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Paz y Ciencia

miércoles, 22 de marzo de 2023

SIMÓN BIANCO. EL PODER DE LA PALABRA

SIMÓN BIANCO. "EL PODER DE LA PALABRA"

@PSICOLETRAZARAGOZA

Los beneficios de la meditación están establecidos con evidencia científica y son reconocidos para personas de todas las edades. Desde el alivio de la ansiedad y el estrés hasta mejoras en el sueño y en el rendimiento cognitivo, las ventajas de esta práctica milenaria son numerosas y lo mejor de todo es que podemos alcanzarlas con apenas una sesión diaria de cinco o diez minutos. Pero a pesar de esto, muchas personas siguen pensando que meditar es algo no está a su alcance. En su libro Libérate de las emociones negativas (Editorial Luciérnaga), el psicólogo Simón Bianco se propone hacer accesible este conocimiento, poniendo siglos de sabiduría al servicio de la salud emocional. A través de las técnicas de meditación, explica, es posible alcanzar el bienestar y la estabilidad emocional.

—¿Qué hay detrás de las emociones negativas que experimentamos?

—Desde la perspectiva de la psicología budista, nosotros tenemos todo un abanico de emociones, empezando por el apego y la aversión, que crean toda la amalgama de emociones negativas que tenemos: la ira, los celos, el orgullo, la baja autoestima, la tristeza y la ansiedad. El apego, que sería la raíz de todas las emociones negativas, viene a su vez causado por una cognición innata y errónea de la realidad. Nosotros nacemos con esta cognición innata, que tiene diferentes niveles y que nos acaba haciendo sufrir. La cognición errónea más común que tenemos es la de la permanencia. Sabemos que la realidad es impermanente, que todo es transitorio y todo está cambiando momento a momento: desde nuestro cuerpo y nuestras células, hasta el universo. En cambio, nuestra percepción es lo contrario. No vemos que las cosas cambien de esta forma. Por eso nos altera mucho cuando algo cambia en nuestra vida, cuando nos separamos de nuestra pareja, o se muere un familiar, o nos echan del trabajo. Cualquier cambio que se produce en la realidad, a nivel emocional, nos shockea, porque nosotros tenemos una percepción de que las cosas son permanentes. De repente hay un cambio y la mente entra en shock.

—¿Cómo podemos salir de esa lógica del apego?

—Si atacamos la causa raíz, que sería esa percepción errónea del yo y de la realidad, eso ayuda a que todas nuestras emociones negativas se vean reducidas. La meditación es la herramienta de la psicología budista para mejorar nuestra mente. Hay distintos tipos de meditación y el más popular es el mindfulness, que ayuda a calmar la mente, a lograr permanencia en la calma. En base a esta práctica del mindfulness, lo que hacemos es lograr que la mente penetre en una percepción más profunda de la realidad mediante el análisis. Es la diferencia entre el conocimiento intelectual y el conocimiento cognitivo. Si te sabes de memoria la teoría de la relatividad de Einstein, ese es un conocimiento intelectual. Pero eso no reducirá tus emociones negativas, porque no se traduce en un cambio cognitivo. La meditación consigue que pases de una idea intelectual a una percepción a un nivel más profundo y esto tiene un impacto muy grande en las emociones.

—¿Cuáles son los tipos de meditación que hay para lograr esto?

—Tenemos dos grandes tipos de meditación. La primera sería la meditación contemplativa. No es una meditación en la que analices nada, sino que, mediante tres factores, que son la atención, la alerta y la ecuanimidad, lo que haces es apaciguar la mente. Esto se usa en psicología para calmar la ansiedad y la neurociencia ha demostrado que funciona. La otra gran técnica es la meditación analítica. Se dice que pensar mucho es malo, pero en realidad, depende de lo que pensemos. Pensar puede ser bueno. Las emociones negativas son formas de pensar, pero puedo pensar de otra manera y sentir empatía, compasión u otras emociones. Entonces, puesto que todas las emociones son procesos analíticos de la mente, el budismo utiliza el análisis para desmontarlas y para desarrollar emociones opuestas que son sanas y son fuente de felicidad. Y dentro de la meditación analítica, hay dos subtipos. Una es la meditación analítica objetiva, que consiste en hacer que la mente perciba más profundamente la realidad, entendiendo la impermanencia, y la otra es la subjetiva, que consiste en desarrollar una cualidad dentro del sujeto, por ejemplo, meditar en la humildad, la compasión o la alegría.

—En el libro explica que esta meditación analítica es diferente a la emoción negativa de la duda. ¿Cuándo nos perjudica esa duda?

—El apego, la aversión, la ira, los celos, la tristeza, el orgullo, los miedos y la baja autoestima son algunas de las emociones negativas más frecuentes. Pero la duda y la culpa también aparecen bastante. La duda no es esa duda científica que es buena para poder masticar las cosas, sino una duda que nos bloquea. La vida está llena de decisiones que tenemos que ir tomando. ¿Dejo el trabajo y me cojo este otro? ¿Dejo a mi pareja? Son muchas decisiones y la duda nos puede hacer mucho daño. Yo encuentro a muchas personas en mi trabajo que acuden a terapia porque tienen que tomar una decisión y no saben qué hacer. Es difícil a veces. Es posible reducir esta emoción negativa para tomar decisiones. Una cosa que nos suele bloquear es querer acertar. Nunca queremos fallar y esto viene del orgullo y del apego. En cambio, si somos más humildes, tendremos menos miedo a fallar y dudaremos menos.

—Las emociones pueden tener dos estados, latentes o manifiestas. ¿Cómo podemos gestionar las emociones antes de que se manifiesten?

—Es importante entender cómo las emociones están todas conectadas entre ellas. Normalmente, veo que la gente solo quiere quitarse lo que la hace sentir mal. Es un enfoque erróneo, porque la emoción viene de muchas otras cosas. Tú pretendes quitarte la ansiedad dejando de sentir ese malestar, pero si no tratas las emociones que la causan, no vas a superarla. A lo mejor viene de la ira, de los miedos o del apego que tienes. Si no tratas lo que hay detrás, la ansiedad no va a remitir. La mente tiene una parte muy grande que es inconsciente y siente muchas cosas de las que no nos damos cuenta. Cuando la emoción es lo suficientemente intensa, se hace consciente y nos desborda. En ese momento, en función de cómo tengamos la mente, podremos aplicar unos métodos de gestión emocional u otros. Por ejemplo, el mindfulness, cuando la emoción se manifiesta, sería una práctica indicada. Cuando estoy preso de una emoción negativa, en ese momento no cabe analizar nada. La mente está totalmente ocupada con la emoción negativa. Cuando la gente está enfadada, cualquier cosa que le digas le enfada más. Pero es válido para cualquier otra emoción negativa. Si lo que hago es relajarme, calmarme, la emoción es más manejable.

—¿Todo el mundo puede aprender a meditar?

—Sí, todo el mundo se puede beneficiar de aprender a meditar. Cualquier persona puede practicarlo.

—Mucha gente dice: «La meditación no es para mí». ¿Qué les diría a esas personas?

—Es muy posible que no les hayan enseñado de una manera personalizada. Es algo que yo hago mucho de forma individual. A veces, ese es el problema. La gente va a un curso con muchas personas y a veces necesitamos que nos den una guía un poco más personalizada para aprender. Por ejemplo, si viene a consulta alguien que tiene mucha ansiedad, primero le voy a enseñar relajación y después meditación, muy paso a paso. Es una herramienta que cualquier persona puede aprender.


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