¿Y de que trata tu próximo artículo? -me preguntó finalmente, tratando que me involucrara en la charla sin excusas.
- De la culpa -le respondí, porque obviamente no podía pensar en otra cosa.
-¿Qué tipo de culpa?
-Cualquier culpa. Todas las culpas.
-Podría ser, pero en realidad, como te imaginarás me interesa más la culpa como origen de nuestro dolor que la culpa como consecuencia de nuestras acciones.
-Claro... ¿Y dónde crees que empieza esa culpa originaria?
-Yo soy de las que creen que las semillas de la culpa llegan a nosotros en la niñez, y son sembradas en nuestra alma junto a la más temprana educación -comencé a explicar con avidez- porque como ya debes saber, la culpa nunca es innata. La culpa siempre es producto del aprendizaje. Cuando nuestros padres aun con las mejores intenciones, no nos validan tal como somos y pretenden torcer nuestra conducta a lo que corresponde, incorporamos la idea de que está mal ser como somos y comenzamos a embarcarnos en ser otros, esto es, a acercarnos a aquel que nuestros padres dicen que debemos ser.
p. 108-109
Los efectos y recovecos de la culpa son interminables.
La voz introyectada del más severo de nuestros padres o del más temido de nuestros maestros parece estar allí cada vez que nos apartamos del modelo, para murmurarnos al oído sus acusaciones. Bastaría con convertirnos en observadores de nosotros mismos para notar la manera en que, directo o indirectamente nos enjuiciamos. Actuamos como si no quisiéramos desprendernos de esas limitaciones heredadas. Como si nos sintiéramos más tranquilos cargando con esas tablas del bien y del mal que nos parecen más solidas que nuestra percepción de la realidad. Quizá ingenuamente hemos decidido confiar en nuestros educadores y pensamos que todo será mejor si obedecemos los mandatos, si todos hacemos sólo lo debido, si nos guiamos por el código Hammurabi más que por el de nuestro cuerpo o nuestro corazón...
p.112
Editorial Integral DEL NUEVO EXTREMO
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viernes, 25 de septiembre de 2009
jueves, 24 de septiembre de 2009
Seguir sin ti, una recomendación literaria

Un perrito es atropellado por un coche. Dos amigos pasan caminando y presencian el accidente. Uno de los dos se acerca a levantar el animal para llevarlo a un veterinario.
Cuando intenta sujetarlo, el perrito le muerde.
El hombre lo suelta y se queja a su amigo:
-Perro desagradecido, lo quiero ayudar y me muerde...
El amigo contesta:
-No te enojes. No te muerde por falta de gratitud, te muerde porque está herido.
Silvia Salinas y Jorge Bucay, Prólogo en el Vuelo 1691 destino BsAs. 30 de junio de 2008
La frase "Quiéreme cuando menos lo merezca porque será cuando más lo necesite" se aplica también a los consultorios. Winnicott dejó a Magaret Little destrozar su florero con lilas y ella misma lo reparó (o intentó) mientras él se ausentaba, a su regreso él dijo: "Pensaba que esto lo harías más tarde", refiriéndose a la reparación.
Las personas que sufren cargan, proyectan y discuten, es el amor lo que abraza y amalgama en un juego creativo el proceso terapéutico, todo lo demás son modelos y técnicas que hay que profundizar pero en esa relación deben quedar a un lado, por eso repito una de las Leyes del libro Monte Miseria (Samuel Shem): "Las teorías sirven para protegernos de nuestros pacientes". Y esto impide el conectar. Otra Ley dice: "La conexión no el yo es lo que cura", tratemos de hacer de la psicoterapia un ambiente humanista, donde el amor sea invitado porque la capacidad de amar es un potente indicador de salud y una palanca movilizadora de cambio. Rodrigo Córdoba Sanz.
martes, 16 de junio de 2009
Todo (no) terminó

Se trata de un libro de Silvia Salinas con un cuento y prólogo de Jorge Bucay. "Todo (no) terminó". RBA Integral. 2003.
