o negro, no hay término para la reflexión...actúan.
Son personas tiernas que, muchas veces, no se puede entender qué es lo que les pasa y por qué, seamos sinceros.

Dedicado a L.

Amaral en Concierto

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