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Atrapados en una idea
El Buda ofreció una interesante parábola sobre los conceptos y las ideas. Un joven comerciante al regresar a su casa descubrió que unos bandidos habían saqueado e incendiado su hogar. Al ver junto a los restos de la casa el cuerpo calcinado de un niño, creyó que era el de su hijo pequeño. No sabía que éste seguía vivo porque, después de haber incendiado la casa, los bandidos se lo habían llevado con ellos. El comerciante, en el estado de confusión en que se hallaba, creyó que el cuerpo que había visto era el de su hijo, y acuciado por el dolor, se puso a gritar, a golpearse el pecho y a arrancarse el cabello. Más tarde celebró la ceremonia de la cremación.
Aquel hombre amaba a su hijo con locura, era la razón de su vida. Lo echaba tanto de menos que no podía separarse de sus cenizas ni siquiera un instante. Confeccionó una bolsita de terciopelo para guardarlas y las llevaba encima día y noche, sin separarse nunca de ellas, estuviera trabajando o descansando. Pero una noche el niño logró escapar de sus raptores y se dirigió a la nueva casa que se había construido su padre. Al llegar a las dos de la madrugada llamó a la puerta lleno de excitación. Su padre preguntó entre sollozos mientras seguía aferrado a la bolsita que contenía las cenizas:
―¿Quién es?
―¡Soy yo, tu hijo! ―respondió el niño desde el otro lado de la puerta.
―Tú no eres mi hijo, desalmado. Él murió hace tres meses. Incluso tengo aquí sus cenizas.
El niño siguió llamando a la puerta, rogándole llorando que le dejara entrar. Se lo suplicó una y otra vez, pero su padre continuó negándole la entrada, siguió aferrándose con fuerza a la idea de que su hijo pequeño había muerto y que aquel niño no era más que un desalmado que había ido a atormentarle. Al final, el muchacho se marchó y el padre perdió a su hijo para siempre.
El Buda dijo que si uno queda atrapado en una idea creyendo que es "cierta", pierde la oportunidad de conocer la verdad. Aunque la verdad llegue en persona y llame a tu puerta, no querrás abrir tu mente. Si albergas una idea sobre la verdad o sobre las condiciones que necesitas para ser feliz, ten cuidado. El primer ejercicio de concienciación trata acerca de liberarse de las ideas:
Siendo conscientes del sufrimiento que crea el fanatismo y la intolerancia, hemos decidido no idolatrar o atarnos a ninguna doctrina, teoría o ideología, ni siquiera a las budistas. Las enseñanzas budistas son unos medios orientativos para enseñarnos a observar a fondo las cosas y a desarrollar la comprensión y la compasión. No son doctrinas por las que uno haya de luchar, matar o morir.
Esta práctica nos ayuda a abandonar nuestra inclinación al dogmatismo. Nuestras actitudes dogmáticas provocan mucho sufrimiento en el mundo. El primer ejercicio de concienciación es fundamental para ayudarnos a conservar la libertad. La libertad consiste, sobre todo, en estar libres de nuestros conceptos e ideas. Si estamos atrapados en nuestros conceptos e ideas, podemos sufrir mucho y también hacer sufrir a los seres amados.
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