Comento algunos retazos con cariño sobre un libro que trata sobre las relaciones y rupturas sentimentales:
pág. 58
Palabras de Herville Henrix: "Si en una fiesta hay cien personas y me propongo elegir una pareja, elegiré a la persona con la que voy a repetir un viejo problema que tengo que resolver."
pág. 70
Palabras de Buda citadas por el Dalai Lama: "La primera noble verdad declara con seguridad que el dolor es inherente a la vida, porque todo es cambio. La segunda noble verdad explica que el sufrimiento es lo que ocurre cuando peleamos con cualquier cosa que ocurra en nuestra experiencia de vida, en vez de aceptarlo con una sabia y compasiva respuesta. Desde este punto de vista, hay una gran diferencia entre dolor y sufrimiento. El dolor es inevitable, la vida viene con dolor. El sufrimiento no es inevitable.
Si el sufrimiento es lo que ocurre cuando peleamos con nuestra experiencia, por nuestra falta de habilidad para aceptarla, entonces el sufrimiento es opcional.
Yo comprendí mal esto cuando comencé mi práctica y creí que si meditaba con disciplina iba a terminar con mi dolor. Esto es un gran error. Estuve muy desilusionado cuando descubrí mi error, que había sido tan ingenuo. Es obvio que no vamos a terminar con el dolor en nuestra vida.
Todo lo que nos importa nos causa dolor. Aquellos que elegimos la vida de relación elegimos que el dolor vale la pena".
Cuento-Prólogo de Jorge Bucay:
“Érase una vez ... en una preciosa y hermosa isla habitaban todos los sentimientos y emociones humanas que se pueden sentir. Convivian el Temor, la Sabiduría, el Amor, la Angustia, la Alegría, la Tristeza y muchos mas. Todos estaban allí. A pesar de los roces naturales de la convivencia, la vida era sumamente tranquila incluso hasta previsible. A veces, La Rutina, hacía que El Aburrimiento se quedara dormido, o el Impulso armaba algún escándalo, pero muchas veces, La Constancia y la Convivencia lograban aquietar a el Descontento. Un día inesperadamente para todos los habitantes de la isla, el Conocimiento convocó una reunión. Cuando la Distracción se dió por enterada y la Pereza llegó al lugar de encuentro, todos estuvieron presentes.
El Conocimiento Dijo:
- Tengo una mala noticia para darles: la Isla se hunde
Todas las emociones que vivían en la isla dijeron:
- ¡No como puede ser!. ¡Si nosotros vivimos aqui desde siempre!
El conocimiento repitió:
- La Isla se hunde
- ¡Pero no puede ser!. Quizás estás equivocado!
- El Conocimiento casi nunca se equivoca - dijo la Conciencia, dándose cuenta de la verdad-. Si él dice que se hunde, debe ser por que se hunde.
– Pero, ¿qué vamos a hacer ahora? -preguntaron los demás.
Entonces el Conocimiento contestó:
- Por supuesto, cada uno puede hacer lo que quiera, pero yo les sugiero que busquen la manera de abandonar la isla.... Construyan un barco, un bote, una balsa o algo que les permita irse, por que el que permanezca en la isla, desaparecerá con ella.
- No podrías ayudarnos? - preguntaron todos, por que confiaban en su capacidad.
- No!- dijo el Conocimiento-, La Previsión y yo hemos construido un avión y en cuanto termine de decirles esto, volaremos hacia la isla más cercana.
Las emociones dijeron:
- ¡No! ¡Pero no! ¿Qué será de nosotros?
Dicho esto, el Conocimiento se subió al avión con su socia y, llevando de polizón al Miedo, que no es tonto ya se había escondido en el motor, dejaron la isla.
Todas las emociones, en efecto, se dedicaron a construir un bote, un barco, un velero...Todas... salvo el Amor.
Por que el amor estaba tan relacionado con cada cosa de la isla que dijo:
- Dejar esta isla... después de todo lo que viví aquí... ¿Cómo podría yo dejar este arbolito, por ejemplo? Ahhh.... Compartimos tantas cosas...
Y mientras las emociones se dedicaban a fabricar el medio de irse, el Amor se subía a cada árbol, olió cada rosa, se fué hasta la playa y se revolcó en la arena como solía hacer en otros tiempos. Tocó cada piedra...y acarició cada rama...
