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Paz y Ciencia

lunes, 12 de marzo de 2018

Qué es la desincronía emocional




"Estos niños son casi viejos prematuros". "A mi no me parece". Sobre las altas capacidades

¿Qué es la desincronía emocional?

Desajuste entre la edad cronológica del niño, y su edad emocional. No es tanto un desajuste del niño consigo mismo, sino con su entorno. Un niño de seis años que razona como uno de  nueve, no estará preparado emocionalmente para vivir en un mundo de nueve, porque tiene seis, y sus emociones son las propias de esa edad, con lo que carecerá del bagaje experiencial necesario para comprender y manejar sus estados emocionales. Pero si todos los niños de seis pensarán como niños de nueve, sí lo estaría.
Esta desincronía es especialmente llamativa en edades tempranas, donde las partes del cerebro que controlan los impulsos, o la atención, no se han desarrollado aún plenamente.
La desincronía emocional se manifiesta en conductas como la impulsividad, la falta de atención, hábitos nerviosos, o falta de planificación. Conductas que afectan mucho a los niños, tanto en su vida social, como en el colegio y la familia.
Su enorme racionalidad esconde, en ocasiones, una inmadurez emocional, que les puede conducir a padecer trastornos de ansiedad, miedo, y en algunos casos extremos, depresiones.
¡Ojo! No entendamos el término inmadurez emocional como sinónimo de falta de madurez. Estos niños son todo lo contrario, son casi viejos prematuros. De hecho, la frase que suele decirse es: "es muy maduro para su edad", y sí, son muy maduros para su edad, pero como decíamos antes, el mundo emocional de estos niños es enorme, y casi omnipresente. Lo que deberíamos entender, es que esa inmadurez, obedece a una falta de crecimiento acompasado de sus emociones con su racionalidad.
Esas olas de hiperemotividad son muy difíciles de controlar cuando hay un intelecto de once años, que experimenta vivencias de esa edad, pero cuya edad cronológica, por tanto, sus emociones, son de seis. Si tu hijo de tres años comienza a plantearse el sentido de la vida y la muerte, la falta de registros emocionales para gestionar esas grandes preguntas le sumirá en una enorme angustia ante la falta de respuestas con sentido.
Imagina que tu hijo de diez años  fuera lo suficientemente alto como para conducir, y lo suficientemente hábil, no le dejarías hacerlo, por mucho que te lo pidiera. ¿Por qué? Porque tienes claro que es algo que no puede hacer hasta que sea adulto. ¿Pero qué ocurre cuando lo que te pide no es tan obvio?
Tenemos muchos casos de progenitores que han sacado a sus hijos de natación, porque no querían ir y, "tenía razón"; que no los lleve al parque, "porque el niño prefiere jugar en casa"; que les dejan ver cosas poco aptas para su edad en televisión, "porque el niño no tiene miedo"; que permiten que el niño se encierre en sí mismo, "porque él es así".
El hecho de que sean niños muy racionales, capaces de daros una buena explicación para casi todo, no significa que haya que hacerles caso. No podéis perder nunca la perspectiva, aunque parezcan pequeños adolescentes de cuatro años, ¡son niños!, no son adultos en miniatura, no saben lo que les conviene, aunque crean saberlo. No podéis maravillaros con el raciocinio de vuestros hijos y permitirles que tomen las riendas de su educación, los padres sois vosotros, no podéis bajo ningún concepto, soltar el timón y dejar que ellos decidan. Tienen que vivir experiencias de niños, pasar por una vida de niño normal, porque eso será porque eso será lo que les prepare para la vida. Todas las experiencias de la vida, la escuela, el patio del colegio, los castigos, la frustración, el dolor... tienen un sentido: enseñarnos a gestionar las emociones, y si no se vivencian, difícilmente se conocerán, controlarán y dominarán.
Por otro lado, si como padres pasasteis por algo parecido, no os asustéis, vuestras experiencias no tienen por qué repetirse en vuestros hijos.

Una emoción, se aprende a controlar vivenciándola.

Bibliografía:
- "A mí no me parece. Casos prácticos para comprender la Alta Capacidad".  Eva R. Alegría; José Luis Pérez; Félix Ruiz Mahamud.

Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo.
Zaragoza.
Número de Colegiado: A-1324
C/ Lacarra de Miguel (Antes General Sueiro) 27. 2C.
Zona Centro

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