El psicoanálisis nace de la mano de Freud con el afán de revolucionar el proceder de las ciencias en el siglo XX, su aporte reside en reconocer aspectos mundanos que el hombre consiente ó inconsciente realiza en su vida cotidiana de modo que siempre están en él, mientras, las ciencias positivas se empeñaban en marcar su incapacidad metodológica y no sus virtudes innovadoras. Ahí, inicia la época del diván, de la confesión y el análisis existencial del hombre inserto en el mundo contingente, tolerante, intolerante, complejo, fácil y finito. Foucault en Las palabras y las cosas, dice que el “psicoanálisis se sirve de la relación singular de la transferencia para descubrir en los confines exteriores de la representación al Deseo, la Ley y la Muerte” (2008, 367). Esto último, es en buena medida los términos fundamentales con los cuales el psicoanálisis se desliza dentro de un saber o campo de conocimiento.
Por el contrario, Viktor E. Frankl fundador de lo se ha llamado la tercera escuela vienesa de psicoterapia ó logoterapia, y seguidor de algunas ideas de Freud, -pero no tan fiel como el propio Freud quisiera- Frankl plantea otra noción diferente de consciente- inconsciente con lo cual estratégicamente ofende algunas tesis del psicoanálisis, pues afirma que:
El psicoanálisis destruye el conjunto unificado que es el ser humano, y asume entonces la tarea de reconstruir a la persona tomando sus piezas. Esta visión atomista se hace evidente en las hipótesis de Freud al afirmar que el ello se conforma de fuerzas del ego. (2002, 33).
Aunque Viktor parte teóricamente de algunas cuestiones de Sigmund Freud llega el momento en que se distancia de él, para proponer su noción de consiente-inconsciente que es radicalmente diferente a la de Freud. La idea principal del psicoterapeuta es que el consciente espiritual –idea original de Frankl- puede ser consiente pero de igual forma inconsciente como por ejemplo: “(…) algo consiente pasa a ser consiente por medio de la represión; y viceversa: retirando la represión, algo que era inconsciente pasa de nuevo a ser consciente” (2002, 40).
La pretensión de Viktor es proponer otro concepto de hombre distinto al que se manifiesta en el psicoanálisis; ya que en el hombre también alberga una parte espiritual que en cualquier momento de su vida se evidencia, cabe hacer hincapié que el concepto de lo “espiritual” como tal no tiene ninguna connotación religiosa sino quizás metafísica porque “(…) lo espiritual es lo que hay de humano en el hombre” (2002, 35). Entonces, es cuando aquí entra el análisis de la existencia como una dimensión que echa mano de la concreción de la persona a partir de su responsabilidad y sus situaciones que de ella emana.
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