Atender a un paciente borderline es vivir reacciones emocionales de gran intensa, casi virulencia.
La contratransferencia está de modo agudo, penetrando entre nuestras fosas nasales, con un sabor y olor a caos desgarrado.
La identidad de la persona es una lámpara de lava, que toma diferentes formas y colores en función del calor de su hogar y de su corazón.
La creatividad es encomiable, es de destacar que, a menudo, se escribe más y mejor cuando se está mal.
Lo fundamental es crear una buena alianza terapéutica, un vínculo emocional sano y reparador.
Rodrigo Córdoba Sanz, Psicólogo y Psicoterapeuta. Zaragoza.
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