Lo fascinante del mundo que llaman de la "salud mental" es que nada tiene sentido.
Existen muchas maneras de abordar los problemas psíquicos. Para empezar, unos hablan de alma, otros de psique, otros de cerebro.
Para continuar, unos hablan de biología, otros de psicología. Siguiendo, unos son psiquiatras, otros psicólogos. ¿Por qué esta disociación? Porque el médico parte de un método que rige el diagnóstico, pronóstico y tratamiento. En este caso, necesitamos un fármaco para un tratamiento médico, no solo contentos con eso, se "inventa" una hipótesis para tratar con fármacos la "psicopatología".
Esta manera es un tratamiento, que es bien distinto a "tratar con" o a "tratar a". Sucede que las personas que acuden por estos lugares, están hartas de que la "autoritas" sea autoritarismo.
Muchos, y a pesar de Jacques Lacan, se erigen en portadores del supuesto saber. Esto conduce a una imposición del tratamiento. Existen formas de trabajo muy perniciosas. Me refiero a la "pseudoatención psiquiátrica". Desgraciadamente, el servicio público sanitario guarda cierta indiferencia hacia los que sufren del alma. Y no solo eso, a aquellas personas con "trastornos", se les prescribe fármacos y se les vuelve a ver en 1-3-12 meses. Esto no es serio, ni nada semejante. A mi entender, es una tomadura de pelo que retroalimenta la cronificación de estas personas mal llamadas pacientes.
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