En Nueva York le asaltaron y dio su billetera, imperturbable. Los asaltantes quedaron completamente paralizados. Finalmente, uno de ellos balbuceó: "Discúlpenos. No podemos hacerlo". Giraron sobre sus talones y huyeron.
Cuando se encontraba en lugares públicos, los transeúntes se detenían y le miraban con atención.
La paz del alma restaura la armonía dañada, tanto en el ámbito personal y familiar como en la maltrecha estructura social de nuestras comunidades. Si se la adopta como forma de vida, tiene el poder de aportar equilibrio y bienestar a tu existencia.
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