Al llegar a la playa, exactamente al lugar desde donde el sol salía, su lugar favorito, quiso pensar con esa ingenuidad que tiene el amor:
-"Quizás la isla se hunda por un ratito... y después resurja.... por que no?"
Y se quedó durante días y días midiendo la altura de la marea para revisar si el proceso de hundimiento no era reversible...
La isla se hundía cada vez más...
Sin embargo, el Amor no podía pensar en construir nada, porque estaba tan dolorido que solo era capaz de llorar y gemir por lo que perdería.
Se le ocurrió entonces que la isla era muy grande, y que aun cuando se hundiera un poco siempre podría refugiarse en la zona más alta.... Cualquier cosa era mejor que tener que irse. Una pequeña renuncia nunca había sido un problema para él...
Así que una vez mas, tocó las piedritas de la orilla ... y se arrastró por la arena... y otra vez se mojó los pies en la pequeña playa... que en otros momentos fuera enorme...
Luego, sin darse cuenta demasiado de su renuncia, caminó hacia la parte norte de la isla, que si bien no era la que más le agradaba, era la más elevada...
Y la isla se hundía cada día un poco más....
Y el Amor se refugiaba cada día en un espacio más pequeño...
- Después de tantas cosas que pasamos juntos- le reprochó a la isla.
Hasta que, finalmente, solo quedó una minúscula porción de suelo firme; el resto había sido tapado completamente por el agua.
Justo en ese momento, el amor se dió cuenta de que la isla se estaba hundiendo de verdad. Comprendió que, si no dejaba la isla, el amor desaparecería para siempre de la faz de la tierra...
Caminando entre senderos anegados y saltando enormes charcos de agua, el amor se dirigió a la bahía.
Ya no había posibilidades de construirse una salida como la de todos; había perdido demasiado tiempo en negar lo que perdía y en llorar lo que desaparecía poco a poco ante sus ojos.
Desde allí podría ver pasar a sus compañeros en las embarcaciones. Tenía la esperanza de explicar su situación y de que alguno de sus compañeros lo comprendiera y le llevara.
Observando el mar, vinoFotografías
...venir el barco de la Riqueza y le hizo señas. La Riqueza se acercó un poquito a la bahía.
- Riqueza, tú que tienes un barco tan grande, ¿no me llevarías hasta la isla vecina?. Yo sufrí tanto la desaparición de la isla que no tuve tiempo de fabricarme un bote.
La Riqueza le contesto:
- Estoy tan cargada de dinero, de joyas y de piedras preciosas, que no tengo lugar para ti, lo siento... –y siguió su camino sin mirar atrás.
El Amor siguió observando, y vio venir a la Vanidad en un barco hermoso, lleno de adornos, caireles, mármoles y florecitas de todos los colores. Llamaba muchisimo la atención.
El Amor se estiró un poco y gritó:
- ¡Vanidad... Vanidad... llévame contigo!
La Vanidad miro al Amor y le dijo:
- Me encantaría llevare, pero... ¡tienes un aspecto¡... ¡Estás tan desagradable... tan sucio, y tan desaliñado!... Perdón pero afearías mi barco- y se fué.
Y así, el amor pidió ayuda a cada una de las emociones. A la Constancia, a la Sensualidad, a los Celos, a la Indignación y hasta el Odio. Y cuando pensó que ya nadie pasaría, vio acercarse un barco muy pequeño, el último, el de la Tristeza.
- Tristeza, hermana –le dijo-, tu que me conoces tanto, tú no me abandonarás aquí, eres tan sensible como yo... ¿Me llevarás contigo?
La Tristeza le contestó:
- Yo te llevaría, te lo aseguro, pero estoy taaaan triste... que prefiero estar sola –y sin decir nada más, se alejó.
Y el Amor, pobrecito, se dio cuenta que por haberse quedado ligado a esas cosas que tanto amaba, él y la isla iban a hundirse en el mar hasta desaparecer.
Entonces se sentó en él ultimo pedacito de su isla que quedaba a esperar el final...
De pronto, el Amor sintió que alguien chistaba:
- Chst- Chst- Chst...
Era un desconocido viejito que le hacía señas desde un bote a remos.
El Amor se sorprendió:
- ¿A mi?- preguntó, llevándose una mano al pecho.
