Esto que técnicamente llamamos anhedonia -dificultad para experimentar placer- o abulia -el no tener ganas de pasar a la acción- bien podríamos denominarlo cansancio existencial.
Cuando la vida deja de tener un por qué, un cómo y un para qué, vivir es sólo un tránsito sin principio ni final. Pasear sin pisar la tierra, dejando que la vida pase de largo y mirando el reloj sin fuerzas ni ganas, ni motivaciones, ni razones para vivir.
Es una pandemia que, si no antes, empieza en la escuela. Lugar donde se instruye, se mecaniza sin considerar lo que existe del cuello hacia arriba.
Son los primeros pasos por la vida que el sujeto introyecta como su deber: los papás trabajan, tú deber es estudiar. El juego, la creatividad que el niño despliega espontáneamente es caldo de cultivo para un crecimiento global (holístico, completo). Sólo a través del juego se despliega el potencial y la creatividad como fuerza motriz para vivir, para encontrar regocijo y sentido en la escuela, para plantar la semilla que evite ser "varada" por la realidad.
Vivir puede ser sencillo o difícil, en ocasiones surgen patologías reactivas o fruto de una toxicidad en el transcurso de la vida.
Nuestra esperanza y la de nuestros hijos depende, en gran medida en construir un espacio donde se haya permitido jugar con cariño y sensatez. Esto lo percibirán los papás, que tienen que hacer un esfuerzo que para los pequeños la vida no sea una rutina.
Por favor, lo académico Es el futuro, sin alegría no hay forma de conquistar la felicidad ni el éxito académico.
Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo y Psicoterapeuta. Zaragoza
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