- Sí, sí- dijo el viejito-, a tí. Ven conmigo, súbete a mi bote y rema conmigo, yo te salvo.
El Amor lo miró y le quiso darle explicaciones:
- Lo que pasó, es que yo me quedé...
- Entiendo -dijo el viejito sin dejarlo terminar la frase-, sube
El amor subió al bote y juntos empezaron a remar para alejarse de la isla.
No pasó mucho tiempo antes de poder ver como el último centímetro de la isla que quedaba a flote terminó de hundirse y la isla desaparecía para siempre.
- Nunca volverá a existir una isla como esta - murmuró el amor, quizás esperando que el viejito lo contradijera y le diera alguna esperanza.
- No -dijo el viejo- como ésta, nunca.
Cuando llegaron a la isla vecina, el Amor comprendió que seguía vivo.
Se dio cuenta que iba a seguir existiendo.
Giró sobre sus pies para agradecerle al viejito, pero éste, sin decir una palabra, se había marchado tan misteriosamente como había aparecido.
Entonces, el Amor, muy intrigado, fué en busca de la Sabiduría para preguntarle:
- ¿Cómo puede ser? Yo no lo conozco y él me salvó... Nadie comprendía que me hubiera quedado sin embarcación, pero él me ayudó, él me salvó y yo ni siquiera sé quién es...
Entonces la Sabiduría lo miró a los ojos un buen rato y dijo:
- Es el único capaz de conseguir que el amor sobreviva cuando el dolor de una pérdida le hace creer que es imposible seguir adelante. El único capaz de darle una nueva oportunidad al amor cuando parece extinguirse.
El que te salvó, Amor, es ...
... el Tiempo....”
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lunes, 15 de junio de 2009
Amarse con los ojos abiertos

Hoy una compañera muy interesada en temas relacionados con el amor, los vínculos, las parejas y sus cuitas, con un modo muy suave y dulce de entender la naturaleza humana me ha sugerido una lectura muy amena.
Se trata del libro de Jorge Bucay y Silvia Salinas "Amarse con los ojos abiertos". Trata de una comunicación vía e-mail entre dos profesionales psicólogos, un hombre y una mujer, en medio un tercero que recibe por equivocación los fragmentos destinados a constituir un libro construido como una novela sobre teoría de pareja. El protagonista emplea tras descartar los primeros mensajes el material para reflexionar sobre su pareja y sus problemas.
Es un libro que estuvo 76 semanas como best-seller en Argentina, donde la psicología es más cercana y aceptada. Aquí en España también recibió una buenísima acogida. Destacar otras lecturas de Jorge Bucay y Silvia Salinas que tengo en el Salón: "Todo (no) terminó", sobre las rupturas sentimentales. De Jorge Bucay, médico psiquiatra y psicoterapeuta destacar "Déjame que te cuente", "Cuentos para pensar" y "Cuentos para Claudia" aunque su obra es amplia.
Silvia Salinas es psicóloga y experta en terapia de pareja. Ambos desempeñan papeles didácticos.
Destaco algunas líneas de las primeras páginas que he empezado a saborear, disfrutando de la belleza de la sencillez y lo poco pretencioso:
...Buscaba en su mente la palabra que lo ayudara a definir lo que estaba sintiendo. En terapia había aprendido que es imposible tener dominio de la propia existencia si ni siquiera se le puede poner nombre a los hechos.
El mejor, el más precioso y cruel de los espejos, es la relación de pareja: es el único vínculo en el que pueden reflejarse de cerca mis peores y mis mejores aspectos.
Una de las respuestas que más me gustó fue la de un muchacho de veintecinco años que dijo: "Cuando amamos, vemos más allá de lo que se ve. En el amor los cánones estéticos pierden valor."
Creo que las relaciones pasan por momentos de enamoramietno, momentos de amor, momentos de odio...En realidad amor y odio están muy cerca. Nunca odiamos tanto a alguien como aquel a quien amamos. Como me dijo mi hijo el otro día en medio de un ataque de furia: "Te amodio" (quiso decir "te odio" pero se le escapó el amor).
Enamorarse es amar las coincidencias, y amar, enamorarse de las diferencias.
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